Perú : una elección presidencial que se juega en los extremos
El 20 de diciembre, cuando viajaba a Nueva York para tomar un avión que me llevara –por la mitad del precio- a Colombia a pasar la navidad con mi familia, me tocó compartir puesto con una contable peruana, que viajaba a la Gran Manzana a pasar navidad con sus tíos. No habíamos bien tomado asiento en el bus de la Greyhound, cuando la mujer, una conversadora exquisita de esas que hoy poco se dan, me preguntó si hablaba español. Con la pregunta se inició una conversación en la que hablamos de todo y de nada durante seis horas.
Esa tarde, mientras el bus hacía su camino por entre el paisaje desolador del final del otoño, nosotros versábamos sobre el premio novel a Vargas Llosa, las dificultades que tenemos en Norte America los universitarios para integrarnos al mercado de trabajo –en nuestras profesiones-, la caída en desgracia de Alberto Fujimori y por su puesto las elecciones de Perú de 2011. Estábamos en esas, cuando el vecino de la silla de al lado nos pidió que nos calláramos, porque no lo dejábamos dormir. Para complacer a ese hombre, un anglófono que había roncado durante todo el recorrido, nosotros paramos nuestra charla y al rato también nos quedamos dormidos.
Precisamente, nuestra conversación se detuvo cuando hablábamos del tema electoral. Cuando le pregunté sobre sus apuestas para las elecciones de abril de 2011, me respondió de manera clarividente: “eso se va a resolver en la segunda vuelta, porque la fragmentación política del país conduce a la dispersión del voto. Por eso no será posible que escojamos presidente en la primera”. En su parecer la primera vuelta, en Perú, equivalen a las primarias de los Estados Unidos.
Con el propósito de sondear sus predilecciones políticas, le pregunté quien era en su opinión la persona más indicada para dirigir los destinos del país. Sin titubear me respondió diciéndome que, si los peruanos eran sensatos, el elegido debería ser el Cholo Alejandro Toledo. A su modo de ver, Toledo ha sido uno de los mejores presidentes que ha tenido el Perú contemporáneo. A Ollanta Humala lo descartó por su tendencia ideológica. Para mi contertulia Humala no tenía ningún chance frente a un peso pesado como Alejandro Toledo. Elegir a ese militar, que los medios continentales nos han presentado como un folclórico coronel que agita un discurso político ambiguo, significaba, según ella, poner en riesgo la estabilidad política y económica alcanzada por el Perú después de la partida de Alberto Fujimori.
De Keiko Fujimori me dijo que aún “estaba muy joven para ser presidente, pues los peruanos, después del trago amargo que les hizo pasar Alan García en su primer gobierno, no estaban –según ella- dispuestos a apostarle a una persona tan joven para la presidencia de la república”. Además de eso sacó a relucir los escándalos de los dos últimos gobiernos de Alberto Fujimori, que en su opinión terminaron opacando todo lo bueno que el Chino había hecho en su primer mandato. “Eso téngalo por seguro, me dijo, los errores de su padre se los van a cobrar a Keiko en las urnas los electores”.
Hoy, cinco meses después de que nos despedimos en la terminal de buses intermunicipales de Manhattan, el panorama electoral peruano es groso modo bien diferente. Alejandro Toledo se quemó en la primera vuelta. En la puja por la presidencia peruana sólo quedan Ollanta Humala, el folclórico militar a quien las élites conservadoras del continente tanto le temen, y Keiko Fujimori, la hija de un expresidente preso, a quien los sectores de derecha recuerdan con nostalgia pero del que muchos peruanos –entre ellos el laureado Mario Vargas Llosa: adorado también por la derecha-, no quieren ni siquiera oír hablar.
Casi todas las encuestas difundidas por el portal de Eleccionesenperu.com el 19 de mayo pasado daban una ligera ventaja a la heredera de Fujimori. Recurriendo al lenguaje de las estadísticas electorales podría hablarse de empate técnico. Los resultados del sondeo de la encuestadora Ipsos daban a Keiko el 51.1% de los votos y a Ollanta el 48.9%. El sondeo de DATUM atribuyó el 45.4% de los votos a Keiko y el 41.8% a Ollanta. Sólo el sondeo de la encuestadora IMA le otorgaba la victoria a Ollanta. En este caso el candidato de Gana Perú recogería el 41,6% de los votos, mientras la candidata de Fuerza 2011 se quedaría con el 39,7% de la votación.
Las encuestas publicadas el 29 de mayo por el portal Encuestas.com., nos muestran una tendencia similar. Todas las firmas encuestadoras dan ganadora a Keiko por estrecho margen, salvo la encuestadora IMASEN, que le otorga a Ollanta el 43.8% de la intensión de voto y a Keiko el 42.5%.
¿Por qué terminó Perú condenado a escoger su presidente entre dos candidatos extremos?
Si hacemos dicha pregunta a un analista político de televisión, éste sin detenerse mucho en las causas, nos podría decir que ello se debe a que en materia de partidos políticos, Perú es un país bien particular. En efecto, Perú es el país de América Latina con el sistema de partidos políticos más frágil. A diferencia de Colombia, México, Argentina, Costa Rica o Uruguay, donde el panorama político nos permite identificar partidos con una larga historia política y electoral, en Perú los partidos políticos nacen y desaparecen –como los hongos en la primavera- elección tras elección.
El ejemplo patente es la familia Fujimori. En 1990 Fujimori padre ganó las elecciones a la cabeza de un movimiento político llamado Cambio 90. En las elecciones de 2000, el mismo Fujimori se hizo reelegir, para su tercer mandato en línea, encabezando una alianza política de derecha llamada Perú 2000. En las elecciones de 2011 su hija busca la presidencia a nombre del partido Fuerza 2011. Una rápida revisión de la historia electoral peruana sirve para constatar que el único partido peruano, que ha permanecido en el tiempo es La Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA). Éste fue fundado por Víctor Raúl Haya de la Torre el 7 de mayo de 1924 en México.
Basados en el estudio de Flavia Freidenberg y Francisco Sánchez López sobre las “reglas y prácticas en los partidos políticos de América Latina”, uno podría sostener que Perú es uno de los países de la región donde “la personalización de la política”, que es para estos autores “uno de los problemas más importantes de América Latina”, alcanza su punto más crítico. En este país un líder con cierta visibilidad nacional puede autoerigirse candidato et imponerle al partido su candidatura. En caso dado que el partido no la acepte, éste puede fundar su propio partido, porque según las leyes electorales peruanas cualquier persona puede candidatizar su nombre a la presidencia, presentándose “por fuera de los partidos”. Para ello simplemente debe “formar un grupo político y reunir un número de firmas […] para inscribir la candidatura”.
En consecuencia, todo aquel que quiera ser candidato independiente sólo tiene que crear una «etiqueta política» que lo respalde, recoger las firmas que demanda la ley et inscribir su nombre. Esa dinámica explica porque en Perú se han fundado, después del cuatro de agosto de 2004, más de 27 partidos políticos. En la primera vuelta electoral del 10 Abril de 2011 participaron 11 partidos, muchos de los cuales fueron fundados para la ocasión. Ollanta Humala, que en las elecciones de 2006 se presentó a nombre del Partido Nacionalista Peruano (PNP), en 2011 se presentó bajo la sombrilla de Gana Perú.
La cambiante situación del panorama partidista peruano se resume bien en la breve nota que Wikipedia consagra a la categoría Partidos políticos del Perú. Según la celebre enciclopedia, a “lo largo de su historia, los peruanos han fundado numerosos partidos políticos, muchos de ellos efímeros o tan dependientes del caudillismo que se disolvieron luego de la primera derrota electoral. Otros, han sido apenas un letrero para participar en los comicios y se han desechado o transformado.” El rol de los partidos es tan frágil –por no decir secundario- en la vida política peruana, que el partido del presidente Alan García, el venerable APRA, ni siquiera presentó candidato en estos comicios. Sin exagerar, se podría postular la tesis de que Perú es una democracia sin partidos, porque en este país andino el líder es él mismo el partido.
En estas elecciones, acogiéndose a la tradición nacional, las figuras políticas mas prestantes del centrismo se lanzaron cada una por su lado, confiadas en sus propias posibilidades. Esto dividió el voto moderado y le dejó abierto el camino a los candidatos de los extremos. Sumando los votos de Pedro Pablo Kuczynski (Alianza por el Gran Cambio) 18.51 %, Alejandro Toledo (Perú Posible) 15.63 % y Luis Castañeda (Solidaridad Nacional) 9.83 %, los centristas reúnen el 44% de la votación.
Los candidatos y lo que piensa la opinión publica de ellos
Evaristo Pentierra, del portal perupolitico.com, definió en 2005 el discurso de Ollanta Humala como un discurso caracterizado “por su ambivalencia”. Según dicho analista en aquellos tiempos sus declaraciones solían “tener un tono desafiante, pero al mismo tiempo Ollanta rechaza el uso de la violencia.” En opinión de Pentierra, en el plano ideológico Ollanta se “destaca, en primer lugar, por ser de izquierda”. Pero al mismo tiempo hay cierta diferencia entre su discurso y el de la izquierda tradicional, pues él acoge un elemento “nacionalista y en cierta forma autoritario”, condimentado con un lenguaje de “raigambre militar” y algo de étnicismo.
En la campaña 2011 algunos medios latinoamericanos sostienen que Humala se ha alejado completamente del discurso que presentó en las elecciones de 2006. Su adversaria Keiko Fujimori lo acusa de haberse aburguesado y de haber perdido contacto con el pueblo. Ese cambio, como lo destaca Elcomercio.pe ha sido avalado por Mario Vargas Llosa, a quien todo el mundo reconoce por su postura antizquierda. Para la segunda vuelta el Nobel 2010 ha salido –en persona- a pedir el voto por Ollanta. En declaraciones a la prensa Vargas Llosa sostuvo que los elementos de peligrosidad han desaparecido de su plan de Gobierno y que hoy éste es más “un programa socialdemócrata, que un programa socialista”, propio “de una izquierda moderada, que es perfectamente compatible con el programa de libertad de mercado que creo que defiende la mayoría del electorado peruano”.
Varios medios andinos, como la revista Semana de Colombia y la revista Caretas de Perú, destacan el empeño de Humala en diferenciarse de Hugo Chávez y de mostrarse más cercano a Lula da Silva. Respecto al mismo asunto el analista Carlos León Moya del portal Noticiasser.pe considera que “el alejamiento de Venezuela y el acercamiento hacia Brasil no es sólo estratégico.”
Según Evaristo Pentierra una de las características de Humala es la “indeterminación estratégica”. Dentro de esa lógica Humala “prefiere no irse demasiado ni para un lado ni para el otro” y acomodar su discurso según su aceptación en las encuestas. En una entrevista con Larepublica.com.pe Humala sostuvo que "el mensaje de Gana Perú es el mismo al (sic) del 2006, porque busca un modelo que logre inclusión social”.
En lo que va con Keiko Fujimori, un analista político del diario El País.com, que escribe bajo el marbete de ElJacaguero la define como “populista’, al tiempo que la sitúa, a lado de Ollanta, en el grupo de “los dos candidatos antisistema”. Por su parte el analista Diego Pérez la define como la representante de “una derecha más vinculada a los sectores neoliberales, a un proyecto neoliberal muy del estilo de los año 90”. En la presentación de su programa electoral ella misma se definió “como una china con mano dura”, que le apostará “a la seguridad ciudadana” para combatir la delincuencia, implementando “el trabajo forzado para los reincidentes” en actos criminales.
Varios analistas han coincidido en señalar que luego de la primera vuelta el electorado peruano “se encuentra polarizado políticamente”. En la opinión pública las opiniones están divididas. La derrota de los candidatos de centro y la victoria de dos proyectos populistas completamente opuestos: el populismo de izquierda de corte autoritario-militar de Ollanta Humala y el populismo de derecha, igualmente autoritario, de Keiko Fujimori, parece poner en escena la cruda metáfora del novel Vargas Llosa. Éste afirmo en 2009 que “si las elecciones peruanas se tenían que definir entre Humala y Fujimori sería como elegir entre el cáncer terminal y el Sida”. En la segunda vuelta, él ya tomo partido a favor de Ollanta. Lo que no sabemos es si tomó posición a favor del cáncer o del Sida.
La polarización política que atraviesa Perú se vive también con intensidad en las redes sociales y en las colillas de comentarios de los diarios electrónicos. En Facebook algunos opositores de Ollanta, como Pier Alexandre claman: “Dios nos libre de tener a Humala. Si nos queda entre Humala y Keiko, es mejor la china”. Otros, como Carlos, afirman que “la democracia peligra en Perú con la insinuación del comunismo”. Para él "el milagro peruano" esta en peligro de caer en el comunismo radical que llevaría al Perú “al oscurantismo y retroceso”.
Por su parte los que están con Ollanta, como Antonio Chavez Herrera, del grupo de Facebook “(U) Universitarios del Perú con Ollanta Humala, afirman que “votar por KEIKO seria cometer un error grave” porque ella realiza campaña “con el apoyo de los grandes burócratas, gente que vive encima del dinero” y “en resumen la campaña de Keiko es” la “campaña de los millonarios”. De su lado Lennin Carlos Maldonado Tomas, del grupo “Cruzada antifujimorista no a Keiko Fujimori y la prensa vendida” escribe: “vamos con Ollanta en contra de todos esos vagos que no trabajan y viven explotando a la gente”.
En el medio de los dos campos están los inconformes con esa camisa de fuerza, Como mi amigo Daniel Santos, que escribió en su muro: “Oyanta y Keiko al parecer son dos polos opuestos. Opino que en el fondo son una y misma cosa: Poder por Poder. Yo no estoy del lado de ninguno, porque ninguno de ellos está de mi lado”. Lo único que lamenta Daniel –en esta ocasión- es que en su país votar no sea solamente un derecho”, sino “una obligación […] para todo peruano”, porque el gobierno “multa al que no vota”.
Difícil elección para los ciudadanos como Daniel. De eso deja testimonio Antonio, un comentarista del artículo de Carlos León Moya quien escribió: “Humala no me gusta, pero Keiko me gusta menos, y si los pobres, los que no tienen nada están con Humala, entonces, yo voy a votar por Humala. No lo creo un buen candidato, no confío en él, pero no quiero que se repita la historia que hasta esta mañana no conocía. Me daría vergüenza votar por Keiko Fujimori. Votaré por Humala y le daré el beneficio de la duda”.
La contienda está de infarto. El mano a mano, como bien lo señala el portal Burodeanalisis.com enfrenta a dos orillas bien definidas y el Perú elegirá, este 5 de junio, su nuevo presidente entre el candidato de la “izquierda nacionalista” y el de “la derecha neoliberal”.
Una versión para los lectores canadienses de esta crónica fue publicada en la edición mayo-junio de la revista electrónica multilingüe Urbana-Legio, que se edita en Montreal http://issuu.com/urbanalegio/docs/002.
4 comentarios
Editor de La Barca de Enoïn -
Luĉjo -
Editor de la Barca de Enoïn -
Francisco -