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La Barca de Enoïn

Diomedes Díaz: el espantapájaros que conquistó un anaquel en la historia de Colombia

 

 

Diomedes Dionisio Días Maestre en un acto que parece ser la firma de autógrafos para seguidores, en el momento de los inicios de su carrera. Imagen tomada de google

 

Los individuos de alma dionisiaca y perdularia que habitan el Caribe colombiano y sus alrededores, sin importar su género, su estrato social o nivel cultural, pasaron de duelo la navidad de 2013. El domingo 22 de diciembre, a una hora indeterminada, murió Diomedes Dionisio Díaz Maestre, sumo sacerdote de la bacanal, el goce mundano y la juerga. El señor de ‘‘la eterna parranda’’, de acuerdo a los tropos con que se refirió a él Alberto Salcedo Ramos.

 

Ese título lo ganó gracias a sus extraordinarias dotes de juglar y a los matices de una voz, cuyos influjos tenían el poder de convertir al público en una congregación de «feligreses que se [postraba sumisa] ante su Mesías». El ascendiente que el desaparecido cantante tenía sobre el público fue documentado detalladamente por Salcedo Ramos, a quien se ha proclamado como el mejor cronista colombiano de los últimos tiempos.

 

Según el cronista, cuando Diomedes comenzaba a cantar la gente entraba en una suerte de trance colectivo, que la llevaba a hacer cosas que no son entendibles desde la perspectiva racional. Analizando el fenómeno Diomedes, Salcedo Ramos advierte que ‘‘en los conciertos de los otros cantantes vallenatos el público quiere divertirse, básicamente. Los asistentes cantan, tocan las palmas, brincan, bailotean. Pueden pasarse la noche entera sin mirar hacia la tarima donde se encuentra el conjunto, porque para ellos lo que cuenta es su propia alegría’’.

 

En los conciertos de Diomedes Días no pasaba así. A él, en cambio, el público necesitaba ‘‘admirarlo’’. Cuenta Salcedo Ramos y todo aquellos que fueron testigos de esos espectáculos, que en los bailes que animaba Diomedes, las parejas que asistían allí para bailar, cuando él comenzaba a cantar abandonaban ese deseo, porque su canto, como si ‘‘fuera un conjuro’’, les arrebataba ‘‘el movimiento’’. Hechizados por su voz se dedicaban ‘‘a observarlo nada más […] maravillados, sometidos’’. De ese modo lo que se iniciaba como una fiesta, que buscaba el ‘‘puro disturbio de los sentidos’’, el ‘‘gozo en su estado más primitivo’’ terminaba convirtiéndose en un ‘‘culto pagano’’, en el que los feligreses se postraban ante su pontífice.

 

En esas ceremonias báquicas a menudo los fanáticos pasaban ‘‘de la adoración sosegada, contemplativa, a las expresiones de idolatría más delirantes’’. En medio del paroxismo colectivo, una que otra mujer se arrancaba el sostén y lo lanzaba con fuerza hacia la tarima; otra se quitaba el calzón y lo hacía girar, ‘‘desafiante, en su dedo índice levantado como el asta de una bandera’’; alguien levantaba un cartel con la frase: "eres lo máximo, DIOSmedes".

 

 

La idolatrarían de Diomedes Días por parte de su fanaticada se manifestaba en actos como el que registra esta foto : un hombre que se hizo tatuar en la espalda la efigie de Diomedes Días. Imagen tomada de google 

 

De la aceptación social que alcanzó su música –y del rechazo que algunos sectores de la sociedad colombiana (particularmente bogotanos) manifestaron frente a las tropelías de ese sujeto, que llevó una vida indiscutiblemente disoluta– dejó constancia para la posteridad un editorial del centenario y cachaco diario El Espectador, que nunca le dedicó en vida un editorial. En la nota póstuma del diario capitalino, donde raras veces se exalta con la opinión oficial de sus editores las gestas de los provincianos, se dijo que el inmensamente celebrado y nunca bien ponderado Cacique de la Junta fue «un cantante superdotado, probablemente único en su clase (por la potencia, por el timbre prodigioso de su voz), que volcó el legado del vallenato a toda la sociedad colombiana». Resalta el editorial que hoy nadie puede negar, sin importar la clase social o el estrato, que la música de Diomedes Díaz suena en "casas y en carreteras", en "todas las fiestas de todos los meses del año".

 

Sobre la popularidad de la música de Diomedes el cronista sincelejano Alfonso Hamburger afirmó que ‘‘en Colombia, en tiempos normales, cada 30 segundos suena una canción suya’’, lo cual explica porque Diomedes Díaz, como lo resaltó Liliana Martínez Polo, ‘‘se convirtió en el mayor vendedor de discos en la historia de Colombia’’. Sobre la cifra de discos vendidos por Diomedes, entre los analistas del mercado musical  hay quienes dicen que a lo largo de su carrera vendió 40 millones de copias. El bloguero Nelson Armesto Echavez, experto en mercadotecnia y conocedor consumado de la obra del artista, sostiene que desde el punto de vista comercial ‘‘Diomedes Díaz en Colombia no tiene punto de comparación’’, pues ‘‘hasta en sus malos momentos, sin publicidad y sin respaldo de los medios’’, Diomedes fue uno de los artistas más solicitados y vendedores del país. En conclusión y haciendo nuestras las palabras de la bloguera Nani Mosquera, Diomedes ‘‘vendió más discos que muchos artistas no tan corronchos”, que han salido más que él en la televisión y la prensa de farándula, sin tener la mitad del genio que él tuvo.

 

Sobre la aceptación de su música a lo largo y ancho del territorio nacional, ‘‘si miramos en la cabeza de todos los colombianos –asegura Mosquera–, encontraremos la letra de una de sus canciones en algún rincón’’. Sobre la aceptación de la música de Diomedes el investigador Cesar Rodríguez Garavito sostiene que ‘‘en un país fragmentado por regiones, sus canciones se convirtieron en la música de fondo que daba la impresión de algo coherente detrás de los fragmentos. Uno se montaba en un taxi bogotano oyendo una de sus tonadas, hacía trasbordo a un bus intermunicipal que tocaba todo su repertorio y era recibido por su voz en la terminal de Santa Marta, Villavicencio o Cali. Sus letras poéticas les hablaban, sus melodías ponían a bailar a colombianos de todo tipo’’.

 

El éxito musical de Diomedes Díaz fue tan monumental que, según un productor de Sony Music Colombia, él era ‘‘el único artista vallenato que podría pasar diez horas seguidas cantando solo éxitos, sin repetir ni una canción’’. Fue tan sólido su éxito comercial, que expertos en mercadeo musical han considerado que, en Colombia, Diomedes es uno de los pocos artistas a los que la piratería no ha podido doblegar. Él mismo dejó por sentado que la copia –sin permiso- de su obra no le quitaba el sueño. En entrevista con Daniel Vivas Barandica, publicada en la revista Boca, sobre el tema dijo: la piratería ‘‘a mí no me ha afectado mucho, yo he seguido vendiendo y parece que a todos, incluyendo a Sony Music, nos ha ido bien. […] La piratería vende más barato, llega a lo más recóndito y nos hace propaganda para llenar escenarios. Es un arma de doble filo’’.

 

El hecho de sentirse idolatrado sin contraprestaciones por un público que estaba ‘‘dispuesto (así lo advierte Salcedo Ramos) a perdonarle cualquier barbaridad con tal de que [siguiera] cantando’’, fue lo que lo llevó a componer el tema Para mi fanaticada, un himno que enardece el corazón de sus verdaderos fieles. En esa canción, acompañado por los acordes magistrales de Colacho Mendoza, en manifiesto gesto de humildad canta con vehemencia:

 

Toditas mis canciones siempre se refieren al amor

Pero esta vez me inspiro pa’ cantarle a mi fanaticada

Porque un artista solo no puede conservar su valor

Y hay que reconocer que ninguno nace con fama

Por eso yo con mi fanaticada

Siempre vivo contento cada día

Cantándoles bonitas melodías

De esas que yo compongo con el alma

 

Una muerte como en el paseo «Sueño Triste»

 

Diomedes cuando aún no era Celebre y comenzaba su carrera. Imagen tomada de google

Mi primer contacto con la música de Diomedes Días sucedió en la escuela rural del caserío de San Francisco, cabecera urbana de la vereda donde nací. Allí, a pocos pasos de la escuela, había una Cantina. Su dueño había traído de Venezuela, a donde había ido a trabajar en una matera, un tocadiscos que funcionaba con baterías y dos bocinas, que se podían escuchar a varios kilómetros de distancia. Esa festiva posesión hacía de él la única persona, en varias leguas a la redonda, capas de animar de manera moderna las parrandas de los adultos perdularios de la comarca de mi infancia.

 

El artefacto había convertido al tipo en un empresario próspero y apreciado por los tarambanas del villorrio. Para celebrar la vida o para ahogar las penas, los hombres de la región: pocas veces las mujeres vale la pena aclararlo, llegaban a cualquier hora del día o de la noche y solicitaban que se hiciera sonar en la radiola, por un peso la hora, su música favorita. Entre los temas que los emparrandados hacían repetir hasta el cansancio estaba el paseo Sueño triste, compuesto por Calixto Ochoa. La canción encierra un mensaje agorero, que sólo Diomedes Días y Colacho Mendoza pudieron transmutar en aire alegre. A veces estábamos tratando de aprender a sumar, cuando la voz de Diomedes nos llegaba con todo su esplendor, pregonando desde la copa del mango del patio vecino, donde estaba amarrada una de las bocinas:

 

En la revelación de un sueño yo presenciaba mi cadáver

Pero esto tenía un misterio porque yo amanecí grave

El día que muera este negro quedará de luto el valle

 

Reconstruyendo los hechos que rodearon su deceso, la agencia Colprensa reportó que después de haber oficiado como pontífice principal de una parranda celebrada en una discoteca de Barranquilla, a donde fue a lanzar su última grabación, que solo cinco días antes había salido al mercado, ‘‘El Cacique voló como el cóndor herido’’, cuando hacia una siesta. Según dicho reporte, como presagiando la llegada de la hora final, en medio de su última farra le dijo a uno de sus acompañantes: ‘‘compadre estoy cansado, me les voy a morir en la tarima’’. Al día siguiente, al llegar a su casa en Valledupar volvió a vaticinar el presagio fatídico. ‘‘No me dejes solo porque me voy a morir”, le dijo a su manager. Sin embargo el hombre partió y el hecho aciago se produjo. El cantante murió en la soledad de su alcoba.

 

La conmoción social generada por la noticia se manifestó de inmediato en las redes sociales y en las ventanas de comentarios de los portales de los medios nacionales e internacionales. De ello dejó constancia el corresponsal de BBC Mundo en Colombia, Arturo Wallace. En su reportaje se dio cuenta de la manera como sus seguidores lamentaron su muerte, valiéndose de todos los medios que encontraron a su alcance. El rastreo de ese dolor en el universo electrónico  confirma lo que de él decían los titulares de prensa: ‘‘Diomedes como artista fue grande y para el folclor vallenato’’ él es una figura ‘‘irreemplazable’’.

 

En Sincelejo –afirma un testigo de excepción-, cuando se supo la noticia, las parrandas del moribundo domingo se volvieron ambiguas, porque en el caribe colombiano, como lo canta un verso sin dueño, cuando la gente está en la parranda no se acuerda de la muerte. Siguiendo esa lógica, con el propósito de rendirle tributo y para que el duelo no dañara el espíritu de la navidad, se armó una parranda colectiva, en la que entre la música, el licor y los chistes ‘‘todos expresaban algo sobre el Cacique’’.


Caricatura de Diomedes Días, reproducida por las redes sociales. Imagen tomada de facebook

 

En la maraña de comentarios de los medios virtuales, la congoja que inundó el corazón de sus devotos se evidenció en frases como las de Constaza, que escribió en el espacio destinado por la BBC a sus lectores: ‘‘hooo Dios que tristeza [por] esta gran perdida’’. Por su parte Hugo Polanco Bohórquez sentenció para consolarse por la ‘‘irreparable pérdida’’ en la ventana de comentarios de El Espectador: ‘‘se marchó Diomedes dejando muchas canciones que en nuestro corazón perduraran. Se fue Diomedes Díaz, el mejor cantante y compositor, dejando junto a sus hijos y sus canciones [un pueblo que] en silencio lo llorara’’.

 

Por su lado Hollando (también comentarista de El Espectador) sostiene que el Cacique de la Junta fue ‘‘aquel hombre que le cantó a su tierra, a sus costumbres, a sus gentes, a su familia, a sus amigos, a sus tristezas, a sus desengaños, a sus alegrías; aquel cuya música ya es casi que obligatoria desde hace casi 40 años’’. Resignado frente a la fatalidad Alex Ramírez, un feligrés devoto de la religión de la parranda, escribió debajo de una de sus canciones en Youtube: ‘‘aquí no hay más que hacer sino beber, escuchar sus canciones, y despedirlo con alegría’’.

 

En realidad los parajes virtuales, más que las propias notas de prensa, resultaron ser el mejor lugar para recabar los testimonios sobre la saudade que embargó el espíritu de la fanaticada, por la muerte de ese, a quien el cronista Salcedo Ramos llamó ‘‘el espantapájaros más gracioso de nuestra historia’’. Fue allí donde  los observadores especializados en fenómenos sociales de masa debieron haberle tomado el verdadero pulso al estado de postración emocional, en que se sumergió el alma de la cofradía parrandera, que hizo de ese campesino sin abolengos su gurú, su guía espiritual.

 

En mi caso, mi primera zambullida en ese luto colectivo sucedió en el muro de Facebook de William Fortich. De manera sucinta y emotiva, quien fuera mi profesor de filosofía de la historia en la licenciatura de Ciencias Sociales registró compungido el hecho. ‘‘Colombia entera llora a Diomedes Díaz’’, escribió sin rodeos el profesor.

 

Sus palabras encontraron de inmediato eco en el sentimiento de Roger Pereira Espinosa, uno de sus contactos, que reaccionó a su comentario en tono grandilocuente: ‘‘Diomedes de por si era, es y será siempre un homenaje a la música, al folclor y al amor. Ya está muerto pero será siempre eterno su legado y jamás dejara de ser ese gran músico, eximio cantor y compositor. Perdemos a un gran artista. El mejor homenaje será seguir escuchándolo con alegría’’. La reflexión fue complementada por Clito Self Mogollón, quien minutos más tarde agregó: ‘‘Se fue el más grande entre los vallenatos’’.

 


El caricaturista Guillermo Angulo hace eco de la grandeza de Diomedes en el contexto de la música popular colombiana. Imagen tomada de  google

 

Los contactos del profesor siguieron su dialogo dolorido, en el que intervención tras intervención se iba dejando constancia que la obra musical de Diomedes Dionisio Díaz Maestre, como lo sostuvo Oliden Pérez Mora ‘‘es un legado cultural, de filosofía popular y de la expresión de los pueblos, en su diario vivir’’. Ese aspecto fue reforzado por Marly Luz Nieves Díaz, quien afirmó que ‘‘sus canciones son historias de la vida real’’. Para orientar la catarsis colectiva el profesor volvió sobre el tema anotando: ‘‘Las canciones de Diomedes son una fuente para conocer el alma colombiana. Diomedes Díaz [fue] un monumento a la cultura popular’’.

 

Sobre sus minutos finales, la BBC Mundo, que cita como fuente a su manager, José Sequeda, informó que ‘‘el músico falleció poco después del mediodía’’, cuando dormía en su casa de Valledupar. Como lo evocamos anteriormente, la manera como murió Diomedes es sin duda un guiño a los versos de Sueño triste. Ésta es una de las canciones que lo convirtieron en reverendo de la secta de tarambanas, que ya, rendida a sus pies, cantaba cuando sus canciones no se escuchaban más allá de los lugares, a donde llegan las ondas hercianas de las emisoras de la frecuencia AM del caribe Colombiano:

 

He tenido un sueño raro y triste donde la muerte me ha llamado

Yo recuerdo que le dije: «déjeme vivi’ otros años»

 

Desafortunadamente en esta ocasión la muerte no aceptó ningún pacto con el cantor. Éste, al contrario de aquella ocasión, no despertó llorando como en el sueño raro y triste que narra el paseo. En secreto el misterio de la muerte se consumó. Su vuelo al más allá, en medio de los festejos de fin de año, dejó en la orfandad a una « tribu de fanáticos», que no se cansó de lamentarlo y de gritarle ‘‘al mundo’’ durante su funeral ‘‘lo mucho que extrañarán al artista’’. Abatido por la congoja varios de sus seguidores escribieron en las colillas de comentarios de los periódicos virtuales y en las redes sociales: ‘‘¡Diomedes te tiraste la navidad viejo man! Por tu muerte la fiesta de fin de año será un velorio’’.

 

 

La muerte de Diomedes Días cambió el curso de las festividades navideñas y su entierro paralizó la vida de Valledupar, ciudad donde residía. Imagen tomada de    google  

 

Sobre la coincidencia azarosa y funesta de su funeral con la fiesta de Nochebuena, Alfonso Hamburger sostuvo que de todas las bromas de Diomedes, a quien le gustaba jugarle bromas a la gente, ‘‘la última’’: morirse en navidad, fue la ‘‘más dolorosa”. Durante las festividades decembrinas el Valle y la música de acordeón estuvieron de luto. Su fanaticada y su morena lo lloraron de manera desconsolada mientras era sepultado el 25 de diciembre. En la radio y en las fiestas no sonaba del mismo modo Mensaje de Navidad, canción que en los barrios populares, los caseríos y los villorrios del Caribe colombiano es más popular que cualquier villancico centenario. Por causa de la partida inesperada del Cacique de la Junta fueron pocos los que cantaron colmados de la alegría:

 

Unos dicen: "Que buena las navidades

Es la época más linda de los años"

 

Como Badiño, el personaje central de la novela de Jorge Amado Doña Flor y sus dos maridos, Diomedes ha muerto en pleno festejo. Para despedirlo el país entero ha parado por un instante la parranda. A su sepelio han concurrido por igual –con evidente rictus compungido- los buenos y malos hijos de la patria. Sin saludarse, se han detenido en silencio un minuto delante de su féretro para encomendarle su alma a Dios. Parafraseando un párrafo de la novela de Amado podría decirse que durante el festejo, en el Cesar y la Guajira, en señal de duelo, en los edificios públicos, en los clubes de la gente bien y en los burdeles de buena y mala muerte, la bandera nacional se izó a media asta.

 

El fusilamiento moral de Diomedes Díaz: la vida privada del artista tema de debate público en los medios


 

Diomedes Días reseñado por las autoridades carcelarias colombianas. Imagen tomada de google

En Colombia culturalmente hablando han cohabitado históricamente dos países bien definidos: el país Andino y el país Caribe. El país Andino es un mundo apegado a los valores eurocéntricos y devoto de los principios judeocristianos y las tradiciones morales católicas. De la mano de esos elementos las élites sociales e intelectuales han construido una concepción apolínea del mundo, que se esfuerza por resaltar las virtudes y esconder los defectos.

 

El país Caribe, al contrario, se rige por una visión filosófica de la vida gobernada por una moral epicúrea, hedonista y dionisiaca, cuyos postulados podrían resumirse bien en ese verso vallenato, que canta Ricardo Maestre y ameniza el acordeón de Julio Rojas: ‘‘yo parrandeo y  tomo ron y mujereo sin condición’’. Sin embargo, cuando el tema se analiza en detalle, se puede constatar que los costeños no son más borrachos, ni más perezosos, ni más machistas o  mujeriegos que los interioranos. Pero a diferencia de ellos están dispuestos a ventilar estos temas en público; y cuando lo hacen: para bien y para mal, se refieren a ellos mismos de manera hiperbólica y absurda, resignificando, como lo sugiere Armando Martínez Gutiérrez, ‘‘con ribetes de humor’’ aquello que, por su naturaleza, debería ser solemne. En síntesis: el absurdo, la hipérbole y la banalización de lo trascendental son los elementos básicos del imaginario de la gente del caribe colombiano, que según Gabriel García Márquez, es gente mamadora de gallo, tiene mucho humor y viven en una continua alegría.

 

Como la cosmovisión de los pueblos sale a relucir en la mitología, en el arte, en la literatura, los dichos, los chistes y el cancionero popular, el vallenato se ha convertido en uno de los vectores que más han explotado los habitantes de la costa norte colombiana, para transmitirle al mundo la visión que tienen de la sociedad, de la vida del amor y del disfrute. Respecto a éste último aspecto, el vallenato parrandero ha sido la mejor vía que ha tomado el temperamento báquica o dionisiaco del habitante de la región Caribe, sin ser este un ser que dedica la vida entera a la bacanal, para manifestarse sin que nadie lo ponga en duda. Ese temperamento báquico emerge de manera vigorosa en el merengue ‘‘Viernes cultural’’, compuesto por Julio Rojas e interpretado por los Embajadores Vallenatos, que de manera desvergonzada Canta:

 

Te dije que ya me iba y pues ya me voy

Así que deja la rabia y no friegues más

Es que no te has dado cuenta que el viernes es hoy

Y los viernes no los pelos

Con ansia yo los espero pa’salir a vagabundear

Hoy viernes salgo parrandear

Sábado yo vuelvo a beber

Domingo es pa’descansar

Y el lunes trabajo otra vez

Y no debes preocuparte cuando yo llegue de madruga

Yo si te quiero bastante así que déjame parrandear

 

La relación con Dios, que en el país Caribe es ambigua e informal, se resume en los versos sacrílegos de la canción Alicia adorada de Juancho Polo Valencia, en la que se recita de manera irreverente:

 

Como Dios en la tierra no tiene amigos

No tiene amigos y vive en el aire

Tanto le pido y le pido y siempre me manda mis males

 

En el fondo el individuo del Caribe colombiano, si nos atenemos al cancionero popular, no está muy convencido de que exista un más allá: una vida eterna. Y –en todo caso– si ésta existe no es mejor que la que llevamos aquí en la tierra.  ¿Sino que es lo que dice este merengue de Camilo Namen Rapalino, interpretado por los hermanos Zuleta (versión vallenata) y por Johnny Ventura, en la versión de merengue dominicano?:

 

Me dicen que el 3 de noviembre

La radio una noticia dio

Y así lo gritaba la gente

Un parrandero bueno se murió

Y San Pedro conmigo fue indiferente

Y llegando a la puerta me rechazó

Parece usted muy mala gente

Déjeme consultar esto con Dios

Me quedé esperando la respuesta

Me sentía bastante preocupado

Y me dijo Dios aquí no lo acepta

Porque usted ha cometido mucho pecado

Me mandaron derecho pa’onde el diablo

Y tampoco me quiso abrir la puerta

Cuando iba saliendo me dijo un diablito

El diablo que se vaya pa’la tierra

Que todavía usted está muy jovencito

Y que siga su vida parrandera […]

Después del sustazo que me llevé

Por todo lo que estuve pasando

En el San Juan de Dios desperté

Con gana de beber y seguir bailando

Pero yo no sé cómo van a hacer

Esa gente que el diablo está esperando

Que si no se corrigen van a ver

El vainazo que les va mandar ese diablo

Porque yo mi problema ya lo arreglé

Y le juro que de la tierra más nuca  salgo

 

Esa percepción escéptica sobre la vida, la muerte y lo que viene después sale a relucir en una entrevista concedida por el propio Diomedes Díaz a Ernesto McCausland, en la que afirma que no quiere morirse porque no está seguro que los muertos pasen a un mundo mejor. Según Diomedes, si fuera verdad que la gente tuviera una vida mejor en el más allá, mucha gente estaría dispuesta a morirse en el momento mismo, pero como no se sabe que hay después de la muerte, nadie quiere morirse de ninguna forma, ni siquiera de viejo.

 

El caricaturista Ronny recoge opiniones de Diomedes en entrevista con Ernesto  McCausland,sobre la muerte en una caricatura que hace eco de su fallecimiento. Imagen tomada de google

 

Es esa visión filosófica del mundo, la que explica porque las celebraciones de los actos litúrgicos del santoral católico han sido –desde los tiempos coloniales – secundadas siempre por parrandas monumentales, que se organizan bajo el leitmotiv de ‘‘esta noche amanecemos/ amanecemos parrandeando’’. Nada raro –por eso- que una de las canciones emblemáticas en la discografía del desaparecido Diomedes Díaz haya sido un merengue, compuesto por Calixto Ochoa, que canta de manera libertina

 

Si la vida fuera estable todo el tiempo

Yo no bebería ni malgastaría la plata

Pero me doy cuenta que la vida es un sueño

Y antes de morir es mejor aprovecharla

Por eso la plata que caiga en mis manos

La gasto en mujeres bebida y bailando

 

En otras palabras, para los hijos del Caribe colombiano, como reza un viejo son cubano, el eslogan es: ‘‘hay que gozar la vida/ porque la vida es corta/ gózala como es debido/ no hagas otra cosa’’. O como lo canta el Gran Combo de Puerto Rico

 

Vamos a seguir bailando,

Vamos a seguir contentos

Y sigamos vacilando

Vamos a seguir en esto

Porque un día de éstos

Que tú veras que va llegar un demonio atómico

Atracatan, acanganas, y nos va limpiar

Y después de muerto no se puede gozar

 

Volviendo al tema de fondo: el debate que se desató con ocasión de la muerte de Diomedes entre algunos sectores costeños y cachacos. A través de la historia, a partir de sus respectivas visiones ontológicas, esos dos países: el país Caribe y el País Andino, han mantenido un debate larvado, que se agita de tiempo en tiempo. En el cruce de opiniones se ventilan los respectivos estilos de vida y concepción del mundo. Partiendo de su bagaje socio-histórico, los dos pueblos han estructurado sus relaciones e intercambios en el plano social y cultural. Sus interacciones, tomadas a la ligera –y vistas desde lo alto–, podrían considerarse como conflictivas y antagónicas.

 

Sin embargo, cuando uno se adentra en la realidad colombiana a partir de la manera como los sectores populares y las élites viven su vida y festejan los momentos placenteros de ésta, se da cuenta que estos dos países, si bien son antagónicos también son complementarios. Esto fue lo que llevó a los políticos Alfonso López Michelsen y Ernesto Samper Pizano a Celebrar sus ancestros vallenatos. Es eso mismo lo que ha llevado a ciertos sectores de la elite bogotana, después de la década de 1990, a peregrinar al festival vallenato y al Carnaval de Barranquilla, y a dejarse tomar fotos en sus parrandas y festejos. Es el deseo de impregnarse del desparpajo caribe lo que llevó a los herederos: los delfines, de varias de las más importantes figuras del poder político y económico interioranas a casarse con mujeres costeñas, luego del ascenso de ‘‘un boom de personalidades’’, que han tenido éxito en la música, la moda y el deporte.

 

A través de esa relación conflictiva y de complementación, es como a lo largo de la historia reciente las gentes de las dos regiones se han influido mutuamente y han participado en la construcción de la identidad cultural colombiana. Al mismo tiempo, sin querer queriendo, se han ido mesclando, mientras se mofan y ridiculizan mutuamente, como lo hicieron Tatiana Bernal, ‘‘Contra las costeñas’’, y  Margarita García, ‘‘Contra las cachacas’’, en la revista Soho.  

 

La muerte de Diomedes Días volvió a agitar en los medios tradicionales y alternativos, además de las redes sociales la confrontación entre esos dos países sobre sus hábitos y mores respectivos. El debate que se desató por los excesos que caracterizaron la vida de Diomedes, hace parte de un debate que remontó a la superficie en los albores del siglo XX y se profundizó a partir de la década de 1930, marcando de manera contundente la dinámica de la vida cultural colombiana. Desde entonces los dos países compiten entre sí por imponerse el uno sobre el otro y por influenciar a los colombianos residentes en las regiones periféricas y menos dinámicas del territorio nacional.

 

Sobre la incomunicación de esos dos mundos, que vivieron de espaldas el uno del otro hasta la violenta década de 1950, los mejores testimonios los encontramos en la obra literaria y periodística de Gabriel García Marqués. Este escritor, al lado de Lucho Bermúdez, Rafael Escalona y Pambelé, de un lado, y de Daniel Samper Pizano y Alfonzo López Michelsen del otro, se encuentran entre aquellos que provocaron –consiente o inconscientemente-  el acercamiento y la exploración mutua entre la gente de esos dos mundos. Retomando a García Márquez podría decirse que hasta el comienzo de la década de 1960, muchas regiones del Caribe Colombiano eran zonas “que tenían una vida propia” y “sus contactos eran mucho más frecuentes con Venezuela”, con Curacao  y Panamá, “que con el interior del país”. A raíz de la construcción de la infraestructura carreteril y a las diferentes oleadas de violencia, que lo han sacudido desde la década de 1950, llevando gente de una región a otra por la fuerza Colombia –sostuvo en una ocasión Gabo- se abrió y “se volvió esta cosa compleja que hoy es”.  

 

Mal educada en temas de cultura nacional: pues la historia regional y local está aún por reconstruir, la geografía nacional aguarda por ser descubierta, catalogada y documentada y la lectura antropológica y sociológica de la sociedad está en su fase inicial, la gente comenzó a reconocerse –y definirse– a  través de los prejuicios que existían sobre el otro. Por eso para el país Andino el país Caribe es un país de indios, negros, zambos y mulatos perezosos, de modales inciviles, de vocación idolatra, de gusto ramplón, de instinto vicioso, de vida perdularia y espíritu parrandero, de cultura machista, de talante botarate, de alma bullosa, de ademanes descomedidos, de gusto ordinario, de costumbres indecorosas. De eso han dejado constancia los opinadores andinocentristas en todos los periódicos del país, dan testimonios los chascarrillos que se cuentan en las plazas de mercado sobre los costeños y dejan constancia los comentarios de los lectores de periódicos electrónicos y las centenas de mensajes, que sobre el asunto circulan en las redes sociales. El que quiera comprobarlo –en página y media– puede leer el artículo de Tatiana Bernal ‘‘Contra las costeñas’’

 

A la sazón, uno de los chistes que más circula en el universo cibernético de los medios andinos cuenta que una vez apareció entre los anuncios de prensa, uno que decía: ‘‘Costeño trabajador y sin vicios busca pereirana virgen para fines serios’’. A continuación se cierra el chiste diciendo: ‘‘¡Ni lo uno ni lo otro existe, pues de eso no hay!’’. Otro apunte, que sirve de muestra para ilustrar el mismo asunto, lo recuperamos entre los comentarios de El Espectador. Allí un lector apodado SCK sostiene que ‘‘los corronchos son tan apocados y carentes de poder cognitivo que ni siquiera [sirven] para ser líderes de los bandidos’’. Eso explica según él porque ‘‘los corronchos con su pereza y valores ambivalentes han dado [el mayor] aporte en el atraso de esta república bananera’’.

 

Por su parte el país Caribe se esmera en presentar al país Andino como un territorio habitado por un pueblo de mestizos tristes, violentos y rezanderos; una comarca poblada por gente solapada, que mientras peca, para empatar, reza. En otros términos: una sociedad gobernada por un moralismo pacato, que lleva a la gente a esconder la mugre debajo de la alfombra, aparentando que tiene la casa limpia, para así poder dar lecciones de moral a los demás, mientras practica la inmoralidad. Según los críticos de los cachacos, éstos se van a otras tierras a hacer aquello, que siempre han deseado hacer en su tierra y no son capaces de hacer por el temor al qué dirán. Una buena síntesis de ese discurso se encuentra en la página y media, que Margarita García escribió ‘‘Contra las cachacas’’.

 

En el plano político también hay diferencias que se advierten sin mucho esfuerzo. Mientras el país Caribe se ha caracterizado por ser un pueblo de tradición liberal, el país Andino se alinea más con las ideas conservadoras.


 

Diomedes y Dorias Adriana Niño, una mujer que resultó muerta en una de sus parrandas. Imagen tomada de google

Con la muerte de Diomedes Díaz, un cantor popular extraordinario, que nunca escondió su estilo de vida disipado, que –muchas veces habló sin tapujo de sus vicios y defectos con los periodistas– se alborotaron los adeptos –y detractores – de cada campo, porque para bien o para mal, Diomedes condensó en él solo lo que enorgullece al país Caribe y lo que escandaliza al país Andino. Por un lado fue, como lo resaltó un comentarista de periódicos electrónicos, apodado EGD: ‘‘un hombre con una sensibilidad poética excepcional’’, que ‘‘interpretó como pocos, los sentimientos y la cotidianidad de todo un pueblo’’. Por el otro, fue un ‘‘mujeriego, periquero, ostentoso, despilfarrador’’, que cuando se le preguntaba por sus vicios decía en tono jocoso : ‘‘yo he probado de todo, he tenido fiestas que pa’qué te cuento’’.

 

Para aquellos que detestan al país caribe, como es el de un comentarista de El Espectador apodado  Darioiv, ‘‘este individuo como artista dejó un legado musical para las personas que gustan de esa música de prostíbulos, de cantinas, de sirvientas, de emboladores, de albañiles y de la chusma de costeños’’. En fin, como acota Ali Cates (otro comentarista del mismo diario), Diomedes fue más bien un representante del ‘‘antiarte’’ o un ‘‘artista como sea para la corronchería y, en el interior, para los choferes de buseta’’. En síntesis, y en palabras de Germanwide, Diomedes fue la expresión natural de ‘‘la incultura, la ordinariez, el ídolo de la plebe y el lumpen’’.

 

De lado de los líderes de opinión reconocidos, que hicieron pública su aversión frente a lo que encarnó Diomedes Díaz y condenaron su legado cultural, por haber vivido una vida privada poco ejemplar, se contaron Salud Hernández Mora, Cecilia Orozco Toscón, María Elvira Bonilla y Eduardo Escobar. Luego de la muerte de Diomedes, estos formadores de opinión publica dedicaron toda su capacidad intelectual a resaltar al ‘‘Diomedes que hay que olvidar’’, abrigando la esperanza de que el país olvide del todo a Diomedes, porque los tipos como él reflejan, según Orozco Toscón, ‘‘a una nación sin cultura política y sin valores ciudadanos, apenas con unas cuantas identidades regionales’’.


En fin, entre los formadores de opinión no faltan aquellos que piensan como Decartonpiedra (comentarista de El Espectador), que odia a Diomedes porque fue uno de los artífices de la popularización del vallenato en todo el país y con el vallenato ‘‘Colombia se vulgarizó’’. Eso es lo que, palabras más palabras menos, traduce la columna de María Elvira Bonilla, cuando resalta que el despliegue que le dieron los medios a la muerte de Diomedes Díaz induce al país a la ‘‘confusión’’ y la ‘‘desmemoria’’, porque de ese modo se olvida ‘‘el repugnante machismo que [Diomedes Díaz] desplegaba con vulgaridad en la tarima y por fuera de ésta, rodeado de jovencitas que envolvía con la seducción de sus canciones’’.

 

Del otro lado se encuentra un numero amplio de personas, que nos recuerdan que Diomedes fue, como lo destaca Liliana Martínez Polo, en un reportaje póstumo publicado en El Tiempo, ‘‘alguien cuya infancia fue dura, pero se dio las mañas’’ suficientes para convertirse en ‘‘el ídolo más grande que ha existido en el vallenato en toda su historia”. Esta proeza resulta más asombrosa si se tiene en cuenta que Diomedes solo fue; en palabras de Ahero93, un campesino con sensibilidad poética, pues aparte de los temas que abordó en sus canciones, en el fondo él nunca fue ‘‘un tipo culto y profundo en opiniones’’.

 

La percepción de Cecilia Orozco Toscón sobre el muerto –y de contera sobre la manifestación cultural que representaba Diomedes- concitó entre sus lectores el afloramiento de la visión que el país Andino tiene del país Caribe. De todos aquellos que comentaron su nota en El Espectador, quien mejor condensó el discurso que retrata a los habitantes del caribe colombiano como personas de modales inciviles es un lector, que comenta bajo el apodo de Fantomas. Según Fantomas,  ‘‘la ramplonería’’ es ‘‘algo inherente a la idiosincrasia propia de los pobladores de la región Atlántica’’. Por eso no se puede esperar ‘‘algo diferente de los pobladores de esa parte del país’’ sino el culto a tipos como Diomedes Díaz y Rafael Orozco, los dos cantantes más importantes del "vallejarto".

 

Diomedes Díaz y Rafael Orozco, los dos cantantes más célebres del vallenato. Imagen tomada de google 

En su columna en el influyente diario El Tiempo, Salud Hernández Mora, en el obituario que dedica al difunto, más que resaltar ‘‘al artista, el genio, que lo fue’’; se centra en recordarnos ‘‘el pésimo ejemplo vital que daba’’. Según ella el legado cultural de Diomedes Días ‘‘debería enterrarse con él’’, porque representa una ‘‘idiosincrasia que solo genera rencores, tragedias, frustraciones y lágrimas’’.

 

La reacción frente a los tropos de Hernández, que es de origen español, provino del lado del periodista samario Víctor Sánchez Rincones. Desde España, donde reside, Sánchez Rincones, le reclama a Hernández Mora por los conceptos contenidos en su columna. Según él, si bien es sabido que ‘‘Diomedes no fue un santo’’ pues ‘‘eso todo el mundo lo sabe’’, su vida personal no debe ser usada como racero ‘‘moral’’, para ofender a la sociedad costeña. Sanchez Rincones  aprovechó la controversia con Salud Hernández para recordarle al público que la vida privada de Diomedes no fue diferente a la de ‘‘Elvis Presley,  John Lennon o el propio Michael Jackson, genios de la música que no vinieron a este mundo para dar cátedras de moral’’.

 

Una posición similar a la de Sánchez Rincones esboza Franchi1979, un comentarista de El Espectador, que se detiene sobre la columna de Cecilia Orozco Toscón. Según este comentarista, la despedida apoteósica que los seguidores de Diomedes le hicieron fue para rendirle un homenaje póstumo al gran genio ‘‘de la música que fue’’, lo cual no quiere decir que la gente haya olvidado que él había ‘‘cometido errores en su vida’’. Destaca el comentarista que, ‘‘al igual que admira a grandes como Sinatra, Winehouse y Morrison, entre otros que tuvieron una vida de excesos’’, la gente admira a Diomedes, porque como ellos él también fue un grande de la música. En tal sentido, cuando la gente desfiló ante su ataúd y asistió masivamente a su entierro, no lo hizo para celebrar sus pecados. Lo hizo porque ‘‘recuerda su talento’’, que es lo que al final quiere honrar.

 

 

 

Caricatura de Safady en el diario el Pilón de Valledupar evoca algunas de las canciones célebres de Diomedes, que según el caricaturista hicieron de él un inmortal. Imagen tomada de google

 

La bloguera Nani Mosquera tratando de poner las cosas en perspectiva llama la atención sobre un punto: Diomedes fue un ‘‘ícono, ídolo, pero no modelo a seguir’’. Para ella, la vida de este artista repite ‘‘una fórmula que se repite en muchas estrellas de la canción mundial’’. Sobre los motivos de fondo de la controversia, Mosquera sostiene que éstos retratan, de cuerpo entero, la idiosincrasia verdadera del colombiano, que está atravesada por la intolerancia frente a la diferencia, el clasismo o arribismo social y el regionalismo.

 

Eso es lo que explica, según ella, porque en los medios capitalinos una tropa de comentaristas –bastante activos- se dio –ordenadamente– a la tarea de descalificar al artista vallenato, llamándolo ‘‘corroncho, por su forma de vestir y de actuar’’ y a denigrarlo por su origen y por los lunares morales, que marcaron su vida privada. En efecto, queremos traer a colación uno de esos comentarios, que representan el lado más pesado de la controversia: el comentario de  Jaimeur, en El Espectador. Según este lector de periódicos en línea "ni el ñame es comida, ni el vallenato es música’’, y la mejor forma de hacer patria es ‘‘matar costeños".

 

En general Nani Mosquera resalta que hay un alto grado de hipocresía detrás del discurso moralista de aquellos que tratan de descalificar la música y el legado cultural de Diomedes, resaltando su vida desordenada y el escándalo judicial en el que se vio involucrado por la muerte de una de sus amantes, sin detenerse a reparar sobre la calidad de las contribuciones que hizo este cantante en la construcción de la identidad cultural de Colombia. Sobre el particular, la bloguera destaca que Diomedes hizo parte de una oleada de personajes costeños, que llevaron a los bogotanos a adoptar como iconos representativos de la colombianidad la música vallenata, el sombrero vueltiao y la mochila aruaca.

 

Dentro del fusilamiento moral –como lo llamó Charles8110- que se desató por el cubrimiento mediático, los honores oficiales que se le tributaron a nivel local y el entierro multitudinario del que fue objeto Diomedes, una de las voces más centradas fue la de Catalina Ruiz-Navarro. En una columna, en la que separaba al hombre del artista, llamó la atención sobre un hecho: ‘‘una cosa es celebrar al músico y otra defender a un hombre, por demás indefendible’’, porque no es comprensible ‘‘que les hagamos exigencias éticas a nuestros ídolos’’ del espectáculo, porque ‘‘los artistas no tienen por qué ser líderes morales’’, ya que ‘‘el objetivo del arte y el entretenimiento no es educar éticamente’’.

 

En el fondo el debate ha resultado tirante porque –en general– en Colombia las figuras públicas, que están llamadas a ser referentes éticos se han devaluado. Esa devaluación ha llevado a la gente a buscar esos modelos en los individuos que no cumplen esa función, olvidando que los artistas no vienen a este mundo para ser referentes en el campo de la ética sino en el de la estética.

 

Sobre la manera positiva como se ha evaluado la obra de Diomedes Días luego de su muerte, Sebastian Grijalba, lector de Noticias Montreal, sugiere –con cierta frustración- que ‘‘definitivamente no hay muerto malo’’. Para él, Diomedes fue un ‘‘maestro del vallenato pero un asco de ser humano’’. Su juicio podría ser enteramente correcto, pero como lo sentencia Yosoyunica, una comentarista de la columna de Catalina Ruiz-Navarro, ‘‘a Diomedes se quiere como artista, no como persona’’, porque como artista, Diomedes Dionisio Díaz Maestre nos brindó (de eso deja constancia Juan Mesa otro comentarista de la nota de la misma autora) ‘‘felicidad y armonía’’.

 

El poeta Eduardo Escobar, una de las plumas más aquilatadas del país andino,  afirma ‘‘nunca [haber entendido] que el país lo convirtiera en ídolo’’. Para él, ‘‘Diomedes nunca pasó de ser más que un formidable aullador, en los escenarios, y por fuera de los escenarios un canalla, indigno de servir de modelo a las generaciones del futuro’’. Sin embargo, haber llegado a ser quien fue, a pesar de haber sido, como lo advierte Frank Molano Camargo, un niño colombiano, que ‘‘tuvo una escolaridad de baja intensidad’’, que ‘‘escasamente aprendió a leer y escribir’’ y de haber perdido un ojo en la infancia, es lo que hace a Diomedes Dionisio Díaz Maestre uno de los diez personajes históricos más importantes del siglo XX en Caribe Colombiano.

 

Entre sus logros se encuentra el de haber sido capaz de cultivar en el corazón de la gente una alegría genuina, una esperanza romántica y la consolación frente a la adversidad, en medio de la tragedia humanitaria en que se debatió Colombia durante la época en que él hizo carrera. Es por eso que se llora y se lamenta su muerte, a pesar de que un número considerable de personas,  como Ampuloso, un comentarista de El Espectador, se lamenten ‘‘que no se haya muerto antes’’.

 

Un espantapájaros entre los personaje de la historia nacional

 

 

Diomedes Días y Joe Arroyo, dos de la figures más importantes de la música popular en Colombia en el último cuarto del siglo XX. Los dos no escondieron su adicción a las drogas y los dos desaparecieron en la cúspide de la celebridad a pesar de las dificultades de todo tipo que vivieron en su niñez. Imagen tomada de google

 

La vida de Diomedes Díaz no deja persona indiferente. Quienes se detengan sobre la figura del artista podrán constatar que, como bien lo advirtió el abogado Abelardo de la Espriella, éste ‘‘cantaba y componía con el alma, sentía lo que hacía, era auténtico’’. Quienes miren al ser humano encontrarán a un hombre que, como lo resaltó Alberto Salcedo Ramos, vivió una vida ‘‘desmesurada y desordenada’’. Mirada desde la óptica del puritanismo su vida privada puede ser catalogada de inmoral. Quienes la miren desde la perspectiva del éxito social descubrirán en él un individuo con talentos superlativos, que habiendo salido de la nada alcanzó el pináculo de la fama. La condición dual del personaje: esas dos caras que se pueden apreciar al mismo tiempo desde cualquier perfil, hacen que su recorrido vital no sea un tema fácil de abordada desde la perspectiva de la simple biografía.

 

Para poder mostrar todos los matices que se esconden detrás del hombre de manera justa, aquellos que quieran ocuparse de su paso por el mundo de los mortales deben sentirse tentados a abordar sus vivencias más desde el ámbito de la crónica literaria, la novela social o el ensayo socio-filosófico. Escribir sobre Diomedes, desde la biografía, es correr el riesgo de amputar su historia personal de los pasajes, que nos podrían ayudar a entender porque fue quien fue a pesar de todo. Resaltar una sola cara de la moneda pude desembocar en su demonización o en su idealización. Enfocarse en la vida controvertida y escandalosa del artista sería un acto de simple populismo moralista, que llevaría a la reducción de su legado artístico a la mínima expresión. Concentrarse en la genialidad artística que lo caracterizó y pasar por alto sus tropelías, es una actitud permisiva y sobreprotectora, que le impediría a las nuevas generaciones aprender de los errores de quienes las precedieron. En tal sentido, quién escriba sobre Diomedes debe tener clara una cosa: fue un hombre de su tiempo y un producto de su medio. Por eso es uno de los iconos más excelsos de la sociedad en la que nació, se reprodujo y murió.

 

Sobre lo anterior vale retomar los conceptos de Cesar Rodríguez Garavito, para quien Diomedes es una metáfora que resume correctamente la cultura nacional. Según Rodríguez Garavito, Diomedes sintetizó de manera correcta ‘‘la colombianidad’’, que consiste en un ‘‘mezcla de gozo y violencia, de celebración y maquinación’’, –y porque no decir– de propensión al vicio y a la pacatería santurrona. Esa mezcla explosiva ha hecho de Colombia ‘‘al tiempo una de las sociedades más felices y una de las más violentas del mundo’’. En ese orden de ideas Diomedes Díaz fue, paradójicamente, uno de los pocos colombianos de su tiempo, que tuvo la capacidad de ‘‘soldar esa amalgama idiosincrática, esa perplejidad sociológica’’, que es Colombia, en un solo concepto. La letra de sus canciones y su voz le hablaban a los colombianos de todas las regiones y ‘‘sus melodías ponían a bailar a colombianos de todo tipo’’. Eso lo convirtió en el tenor mayor del coro, que consolidó al ‘‘vallenato como la banda sonora nacional’’.

 

En lo que concierne a su lugar en la historia del vallenato, Diomedes fue y será por mucho tiempo, al lado de Jorge Oñate, Poncho Zuleta, Rafael Orozco y Alberto Sabaleta, una de las seis figuras iconográficas de esa música. En ese grupo comparte con Rafael Orozco Maestre, en las preferencias del público, el reinado de la popularidad. Cuando Diomedes llegó a la escena musical vallenata a finales de la década de 1970, Oñate, Orozco y Zuleta ya habían consolidado un nombre y un público a lo largo y ancho del mundo rural y semiurbano de la costa atlántica, así como en las ciudades secundarias de esa región colombiana.

 

Jorge Oñate, Alberto Villa, Poncho Zuleta y Diomedes Días, cuatro de las figuras que contribuyeron a expandir el vallenato por todo el territorio colombiano ytimg

En materia de público, Rafael Orozco: en opinión del sociólogo y cronista Alfredo Molano Bravo “la voz más pura del vallenato”, se convirtió a lo largo y ancho del país en el preferido de la población femenina y de la clase media urbana educada, que comenzó  a declararse discretamente amantes del vallenato. En cuanto a Diomedes, este se volvió el ídolo de todos los parranderos y juerguistas, al igual que de aquellos místicos, que amaban su entrega a la hora de cantar. La popularidad de Diomedes: así lo destaca Erminio Mestra Osorio, creció gracias a que él fue de los pocos que comprendió la verdadera forma como “debe cantarse el vallenato, cómo debe sentirse el vallenato”.

 

En cuestión de estilos, mientras Orosco se consagró como el cantante que le proporcionaba a las canciones, que portaban mensajes amorosos una aureola de romanticismo, que le daba credibilidad al idilio; Diomedes se consagró a su turno cantando canciones que le rendían culto a la vida perdularia, que exaltaban la altivez masculina en los momentos de crisis amorosas, que llevaban declaraciones de amor a través de discursos festivos, que siempre compuso para su esposa, o relatos que exaltaban la vida de uno que otro personaje del malevaje.

 

Ese es el caso de la canción “Lluvia de Verano, que según el cronista Fredy González Zubiría fue compuesta por Armando Marín en honor de Lisímaco Antonio Peralta Pinedo, un campesino guajiro, que “gracias a la marihuana había” hecho fortuna. En su discografía, de todas las canciones de esa orientación, la más celebrada y reconocida es el paseo el Gavilán Mayor compuesto también por Armando Marín. La canción rinde homenaje a Raúl Gómez Castrillón, un hombre cuya fama se labró en medio de los negocios ilícitos, pues la mariguana lo sacó de la miseria, lo subió al trono y lo coronó como uno de los caporales del malevaje en la frontera entre Colombia y Venezuela.

 

Proveniente de un campesinado, que había usado al vallenato, desde tiempos inmemoriales, como instrumento de catarsis social, que le permitía rumear sus cuitas, burlarse del poder estatal, insultarse y decirse sus cuatro verdades sin matarse, o reclamarle a Dios por la manera desproporcionada como repartió la riqueza en el mundo, el mafioso guajiro y vallenato encontró en la música de sus ancestros el medio ideal para contarle al mundo su epopeya. En un país donde las incipientes casas disqueras estaban más interesadas en encontrar la estrella, que hiciera brillar el rock y la balada nacional en el contexto iberoamericano, o el cantante de salsa que se equiparara con las figuras de Puerto Rico y Nueva York, el mafioso se convirtió en el mecenas de un género musical sin padrinos en la industria fonográfica.


 

El Gavilán mayor, personaje reconocido en el mundo del malevaje en la frontera colombo-venezolana, que se convirtió en gran mecenas de los nacientes conjuntos vallenatos en la década de 1970. Imagen tomada google.

De ese modo, la bonanza de dinero que trajo el comercio de Mariguana benefició –directa e indirectamente- a los conjuntos vallenatos que emergían. En un reportaje sobre la vida del Gavilán Mayor, el Diario del Norte deja constancia de la manera como los negocios turbios de la bonanza marimbera abrieron para los artistas vallenatos “una puerta muy grande”, que los llevo a hacer indirectamente “causa común con el comercio de la droga”. En tal sentido podría asegurarse que no es un secreto que –a través de sus parrandas –, los varones del tráfico de mariguana financiaron el ascenso de muchas de las grandes glorias del vallenato, pues como en el caso de Gavilán Mayor eran amigos personales “de músicos y compositores”.

 

La locura generada por la bonaza marimbera en el campesinado guajiro, como lo resalta González Zubiría, financió la composición de melodías, que exaltaban los nombres de los nuevos ricos. Estas canciones fueron adoptadas como cantos triunfales “por toda una generación de guajiros y costeños”, pues eran los himnos “del marimbero triunfante”, representado en el “campesino que zafó a la pobreza o del urbano que había pasado de ser un varado a “tener la tula”. Igualmente ese vallenato era también el canto de los muchachos de los municipios y ciudades secundarias de la costa, que salían a terminar el bachillerato en Barranquilla, Cartagena, Medellín o Bogotá o a estudiar en la universidad.

 

En síntesis, en la Costa Atlántica, el vallenato se convertía en la música de una clase media que emergía en las ciudades terciarias a través del estudio o a través del empleo asalariado, y de una clase rica marginal, que surgía a partir de un campesinado pobre que encontró en el tráfico de drogas la ruta del ascenso social. ¿Pero por qué se convertía el vallenato en la música de los grupos sociales emergentes y porque Diomedes subía al cenit de la fama con ellos?  

 

Si bien habría múltiples razones que se podrían evocar, en esta ocasión nos vamos  a detener en una. Al momento de la irrupción de Diomedes en el mundo del disco, si tomamos como ciertas las consideraciones de García Márquez en su crónica “Valledupar, la parranda del siglo”, “las familias encopetadas de la región consideraban que los cantos vallenatos eran cosas de peones descalzos, y, si acaso, muy buenas para entretener borrachos, pero no para entrar con la pata en el suelo en las casas decentes”. En las ciudades con tradición industrial o portuaria: Medellín, Bogotá, Cartagena, Barranquilla Bucaramanga, y en menor grado Buenaventura y Santa Marta, el esnobismo de los grupos de clase media, urbanos, educados o no y obrera, los llevaba a despreciar los ritmos terrígenos, como el vallenato o el mapalé y a rendirle culto a la balada, el bolero, la salsa y el rock. De ello da bien cuenta la bloguera Marley Jaramillo, que sostiene –sin poner en evidencia sus fuetes– que en Barranquilla, hasta antes de la construcción del Puente Pumarejo,  “prácticamente no se escuchaba vallenato’’.

 

Hasta el comienzo de la década de 1970, así lo sugiere el autor del blog misdeberes, el barranquillero se consideraba habitante de una ‘‘ciudad salsera por excelencia’’, cuyos habitantes tenían ‘‘más en común culturalmente [hablando] con un cubano, un puertorriqueño, un panameño, que con un vallenato’’. Para este bloguero, en aquellos tiempos no eran pocos los barranquilleros que consideraban que el vallenato ‘‘no pertenecía a la música costeña típica de nuestra región caribe’’. Sobre el tema aún hay quienes siguen expresando en foros de internet, como ‘‘La-salsa-y-solo-salsa’’, que Barranquilla perdió su talante y tradición salsera porque ‘‘la mayoría de jóvenes Barranquilleros son hijos de personas que se vinieron a nuestra ciudad de pueblos, corregimientos y veredas donde el vallenato impera por doquier y donde la única emisora que llegaba con potencia y claridad era Radio Libertad, con su cargamento de música saturada de acordeones y con locutores , en su mayoría, con orígenes , dialectos y cultura vallenata o sabanera’’.

 

La situación en Cartagena era similar a la de Barranquilla. Allí, en general hasta antes de la aparición de las cinco figuras iconográficas del canto vallenato,  pero particularmente de Rafael Orozco y Diomedes Días, el vallenato era visto; tal como lo anota Marco Fidel Vergara Seña (p. 32): como una ‘‘música de campesinos elementales pastores analfabetos y gente de mal vivir’’, un género sin clase ‘‘que animaba parrandas en el patio trasero de la casa de putas o la fonda del Camino’’. Hasta antes del Festival Vallenato, esta música estaba proscrita hasta en el Club Valledupar, donde la ‘‘alta sociedad lo miraba con desconfianza, como cosa de negros y de pobres’’.

 

El grupo de cantantes de la generación de Diomedes, al lado de una nueva generación de letristas: compuesta básicamente por muchachos que habían salido a estudiar a universidades de Barranquilla, Bucaramanga y Bogotá, y de acordeoneros que tomaron el puesto de la generación que dio origen al mito de Francisco el hombre, hizo del vallenato un referente nacional. Como la subraya Tatiana Acebedo, esta nueva generación ‘‘conformó grupos vallenatos, los uniformó con pintas de colores y los llevó de feria en feria, de caseta en caseta hasta El Show de las Estrellas’’ de Jorge Varón.

 

Sin embargo, al contrario de los Hermanos Zuleta, herederos de la fama de un acordeonero y letrista reconocido y de Rafael Orosco, un mestizo blanco con perfil gracioso, que se convirtió, como lo destaca Javier Ortiz Cassiani, en el ídolo del público femenino, Diomedes no tenía, a parte de sus deseos de cantar, su habilidad para componer y su voz, algo que atrajera la atención de la gente a primera vista. En adición, la malaventura lo llevó a perder un ojo y un diente antes de llegar a la adolescencia.

 

La pobreza material –y su deseo de ser reconocido– lo  llevaron a valerse de los dones que el Cielo le deparó para ganarse la vida y ayudar a su familia, mientras la mayoría de los muchachos de su edad iban a la escuela solo a estudiar. Como lo documentó Salcedo Ramos, en esa brega, el canto y su habilidad para versear fueron su herramienta de mercadeo, cuando a  “sus once años, era uno de los niños vendedores de fritos que merodeaban por el colegio del profesor Rafael Peñaloza” en Villanueva. De no ser por sus deseos de gloria y por la confianza que depositó en él un número reducido de coterráneos –y contemporáneos- suyos, Diomedes no hubiese llegado, como se dice coloquialmente –en Colombia – a ningún Pereira.

 

Según Félix Carrillo Hinojosa, al comienzo de su carrera fue descalificado tajantemente por Rafael Mejía, un alto directivo de Codiscos, una de las compañías disqueras más bien posicionadas de la época, con un juicio inapelable y demoledor: “más canta un pollo al horno”, dijo al oírlo y despidió al emisario, que le llevó un casete con la vos del aprendiz de artista.

 

Caratula del primer larga duración grabado por Diomedes Días en Compañía de Nafer Duran. En la foto el aspecto campesino del joven cantante es visible y sus defectos físicos también. La grabación del disco fue posible después de un fuerte lobby de algunos coterráneos que creían en él, pues el cantante había sido descalificado por un casa talento con un argumento inapelable: “canta más un pollo al horno”. Imagen tomada de google

Sin embargo, el deseo de alcanzar la gloria y de entrar en la historia lo llevaron a no cejar en su empeño por hacerse a un espacio –o de un espacio– en el universo vallenato. De la vida marginal y pobre que llevó en la niñez abunda en algunas entrevistas: “Soy un campesino neto”, en mi niñez “yo hice de todo” porque “en la casa éramos muchos y la comida no alcanzaba para todos”. La ruta que lo condujo al estrellato esta relatada en varias de sus canciones: “Mi muchacho” y “Mi vida musical”, entre otras. Su habilidad para usar su pasado, de manera positiva, como recurso guía en la búsqueda de la meta que se propuso, hace de Diomedes Díaz un tipo con una conciencia histórica fuerte, clara y dialéctica. Como lo resalta Jorge Vasquez, si de algo dejó constancia Diomedes Días fue de su voluntad por superar las condiciones adversas en las que nació.

 

De esa conciencia histórica y del deseo de superar sus orígenes da fe en una frase, que lanzó de manera inconsciente en una de sus ultimas entrevistas: “la verdad, sé de dónde vengo, no pienso mucho para dónde voy”. Esa idea de no saber hacia dónde va, a pesar de tener claro lo que quiere ser, fue quizás la razón que lo llevó a vivir su vida de manera “desordenada” sin pararle muchas “bolas a los cuentos callejeros”. Indiscutiblemente la vida del cantante está bien resumida en la filosofía del número “Parranda ron y mujer”, de Rumaldo Brito, en el que el espíritu de la canción toma posesión del espíritu del artista y éste canta, sin ningún cargo de conciencia:

 

Yo gozo mi vida y otro que la sufra

Porque con lamentos no se gana nada

Soy como me hizo mi mama/ yo hago lo que a mí me gusta

Aunque la gente critique mi vida desordenada

 

La conmoción social que esperaba que causara en la sociedad su partida del mundo de los vivos, elemento que sale a relucir en otra de sus frases, es otro guiño que nos indica el deseo fuerte que tenía Diomedes de ocupar un anaquel en la historia de su tiempo y de su nación. Cuando muera “ojalá me dejaran sacar la cabeza un ratico para ver el poco de gente que viene a mi entierro”. Ese deseo de convertirse en un personaje histórico, que ocupa un sitial al lado de los personajes más importante de su época, adquiere una dimensión ontológica en la canción “Muchas gracias”. Allí, mientras le hace una elegía a su fanaticada, el compositor que habita el alma del Cantante, identifica el grupo de personalidades al lado de las que quiere situarse en el mosaico de la historia de la cultura nacional. Por eso dice sin ningún rodeo:

 

Vivo orgulloso como todo colombiano

De ser cultor de las cosas más bonitas

Como Escalona, García Márquez y Obregón

y como Botero el que pinta las gorditas

Ay! como el Pibe, Tino Asprilla y como Higuita

Y Lucho Herrera el campeón de los ciclistas

La llevo del alma prendida

A toda mi fanaticada

Y el día que se acabe mi vida

Les dejo mi canto y mi fama

 

Los versos de esa canción precisaron, con claridad meridiana, el sitial que quería ocupar el Cantante en el seno de la historia de su país cuando ya no estuviera entre los vivos y las acciones por las que quería ser recordado. Revisando la obra musical de Diomedes Días podría decirse, que a través de sus composiciones, aquel campesino que no alcanzó a terminar el bachillerato se esmeró, como diría el novelista Milan Kundera, por trabajar minuciosamente en la preparación de su inmortalidad, preocupado como siempre estuvo por el asunto de “la insoportable levedad del ser”. El tema salió a relucir en una entrevista con Ernesto McCausland. En esa ocasión abrigó la esperanza de que cuando llegara a viejo la ciencia ya hubiese vencido la muerte, para convertirse en “inmortal”.

 

En fin, la de Diomedes son varias historias al tiempo, que tuvieron como protagonista a un individuo que comenzó su vida laboral en plena niñez, espantando pájaros en cultivos ajenos, pastoreando chivos y cabras que no eran suyas, vendiendo fritos en las puestas de los colegios y cantado canciones propias y ajenas, para conseguir el centavo que permitiera completar cotidianamente el peso, que le permitiera a sus padres levantar decentemente una prole numerosa. La suya es, como lo destaca Jorge Vasquez, “una increíble historia de superación personal que él musicalizaba para que la comprendieran mejor”.

 

En la Costa atlántica, Diomedes Díaz entró –por méritos propios- en el grupo de los 10 personajes más importante de la historia regional durante el siglo XX. Allí tiene un lugar al lado del escritor Gabriel García Márquez, el músico Lucho Bermúdez, el industrial Julio Mario Santo Domingo, el pintor Alejandro Obregón, la coreógrafa Delia Zapata Olivella, el boxeador Antonio Cervantes, la cantautora Estercita Forero, el guerrillero Jaime Bateman Callón  y el sociólogo Orlando Fals Borda.

 

El que tome la arista positiva de su historia tendrá un relato idílico, con un final feliz pero forzado. El que tome la arista negativa se encontrará, de frente, con un individuo que se complació de vivir su vida, fiel a la divisa de “parrandas/ron/drogas y mujeres”, porque –así lo dijo él mismo– dentro  de la “vida artística […] las drogas son algo normal”. El asunto leído de manera cruda y sin matices puede resultar, a todas luces, chocante. Cuando se anda a caballo sobre las dos caras de la moneda, al final; como le dijo su propio padre al cronista Alberto Salcedo Ramos, un hecho sale a relucir: al principio Diomedes “era un buen muchacho, pero la gente me lo daño”.

 

Caricatura de Se lo digo con plastilina aparecida en El espectador:Aascensión de  Diomedes Días al cielo. Imagen tomada de google

Entierro de

Trabajador inmigrante y trabajo precario: una relación que no se puede esconder

Inmigrantes escoses desembarcando en Quebec en 1911. Imagen tomada del portal de Estadísticas Canadá. Fuente: Biblioteca y Archivos de Canada, PA-010227.

 

Canadá recibió 280.636 inmigrantes en el año 2010. Ésta es, según el Ministerio de la inmigración y la ciudadanía, la cifra más alta de inmigrantes recibidos en los últimos 50 años. Una mirada al comportamiento anual de las Estadísticas nos indica que a Canadá han llegado después de 1951 –en promedio– 150.000 inmigrantes cada año. Es de anotar que las cifras de 2010 no alcanzan a superar las de 1957. Ese año Canadá permitió el establecimiento en su territorio de 282 164 personas.


En la gráfica se pueden apreciar tres aspectos. El primero tiene que ver con un crecimiento rápido de la inmigración entre 1911 y 1913. El segundo aspecto tiene que ver con una caída considerable de la inmigración entre las dos guerras, pues entre 1913 y 1957 no se vuelven a registrar cifras anuales por encima de las 200.000 entradas. El tercer fenómeno es el crecimiento sostenido de la inmigración entre 1990 y el 2010.

Para hacer un poco de historia vale señalar que  las cifras anteriores siguen estando todavía por debajo de las cifras registradas entre 1910 y 1913, que marcaron records que siguen vigentes en la historia de la inmigración canadiense. En 1910 Canadá acogió 286 839 inmigrantes; en 1911 el número ascendió a 331 288; en 1912 se elevó 375 756; y en 1913 las entradas alcanzaron 400 870 casos. El año siguiente, debido a los incidentes relacionados con el estallido de la Primera guerra mundial, el número de entradas se detuvo en 150 484 casos. Comenzó así un periodo de descenso, que alcanzó su punto más bajo en el año 1942. Ese año se otorgó el derecho de residencia permanente solamente a 7576 individuos. Esto hace de 1942 el segundo año con el número de entradas de inmigrantes más bajo en la historia migratoria canadiense, superado apenas por 1860, cuando se establecieron en el país apenas 6236 inmigrantes.

 

En esta grafica hay tres aspectos que sobresalen. El primero es la caída del flujo migratorio hacia Canadá en los años correspondientes a las dos guerras mundiales (1914-1918 y 1940-1945), y el periodo de la Gran depresión, 1930-1935. El segundo aspecto es la caída de la inmigración durante la Segunda guerra mundial a niveles comparables a los de la década de 1860. Finalmente, el tercer aspecto que merita reseñarse tiene que ver, con un hecho: la Gran depresión y la Segunda guerra mundial afectaron de manera más profunda el flujo migratorio hacia a Canadá que la Primera guerra mundial. Si bien es cierto que en la Primera guerra el número de entradas bajo considerablemente, solo 1915 registro un número de entradas inferior a los 50.000 efectivos.

En 1951 comenzó un periodo de ascenso continuo, que conoció un bajón entre 1961 y 1963, cuando los guarismos oscilaron entre 71000 y 94000 efectivos. Después de ese periodo las cifras han descendido rara vez por debajo de los 100.000 individuos. El crecimiento permanente y sostenido, que ha registrado la inmigración hacia territorio canadiense después de la década de 1970, ha llevado a los analistas de Radio Canadá a sostener que el país, como a comienzo del siglo XX, vive una era que lo llevará a ser de nuevo «un país de inmigrantes».

 

Según los resultados del censo 2011 la población inmigrante sumó 6 775 800 efectivos. Los cálculos demográficos indican que –al día de hoy- uno de cada cinco canadienses nació en el extranjero. Lo anterior quiere decir que los inmigrantes representan 20,6 % de los 35,158,304  habitantes, que según las estimaciones gubernamentales contaba Canadá en julio de 2013. Ese porcentaje hace de Canadá el país del G8 con la mayor tasa de inmigración. Según los registros estadísticos ésta es la tasa más alta de inmigración en el seno de la población canadiense desde 1931, cuando los inmigrantes representaron el 22,2% de la población total del país.

 

De acuerdo con el departamento de desarrollo del Recursos humanos de Canadá, entre 2001 y 2012 fijaron residencia en territorio canadiense 2 968 829 inmigrantes. Las estadísticas indican –de igual modo- que entre 2006 y 2011 se instalaron en el país 1 162 900 inmigrantes, que equivale al 17,2 % del toda la población de origen extranjero que hoy lo habita. Fuentes cercanas al gobierno Harper sostienen que desde la llegada de los conservadores al poder se ha permitido el establecimiento de un número de inmigrantes, que equivaldría al 3,5 % de la población canadiense. Los voceros del gobierno sostiene que el estado actual de la economía permitiría la instalación de 500 000 inmigrantes cada año.

 

En el caso de Quebec, según los registros estadísticos, los inmigrantes provienen en un 30% de Asia, un 30% de Europa, un 19% de África, un 11% de América Latina y un 10 del Caribe inglés y francés. Los principales países de origen de esos inmigrantes en 2011 eran: Argelia, Francia, Marruecos, China, Colombia, Rumania, Líbano, Haití, India y México.

 


Jason Kenney: Ministro de inmigración de Canadá. Imagen tomada de cameroonvoice.com

 

La integración socio-profesional del inmigrante: un asunto pendiente

 

La integración socioeconómica de un inmigrantes con diploma universitario en Canadá a partir de sus competencias: así lo sostuvo el periodista peruano Alejandro Segura Loarte en uno de sus artículos, que analizó el caso de Toronto, y así lo resaltó también Pierre Lapointe, un funcionario del gobierno metropolitano de Montreal,  tarda entre cinco y 10 años.

 

En ese trayecto, la mayoría de los inmigrantes –con títulos universitarios- pasan por una fase de proletarización, que los pasea por el trabajo precario en las fábricas, el desempleo temporal, o a veces crónico y la asistencia social. Para quebrar el engranaje que impulsa ese círculo vicioso, un alto porcentaje debe retornar a los bancos escolares, emprendiendo en muchos casos un proceso formativo, que significan la reorientación de su carrera profesional o él reciclaje de la misma.

 

Como bien lo resalta Segura Loarte en dos artículos publicados en la segunda quincena de marzo de 2005, en los periódicos Correo Canadiense y El Mundo Latino News de Toronto, anualmente miles de personas emigran a «Canadá, con la expectativa de encontrar una posición laboral en su profesión mejor remunerada o de mejor calidad, que aquella que tenían en sus países de origen». Sin embargo una vez instalados en el país, «son innegables las barreras laborales» que encuentran, que « empujan irremediablemente al profesional, en la mayoría de los casos, al subempleo o desempleo». La precariedad económica lo obliga –generalmente- a solicitar el acceso a los «programas de asistencia social de este país».

 

La precariedad laboral, el desempleo y la permanecía en la ayuda social son las razones, que explican según este periodista experto en inmigración al menudeo, porque alrededor del 50% de las personas que utilizan los bancos de ayuda alimentaria de una ciudad como Toronto, son inmigrantes.

 

En uno de sus artículos, publicado el 10 de mayo de 2005, Segura Loarte resaltó que en el caso de Toronto el 60% de los clientes de los bancos de comida «cuenta con educación universitaria o alguna certificación para un oficio, y que incluso el 8% de estos tendría un Master». Apoyado en la encuesta anual de estos organismos, el periodista llama la atención que «los profesionales de la salud (17.3%), ingenieros (9.8%), administradores de empresas (9.3%), profesionales de las Tecnologías de la Información (7.8%) y profesores (4.6%)» encabezaron ese año «el listado de los clientes-profesionales que más recurren a un banco de comida».

 

Para el caso de Montreal no hemos encontrado documentación, que nos muestre un panorama tan detallado sobre un asunto como éste, que nos permite otear la realidad inmigrante desde un ángulo bien preciso: la ayuda alimentaria. En general, los informes periodísticos como los de Segura Loarte no son moneda corriente y en el caso de Montreal un informe así de detallado –según nuestras pesquisas- no existe.

 

Sin embargo, el informe del Comité del impuesto a la matrícula escolar de 2012, nos ofrece algunas pistas que nos permiten tomarle el pulso al asunto. Según lo advertido allí por Dominique Sévigny, una mirada comparativa de los lugares de residencia de los escolares nativos con aquellos de origen inmigrante, permite de establecer que los niños y adolescentes de origen no quebequense viven en los sectores desfavorecidos de la ciudad. Importante de resaltar que el 42,6 % de los estudiantes de las escuelas de Montreal provienen de la inmigración. Sobre el tema cabe recordar que un estudio de Jack Jedwab, publicado  a mediados de la década pasada y objeto de un reportaje de Radio Canadá, ce cerró con una conclusión contundente: «Los inmigrantes viven en la pobreza en Quebec».

 

Si bien es cierto que en una década pasan muchas cosas y la quebequense es una sociedad bastante dinámica, hay elementos que nos hacen presagiar que las cosas no han cambiado mucho. Como bien lo anotó Segura Loarte en un artículo publicado el 30 de Marzo de 2006, «las condiciones del mercado laboral canadiense no han variado. Las diversas barreras laborales que enfrenta el profesional que llega al Canadá, como el dominio del idioma oficial a nivel técnico, el reconocimiento de sus credenciales académicas para obtener la licencia (lo que involucra regresar a la universidad para obtener más créditos académicos) y la falta de experiencia laboral en Canadá lo conducen de manera irremediable» a la proletarización, la retrogradación profesional, la reorientación de carrera, el desempleo cíclico, cuando no crónico, y a la precariedad laboral.

 

Para tratar de mejorar su situación y agregar algunos centavos más al presupuesto familiar, el inmigrante varado recurre a las agencias de empleo, que los enganchan como jornaleros en compañías, que tienen por lo general la reputación de ofrecer trabajo peligroso, sucio, agotador y mal pago.

 

Según Mostafa Henaway, del Centro de Trabajadores Inmigrantes (CTI o IWC por su sigla en inglés) el común denominador de este medio es el trabajo por fuera de las reglas (informal), que no le reconoce al trabajador ningún beneficio legal. Esto se debe a que en general se paga en efectivo, no existe contrato de trabajo, no se reconocen derechos laborales y aunque se trabaje de domingo a domingo, el trabajador no tiene derecho a vacaciones.

 

La falta de entrenamiento, el agotamiento y la intimidación psicológica, que reina en el medio, llevan a muchos trabajadores a accidentarse. Como en este medio se les hace creer que no tienen derechos, porque están trabajando por debajo de la tabla muchos se marchan a la casa con sus heridas, las que en algunos casos les dejan secuelas que deben acarrear de por vida.

 

Según Henaway, el CTI busca paliar esta situación, ofreciéndole a los trabajadores inmigrantes talleres formativos sobre sus derechos laborales y sobre la ruta que deben seguir en caso de un accidente de trabajo, así estén trabajando «por debajo de la tabla».

 

Uno de estos talleres tuvó lugar el sábado 30 de noviembre entre cuatro y seis de la tarde en la sede del CTI, 4755, calle Van Horne, bureau 110, cerca de la estación de metro Plamondon.  El taller fue dirigido a los trabajadores hispanos y se desarrollará en español. El último taller del año 2013 se llevó a cabo el sábado 14 de diciembre entre cuatro y seis de la tarde en el mismo lugar y se desarrollará en francés.

 

En general los talleres buscan ilustrar a los trabajadores inmigrantes sobre los servicios que presta La comisión de la salud y la seguridad en el trabajo (CSST), la manera como se presenta una demanda en caso de accidente, las estrategias para hacerle frente a la presión psicológica o la ruta a seguir cuando se necesita de ayuda jurídica.

 

Para teminar queremos traer a colación las consideraciones de Miguel Pancardo sobre la inserción en en Canadá de los inmigrantes a partir de la formación profesional obtenida en sus países de origen. Este consejero privado en empleo da a entender en un artículo intitulado: ¿Canadá odia a los médicos e ingenieros?, que los profesionales con títulos universitarios, que no se insertan en el mercado laboral canadiense a partir de la formación recibida en sus países carecen de imaginación y por eso no han sabido explotar correctamente las oportunidades que este país les ofrece. Al contrario de él, sin ser pesimistas, cremos que un gran porcentaje de inmigrantes, sobre todos aquellos con títulos universitarios, están confrontados a una realidad concreta: la dificultad para insertarse en el mercado laboral a partir de su saber hacer. Las estadísticas y los testimonios cotidianos de la gente así lo confirman, lo que nos indica que el problema no es solamente un asunto de falta de imaginación.

Los tipos de políticos: aproximación taxonómica a una especie que aún no se ha clasificado

La desconfianza de los ciudadanos de los países de América Latina frente a los políticos y la indignación frente a los escándalos en los que se ven involucrados es un asunto que agita cotidianamente las redes sociales. De ellos da testimonio esta postal que circula en Facebook: scontent

 

A raíz de mi entrada del 31 de octubre de 2013 en mi blog de Noticias Montreal, dos amigos –cada uno por su lado- que están ligados a la actividad política me contactaron, para exponerme sus puntos de vista sobre el contenido de la nota. Según ellos, el discurso no-explícito del artículo contenía una mirada negativa –y más bien burlona- del hombre y la mujer que dedica su vida a la vida pública. En su opinión, este tipo de miradas contribuyen a restarle importancia al rol que cumple el político como actor social. De ese modo los formadores de opinión terminan –sin quererlo sostienen ellos- sembrando en el imaginario público, sobre el político, la semilla del cinismo. Con el sentimiento de la desconfianza plantado en el corazón, el ciudadano acaba tomando distancia de esa figura social indispensable para el funcionamiento de la democracia: el individuo que ejerce la política.

 

Debo acotar aquí –por  razones pedagógicas- que uso el termino individuo, porque en las sociedades contemporáneas la política, afortunadamente, dejó de ser solamente un asunto de hombres para ser ejercida –en hora buena y abiertamente- por las mujeres y por personas de todas las orientaciones sexuales. Esto sin duda le hará mucho bien a las sociedades democráticas.

 

Argumentan mis amigos que la descripción que hice del comportamiento de los políticos durante las elecciones contribuye a profundizar esa imagen, que tiene la gente del común del individuo que ejerce la política como oficio: un ser hábil para engatusar al público; un avivato que promete una cosa cuando en realidad persigue otra; un genio de la palabra que no duda, durante la campaña electoral, en decirle al ciudadano lo que quiere oír, para ganarse su confianza, obtener su voto, salir elegido y dedicarse a hacer otra cosa, una  vez obtiene el poder.

 


La imagen del político como persona de dudosa reputación es la comidilla diaria en las redes sociales, en donde los internautas desfogan su furia contra las acciones de los políticos o se divierte haciendo todo tipo de chiste a su costo. Esta postal recrea uno de ellos.

 

Al final mis contertulios, cada uno a su modo, concluyeron recalcándome lo mismo: en política hay mucha gente buena. Lo que pasa es que en la mayoría de las elecciones los buenos candidatos no salen elegidos, porque se cohíben de mostrarse simpáticos con el público en campaña, por temor a encarnar las caricaturas que la gente se ha hecho del político tramposo.

 

Según su manera de ver las cosas, el temor de ser caricaturizados por cronistas, blogueros burlones y dibujantes humorísticos, que gozan ridiculizando a los políticos en las páginas de los periódicos y las bitácoras de Internet, es uno de los factores que impide a los buenos políticos de mostrar su lado humano en campaña. Empeñados en parecer sinceros y honestos, terminan comportándose como seres distantes, que dicen cosas demasiado racionales, en un lenguaje que la gente no entiende.

 

Forzados a usar una jerga demasiado técnica y a asumir un estilo acartonado, que les impide cargar y besar niños ajenos, codearse con vedetes populares, visitar ancianos, escuchar líderes comunitarios y patear balones de futbol en las canchas polvorientas de los barrios deprimidos, donde convergen los jóvenes sin privilegios, el buen político –sostienen mis amigos- no llega nunca a seducir al electorado. Éste, cansado de la clase política tradicional, termina por abstenerse, por votar en blanco o anular su voto. De ese modo la puerta queda abierta para el político tradicional, que acaba siendo elegido por una minoría, que hace parte del engranaje de la maquinaria, que sostiene al statu quo de Nunavik a la Patagonia.

 

Sin caer en la retórica de la Chilmotrufia, condensada en su sonora frase de combate: «pues yo como digo una cosa también digo la otra» y sin intentar salirme por la tangente, creo conveniente decir que mis amigos tienen en parte razón. Si uno examina cuidadosamente cada campaña electoral –de Alaska a tierra del Fuego- va a encontrarse que muchos de los nombres que aparecen en las tarjetas electorales, elección tras elección, corresponden a personas que llegaron a la arena pública con la intención de hacer política de manera honesta, transparente y basándose en los buenos principios.

 

Algunos sectores de la sociedad imaginan al líder político como un conductor de masas, que dirige al pueblo hacia una meta que él ha determinado. Otros  sectores esperan que el líder político sea, más que un conductor de masas, un inspirador, que le muestre a sus conciudadanos el camino a seguir y marcha delante, mostrándoles con el ejemplo que ésta es la mejor vía, a pesar de los peligros. En general el político ideal siempre es visto como un individuo, que con  decisión y coraje, afronta los riesgos y movilizando a la sociedad, transmitiéndole sentimientos de seguridad.

 

Sin embargo, a pesar de sus buenas intenciones, estas personas terminan fracasando en su intento por cambiar las costumbres políticas y cuando ganan, su proyecto de  poner el Estado al servicio del bien común no prospera. Como mis amigos sé que, si bien hay políticos que son censurables, también hay muchos políticos que valen la pena. Este tipo de políticos –que llega de vez en cuando al poder y gobierna con dificultad- es el que hace avanzar la sociedad. Cuando tiene la suerte de ganar, ese político pone en marcha –en tan sólo uno o dos periodos de presencia en los palacios de gobierno- un conjunto de políticas públicas, que marcan la vida de la sociedad por dos o tres décadas.

 

Eso fue lo que sucedió en los países occidentales, particularmente en Estados Unidos, con varios políticos que llegaron al poder después de la gran depresión o luego de la segunda guerra mundial. Éstos líderes entraron a la historia, porque dieron inicio a un periodo de desarrollo social y de crecimiento económico continuo, que algunos sociólogos se han dado en llamar los 30 años gloriosos. Las políticas implementadas por esos dirigentes llevaron a la implantación y consolidación del ideal del Estado de bienestar o Estado garante, en las naciones de capitalismo desarrollado. El avance y vigencia del paradigma fue acogido sin contradicción hasta que triunfaron Ronald Reagan y Margaret Tharcher, que trajeron de vuelta el ideal del estado conservador: pequeño, austero, de vocación policiva y sin responsabilidades sociales.

 

Al contrario de lo que creen mis amigos, soy de la consideración que aquellos que tienen la facilidad de escribir, y la voluntad de hacerlo, y que tienen además la posibilidad de ser leídos porque escriben para los periódicos, están llamados a poner al descubierto las fallas que esconden los programas de los políticos y los defectos de éstos. Igualmente creo que una de las cualidades de un buen político es la de tener –como dicen en mi tierra- el cuero grueso y duro. Esto le permite de soportar –sin inmutarse– el ácido que vierten sobre él los humoristas que lo caricaturizan; las críticas de los formadores de opinión que lo auditan; los latigazos de los adversarios que lo fustigan; y los madrazos de la gente que lo detesta.

 

El caricaturista matador nos muestra una mirada risible del panorama político colombiano: el voto en blanco es principal contendor del presidente de la república. De ganar el voto en blanco deberían repetirse las elecciones con nuevos candidatos. Como en este caso, los caricaturistas nos ofrecen siempre otra perspectiva sobre el quehacer político. Gracias a su visión grotesca y absurda de la actividad política, la sociedad puede refrescar su percepción sobre el quehacer de los protagonistas de la vida pública. Imagen tomada de: scontent

 

Sin ser yo propiamente un pesimista soy de la consideración que los políticos, aunque –en general– nos cuestan caros y una vez sobre dos nos engañan, son (como se dice en Colombia) un mal necesario. Por eso es importante que los vigilemos, que no les rindamos culto, que les pidamos cuentas y que los castiguemos cuando abuzan de la confianza o no cumplen sus promesas.

 

La solución a los males de la democracia no consiste en la implementación de la idílica sociedad sin políticos, que algunos ideólogos anarquistas, basados en el principio ni Dios, ni jefe, ni Estado ni ley, sueñan. En el mundo de hoy esa democracia directa donde todos –en una suerte de asamblea de propietarios de casas de conjunto cerrado– deciden el curso de la comunidad no es posible.

 

De otro lado las aventuras revolucionario-totalitarias del siglo XX nos mostraron que la solución a los males de la sociedad tampoco está en las manos de los lideres mesiánicos: de los hombres-providencia (aquí sí vale usar en toda la extensión de la palabra la categoría hombre, porque no tengo noticia de mujeres que hayan ascendido al poder a través del uso de la fuerza), que buscan redimir al pueblo, imponiendo a tiros un orden nuevo.

 

Durante varias décadas, particularmente después de la revolución cubana, en el mundo se expandió el sentimiento de que la construcción de un mundo mejor sería posible gracias a una revolución armada, que derrocara a las elites en el poder e impondría un orden nuevo, basado en la dictadura del proletariado. Hoy el ideal del guerrillero romántico, que bajaba de la montaña y se tomaba el poder a sangre y fuego para salvar al pueblo también esta devaluado. Ello se debe a que los guerrilleros que llegaron al poder por las armas –en nombre de la revoluciona- ha resultados ser líderes del mismo cuño de aquellos que derrocaron.

 

El curso de la historia nos ha mostrado que el guerrillero rematico, que tomó las armas para derrocar a sangre y fuego a una élite oligárquica, corrompida y tirana, ha terminado reproduciendo en su paso por el poder los mismos hábitos que combatió con el fusil en la mano. Por doquier las élites proletario-revolucionarias, que remplazaron a las élites oligárquicas por la vía de las armas, en su afán de mantenerse en el poder no han escatimado el uso de la tiranía y no han dudado en recurrir a la corrupción para fidelizar sus cuadros y adeptos. La solución tampoco viene del lado de las dictaduras militares, como creen otros.

 

En general, considero que no es saludable hacerse vagas ilusiones con la clase política. Creo que lo mejor es mantener el ojo puesto sobre ella antes, durante y después de las elecciones. Ese ejercicio, que puede resultar por momentos, como se diría en francés, dégoutant: los términos español no tienen la misma fuerza, nos permite de tomar decisiones adecuadas el día de las elecciones.

 

Mantener una mediana atención sobre el devenir de la vida política nos permite igualmente de tipificar a los políticos, conocer su catadura, identificar sus mañas, develar el entramado de sus ideas y adivinar sus intenciones. Por eso creo que lo mejor sería clasificarlos adecuadamente, tal como se tipifican las especies animales o vegetales.

 

Sin embargo, un sobrevuelo rápido –y muy alto- sobre la literatura especializada me lleva a creer que la sociología, las ciencias políticas y el periodismo no se han ocupado aun de la materia. Si bien es cierto que los perfiles con respecto a los tipos de liderazgos están bien definidos, la caracterización de los tipos de políticos no se ha hecho aún. Roger-Gérard Schwartzenberg, que se ocupó de estudiar a los políticos exitosos, considera que estos se dividen en cuatro tipos: el héroe, el hombre corriente, el hombre encantador y el jefe de familia, que se destaca como padre ejemplar, marido fiel y amoroso.

 

Como lo que no existe se crea, voy a permitirme de hacer –toscamente, porque no soy un experto en la materia- un perfil taxonómico de los políticos. En mi opinión hay cinco grandes categorías.

Adolfo Hitler encarna varios tipos de políticos a la vez: el utopista radical, el líder que quiere devolver la sociedad a una suerte de periodo de pureza racial, que estaba en la génesis de ésta, el líder carismático, que usa la palabra para inflamar al pueblo y el líder corrompido, que pone todo el Estado a su servicio, destruye su sistema de controles, con el objeto de usufrutuar a su atojo los fondos públicos para volver realidad su causa mesiánica.

 

El demagogo-populista, que puede ser de derecha o de izquierda. Este político dice –sin pudor– aquello que el electorado quiere oír. Su único objetivo es acceder al poder para defender sus dogmas y los intereses de un grupo muy reducido. Su discurso suele ser incendiario y está plagado de metáforas militares, sentimentales y religiosas. Las referencias al pueblo, la patria, la revolución o al contrario a la defensa de los valores familiares y religiosos o de los bienes de la gente de bien están siempre presentes en su retórica. Cuando llega al gobierno, si no se enriquece rápidamente él, no le ve  ningún problema a que sus allegados lo hagan sin ningún pudor. Recurre a todos los medios para permanecer en los palacios gubernamentales y justifica su permanencia en ellos, evocando siempre la defensa de los ideales superiores de la patria, la revolución o del pueblo. El liderazgo de este tipo de políticos se basa en el carisma y su fortaleza principal es el verbo, la oratoria.

 

El visionario e inspirador. Este tipo de político no se concentra tanto en señalar las dificultades y los males de la sociedad, sino en señalar una meta, un destino. Emerge en los momentos de crisis y su discurso más que hacer un inventario de los problemas sociales, se centra en incitar a la sociedad a salir de la zona de confort e invitarla a asumir el reto de cambiar de paradigmas. No promete un mundo nuevo sin dolor ni penas. Todo lo contrario: enfatiza que el cambio de paradigma implica ciertos sacrificios, pero tranquiliza a sus conciudadanos recordando los momentos memorables de la historia colectiva y los nombres de los individuos que los hicieron posible. Su liderazgo más que carismático es ético. Más que un ideólogo defensor de dogmas, es un promotor de programas. No solamente habla, también escucha. Por eso no tiene problema de incorporar en su proyecto de sociedad las ideas de sus contradictores.

 

Nelson Mandela podría ser considerado como el ejemplo mejor logrado del político visionario y el líder inspirador. Después de haber pasado más de dos decenios en la cárcel por defender los derechos de la población negra, Mandela volvió a la libertad y fue elegido presidente de Sur África. Mientras que todos los líderes de la minoría blanca, que había gobernado el país con puño de hierro, se atendían a que Mandela pusiera en marcha una campaña de retaliaciones, éste se concentró en superar los odios del pasado y en preparar el país para afrontar el futuro. Los observadores de la realidad sudafricana post-apartheid coinciden en una sola cosa: después de su gobierno Sur África no ha estallado gracias al legado de Mandela.

 

El defensor del statu quo, el conservador del orden. En general este político sólo se interesa en que el sistema funcione, que las cosas no cambien y que el poder no se le escape de las manos. Más que administrador del Estado, es administrador de su clientela y engrasador de la maquinaria electoral. En su visión de la política, los intereses de la familia, de los amigos y de la clientela están por encima de los partidos y de las instituciones que gobierna. Por eso no duda en heredar su poder al hijo, al hermano, al sobrino, a la esposa.

 

El utopista radical, que quiere acabar con el orden imperante para imponer un orden nuevo, sin propiedad privada, sin clases y sin jefes, o su contraparte: el conservador radical, que quiere retornar a un orden pasado, que rigió una sociedad perfecta, dirigida por un estado mínimo, que desapareció por exceso de libertad. Tanto el uno como el otro no creen en la democracia y desconfían de las mayorías.

 

El pragmático, que no se preocupa por innovar y se esmera porque el Estado funcione bien y haga su tarea. Este político, si bien no se preocupa por hacer avanzar la sociedad, se esfuerza por evitar que ésta retroceda.

 

Finalmente hay que decir que el mejor de los políticos, si no se siente vigilado por los ciudadanos y si no siente que su reinado esta amenazado por otras fuerzas políticas, termina corrompiéndose y desarrollando su vocación aristocrática. Esto es lo que hace que sea de capital importancia para la democracia la existencia de blogueros incisivos, de cronistas burlones y de caricaturistas cáusticos, que no pierden de vista el tema político. Gracias a ellos, el grueso de la sociedad no se olvida de sus gobernantes y de vez en cuando se interesa por lo que hacen, les pide cuentas y entre chiste y chanza les recuerda sus compromisos.

 

La izquierda latinoamericana, que ha girado hacia proyectos de transformación revolucionarios de la sociedad, ha caído en el culto a la personalidad del líder. Ese es el caso de Venezuela donde el culto a Hugo Chávez se ha exacerbado, particularmente después de su muerte. Imagen tomada de Twitter.

 

Esta nota fue publicada inicialmente en el portal Noticias Montreal http://noticiasmontreal.com/115927/los-tipos-de-politicos-aproximacion-taxonomica-a-una-especie-que-aun-no-se-ha-clasificado/


Redes sociales y blogs: fantasmas que incomodan a los círculos del poder

 

Imagen tomada del muro de Álvaro de Jesús Forero Salazar. Esta imagen está acompañada de un artículo en el que el autor invita a morigerar el lenguaje y comportamiento en las redes sociales, y a usarlas como instrumento de debate al servicio de la educación política del pueblo.

 

Desde el comienzo de la primera década de los años 2000 el modo como la gente accede y procesa la información, que le ofrecen los medios ha cambiado de manera radical. El fenómeno está ligado a un cambio profundo en los medios y la diversificación de las fuentes de información. Todo esto ha sido posible gracias a Internet, que ha ofrecido a los consumidores de información, canales que les han permitido asumir posiciones más críticas.

 

Así lo resalta Olga Rodríguez, defensora del lector del periódico español El diario, para quien « Internet ha originado una novedad importante en el periodismo: la aparición de la reacción de los lectores, de forma inmediata, sin filtros ni cortapisas». Esto cambió la dinámica en el ejercicio de informar, pues «antes de Internet los receptores eran casi invisibles». Con el traslado de los diarios a Internet, los lectores pudieron comenzar a manifestarse «sin ningún filtro, de forma instantánea, mostrar su postura, su acuerdo o desacuerdo, subrayar errores, corregir datos». Atrás quedaron los tiempos en los que una  «aristocracia de opinadores [lanzaba] sus ideas» y como estas no podían ser controvertidas por los lectores, el periodista formaba a la opinión publica a su antojo.

 

En Colombia, donde las dos cadenas de medios audiovisuales más importante del país están en manos de dos de los más importantes conglomerados económicos nacionales, un sector amplio de ciudadanos ha comenzado a manifestar en las redes sociales su inconformidad frente a los medios con postales, como ésta que aquí traemos a colación. Igualmente existe en Facebook el grupo UN MILLON DE VOCES CONTRA RCN, cuyo eslogan reza: «No les creemos». La idea de manifestar abierta y masivamente una posición crítica contra los servicios, que prestan los medios de información, es un fenómeno que ha emergido gracias a Internet y las redes sociales.

La aparición de la ventana de comentarios ha permitido a los lectores tomar la palabra y manifestar, sin filtros ni cortapisas, sus reacciones de forma inmediata. La visualización de las posturas de los lectores ha favorecido la democratización en la formación de la opinión pública, porque éstos incluyen en su percepción de los hechos, de los que se enteran por los medios, la visión que sus pares tienen de los mismos. En síntesis, la emergencia de la ventana de comentarios ha llevado a que informar y formar a la opinión pública deje de ser un acto «unidireccional».

 

El primer hito que se registró en los últimos veinte años, dentro de la oleada de cambios sucedidos en los medios de información, fue la aparición del Real Audio. Este dispositivo técnico permitió a los radioescuchas de comenzar a escuchar emisoras en línea, que se encontraban al exterior de su territorio. Según el portal Ehow en espanol, que documenta la historia de la radio en internet, la primera emisora que se valió del Real Audio fue la emisora de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill, que produjo la primera emisión de radio en línea en 1994. En cuanto a las emisoras de internet, Radio HK de California fue la primera estación de radio en Internet. Esta emisora se creó para difundir los trabajos de bandas de música alternativa, que no llamaban la atención de la radio musical comercial.

 

La desconfianza de un amplio sector de la sociedad colombiana frente al rol social que cumplen los principales medios del país se sintetiza en esta postal, que hemos tomado del muro del grupo de Facebook UN MILLON-DE-VOCES-CONTRA-RCN.

 

En lo que toca a los periódicos, el portal News Paper informa que el primer periódico digital del mundo fue el Daily Oklahoma, de  Oklahoma, Estados Unidos, que se mudó a una plataforma digital en 1963. Después le siguió el New York Times y luego el Daily News. En 1994, el diario New York Times estrenó su servicio vía Internet, lo que dio paso del «diario impreso al de formato electrónico». Se dio de ese modo inicio a la era de los diarios interactivos, en los que se volvieron comunes los foros especializados, los chats, las encuestas en líneas y la participación regulada de lectores.

 

Dentro de ese contexto, como lo resalta la investigadora social de la Universidad Nacional del Rosario Natalia Raimondo Anselmino,  que estudió el comportamiento de los lectores en línea de los periódicos argentinos El Clarín y La Nación durante 15 años, surgieron las expresiones ¡Envía tu comentario!, ¡Responder a este comentario!, ¡Denunciar este comentario! ¡Califica esta noticia!, “Noticias más leídas”, “Más comentadas”. Para esta investigadora, esa son «las voces con las cuales los diarios online,  casi  a gritos,  invitan a sus lectores al  “diálogo”» con ellos.  

 

Fue dentro del plano de una estrategia de márquetin, cuyo objetivo principal era el de retener y atraer lectores en línea, como la mayoría de los diarios del mundo terminaron creando «espacios de intervención y participación del lector. Cada periódico creo su propia estrategia. Unos le apostaron a la evaluación de la noticia con un me gusta o no me gusta. Otros se concentraron en presentar el escalafón de las noticias más leídas del día.

 

En cuanto a los comentarios, Raimondo Anselmino afirma que fue La Nación online, la que optó por abrir sus páginas virtuales a la opinión de los lectores, abriéndoles una ventana de comentarios para que expusieran directamente debajo de  las noticias sus puntos de vista. Esta iniciativa lo convirtió en el primer diario del mundo, que permitió a los lectores tomar la palabra.

 

Con el internet el acceso al periódico y la escritura en él, privilegios históricamente reservados a la clase media educada y a las élites ricas, se volvió accesible a una franja de público más amplia. Amplios sectores sociales han pasado así de ser espectadores marginales del proceso de generación de opinión, para comenzar a intervenir en él, en el escenario mismo donde se lleva a cabo su producción: el medio de información. Internet le ha permitido a los destinatarios de la información de impactar de manera significativa la manera como los medios producen sus noticias. 

 

El descontento de ciertos sectores de la sociedad colombiana con las dos cadenas de medios audiovisuales se ha traducido también en rechazo a los periodistas iconos de esta, aunque para persona como Nelson Ortiz, asociado del grupo UN MILLON DE VOCES CONTRA RCN, en realidad  no «son ellos, son más bien quienes los dirigen» los responsables de lo que los medios ofrece.

Eso ha introducido innovaciones en las políticas editoriales de algunos diarios, como la adoptada por un diario pequeño, publicado en el condado de Litchfield en el estado de Connecticut en Estados Unidos. Según Leah Silver y Nicole Martinelli, The Register Citizen,–en su afán de conservar sus lectores y aumentarlos –, ha acuñado la política de «Transparencia extrema», que consiste en «permitir a lectores ser parte de reuniones editoriales». Al adoptar dicho comportamiento, el periódico busca mejorar la precisión en el manejo de la noticia, minimizar los errores, corregir rápidamente aquellos que se cometen, adaptar contenidos según la preferencia de su público y obtener información importante de éste (ijnet).

 

Pero el gran salto en materia de democratización de la información y de producción de opinión ha sido el blog. Este recurso le ha permitido a un sinnúmero de personas apasionadas por el ejercicio que conduce a la generación de opinión pública, pero que no tienen acceso a un espacio en la nómina de columnistas de un diario, de crear ellos mismo su medio de información y de influir sobre el público. Con el auge del blog entra en escena el prosumidor de información, pues el bloguero es al tiempo productor de opinión, promotor de la producción de opiniones ajenas y regulador y orientador de estas.

 

El periódico ha sido una herramienta de comunicación fundamental en la construcción de la sociedad moderna, pues con él los individuos tuvieron acceso a la diversificación del punto de vista sobre los hechos. Según Heguel, "La lectura del periódico es la oración matinal del hombre moderno’’, pues este le ofrece a quien lo lee la última foto del panorama general mundo. No en vano Mafalda, una caricatura que retrata al intelectual, es una consumada lectora de periódico. Imagen tomada de google.com


La aparición del Blog refrescó el mundo de los medios, pues los blogueros se han dado a la tarea de interpretar las noticias, de recrear y de informar sobre aquellos temas que los medios tradicionales no informan. Si bien un alto porcentaje de los blog se centran en temas light y técnicos, también hay un alto porcentaje de blogueros que se han dedicado al análisis de la realidad social y la vida política de cada país, arrebatándole a los medios tradicionales su rol de orientadores y formadores de la opinión.

 

Desde los medios periodísticos tradicionales se insiste que los blogueros no son periodistas. Sin embargo desde a mediados de la década 2000, los blogs han ganado una gran notoriedad como medios alternativos de información. El fenómeno  ha tenido fuertes efectos en el mundo del periodismo formal. Según el periodista y bloguero Juan Varela, el auge de los blogs se debe a que:

  1.  En la era digital, la blogosfera representa el nuevo espacio para el ejercicio de lo público;
  2. Los blogs permiten la Comunicación directa entre los ciudadanos más activos de la sociedad;
  3. La blogosfera le permite a la persona intelectualmente inquieta de construir una identidad de dominio público;
  4. La entrada en escena del blog le ha permitido a los activistas sociales de crear comunidades virtuales, que si bien son coaliciones frágiles, su elasticidad les permite moverse alrededor de intereses y motivaciones muy concretas y vitales, que giran entorno de valores comunes.
  5. La blogosfera permite desinstitucionalizar las relaciones en materia informativa y en ella la actividad comunicacional se rige sólo por los intereses comunes, gobernados por  las relaciones virtuales
  6. La blogósfera le permite a los individuos crear una  narrativa propia a la hora de tratar los temas que les interesan, o sobre su propia vida, socializando con sus lectores y comentaristas o con quienes se enlazan a su blog (ver blog periodistas21).

 

Caricatura que ilustra lo que podría ser un nuevo lector de periódico o un bloguero, una persona común y corriente que no solamente se contenta con recibir información sobre un tema, sino que asume la actitud de definir una posición frente a él y de manifestar su posción a los demás.

Ha sido tan efectiva la actividad del blogueo en materia de tratamiento de la información, que según Raimondo Anselmino, El Clarín focalizó su relación con los lectores a partir de una plataforma de  Weblogs, estimulando al lector a producir contenidos bien estructurados sobre temas de interés general o particular. Una estrategia parecida parece tener el periódico El Heraldo de Barranquilla, donde hay una invitación que estipula: « Unete a nuestra red de Bloggers».

 

El papel de los blog como herramienta de educación política está bien precisado en el trabajo de José Luis González Esteban, profesor de la Universidad Miguel Hernández de Alicante España. En su análisis de la victoria de Barak Obama en las elecciones de 2008, en el Estado de Carolina del Norte, un estado que vota tradicionalmente conservador, González Esteban resalta que una de las claves de Obama consistió en montar un equipo de blogueros profesionales, que trabajó sin parar para generar análisis positivos sobre sus acciones y contrarrestar, con análisis argumentados, los ataques de los formadores de opinión hostiles a su campaña (revistasocialesyjuridicas).

 

Otra prueba de la efectividad de los Blogs como herramienta de información alternativa es el periódico The Huffington Post, lanzado en 2005 a partir de una confederación de blogueros liberales, que querían controvertir los contenidos de portales como Drudge Report. El portal se convirtió en un sitio de información alternativa exitoso y en febrero de 2011 sus fundadores Arianna HuffingtonKenneth LererJonah Peretti lo vendieron a  America Online (AOL) por 315 millones de dólares.

 

La historia de The Huffington Post, las elecciones de los Estados Unidos en 2008 y el caso de del blog Generación Y de Yoani Sánchez, dan testimonio de manera fehaciente del lugar que hoy ocupa el blog en el mundo del debate político.

 

Sin embargo, la emergencia del blog significó apenas un primer paso en lo que concierne la historia de las herramientas virtuales para el ejerció activo de la ciudadanía. Dicho proceso se aceleró con la aparición de las redes sociales y particularmente con el auge de Facebook. Estas herramientas han transformado el ejercicio de la presión ciudadana sobre los actores de poder, pues para influir sobre los gobiernos, sobre las empresas o sobre los medios, los ciudadanos nos están hoy obligados a crear grupos formales de presión. Como lo resalta Juan Varela, la tendencia de hoy consiste en crear comunidades virtuales, que se multiplican rápidamente, visibilizan un fenómeno, generan un impacto en la opinión pública y «desaparecen una vez conseguidos los objetivos propuestos».

 

Por eso no es ilógico que en el portal español Puro Marketing se afirme terminantemente que « las redes sociales han transformado el papel de los medios de comunicación», o que las agencia EFE sostenga, que en países como los Estados Unidos, las redes sociales son «un nuevo y rentable termómetro político en las elecciones»

 

En efecto, como lo precisa, Liliana Gómez, Internet está influyendo fuertemente en la movilización sociopolítica de los ciudadanos. Esto puede traducirse en el mejoramiento de su participación en la vida política de los países y en el mejoramiento de la democracia, pues Internet ha puesto a disposición de los ciudadanos una serie de dispositivos que «permiten desarrollar una comunicación bidireccional entre todos los que están interesados» en el debate social.

 

En lo que concierne a los medios de información, Gómez destaca que Internet los ha revolucionado, porque puso a disposición de las personas un abanico de herramientas que han sido fundamentales para «genera nuevas formas de comunicación». Estas herramientas han forzado cambios sustanciales en las prácticas de los medios masivos a la hora de informar al público. Esto era improbable que sucediera en el pasado,  pues los medios  a «través de su historia,» han sido –y siguen siendo- «predominantemente unidireccionales» (monografias).

 


Con el auge de internet la manera como la gente forma su opinión frente a los fenómenos sociales que observa se volvió mucho más compleja, pues hoy los seres humanos forman su opinión a partir de un mundo de fuentes que convergen sobre internet. Para ilustrar esa realidad el mejor ejemplo puede ser una de las obras del artista caleño Omar Rayo.


Redes sociales y movimientos sociales: el caso del paro agrario colombiano

 

Sacando la ruana del closet los activistas virtuales emprendieron, a través de las redes sociales, una campaña de defensa del agro nacional, que movilizó  a la sociedad colombiana contra los tratados de libre comercio, que están empobreciendo, aún más de lo que ya es, al campo colombiano. Con la utilización de la ruana como icono comenzó una batalla, que terminó forzando el pulso político a favor de los campesinos, coyas demandas habían sido ignoradas olímpicamente por el gobierno colombiano.

 

El 26 de agosto de 2013, después de haber participado de un cacerolazo en Bogotá en apoyo a los campesinos que realizaban el paro nacional agrario en Colombia, mi amiga virtual Juana Gonzales Alonzo me envió un mensaje, que me pareció revelador: « estoy sorprendida. En realidad las redes sociales si han logrado lo que la izquierda nunca ha podido. Me siento muy orgullosa por esta movilización. Yo también salí con mi ollita a protestar.»

 

El cacerolazo de apoyo a los campesinos fue convocado por las redes sociales y aunque mi amiga no se hubiese dado cuenta, al origen de la convocatoria estaban los sectores sociales, que componen la izquierda colombiana. No en vano Juanita León en La Silla Vacia sostuvo que «con el paro, el Polo gana fuerzas», porque con los bandazos que ha dado en el manejo del paro, el presidente « Santos le está haciendo la campaña al Polo». En opinión de León el paro se convirtió en «un escenario de campaña para hacer explícitas» las tesis del Polo, que será –según ella – el único sector político, que saldrá ganador de la protesta, porque el presidente Santos –con sus acciones equivocadas- se convirtió en  «su mejor estratega de campaña».

 

Dejemos el asunto de los posibles cosechadores de los beneficios políticos del Paro agrario colombiano a un lado y volvamos al asunto de como las redes sociales y los blogs morigeran al poder y lo regulan de manera eficiente. Sin duda alguna un buen ejemplo de eso es lo que ha pasado en dicho paro.

 

Sobre la manera como los manifestantes han explotado las redes sociales para agitar el paro, el diario El Pilón de Valledupar nos ofrece una muestra bien lograda, sobre cómo la  gente se valió de las Redes Sociales para agitar la manifestación, controvirtiendo las posiciones del gobierno, usando el humor y el insulto como medio de propaganda. Como bien lo documentó El Pilón, en las «redes sociales abundan las críticas al Gobierno de Juan Manuel Santos y a sus contradicciones frente al paro agrario».

 


 

Imágenes como ésta, publicada por el blog el Uribestiario circularon de manera abundante contra el presidente Santos por Facebook durante el auge del paro agrario. En torno de las imágenes se generaban foros en los que la gente exponía su punto de vista de la situación. Según  Análisis de BBC el Paro agrario ha sido el momento más difícil del gobierno Santos, pues por causa del paro la impopularidad del presidente ascendió al 72% en agosto de 2013.

 

Por su parte la BBC resaltó el rol que jugaron las Redes Sociales para despertar la solidaridad de los sectores urbanos con la protesta. Su reportaje resalta la manera como a través de ellas se difundieron «las denuncias de abusos por parte de las fuerzas de seguridad» contra los manifestante, en su determinación de mantener abiertas las vías que conectan a las regiones productoras de alimento con las principales ciudades y los puertos del país.

 

Las imágenes de los abusos cometidos por parte de las fuerzas policiales difundidas por Twitter y Facebook  ayudaron a forjar un sentimiento de simpatía hacia a los campesinos, que se manifestó en dos etiquetas virtuales: «Lo que es con los campesinos es conmigo» y «Yo me pongo la ruana». La indignación por los abusos de la fuerza pública y la aptitud despreciativa que asumió el gobierno frente a la protesta llevó a que sectores sociales urbanos convocaran vía Twitter un «Cacerolazo nacional en favor del paro».

 

Las redes sociales se convirtieron en el medio más eficiente de propagación de la información sobre el paro. Desde allí se organizaron manifestaciones y actos de solidaridad que ayudaron a visivilizarlo.

 

Otro ejemplo de la manera como la gente ha usado las redes sociales para hacer sentir su solidaridad con la protesta e influenciar a los medios sobre el carácter justo de las demandas de los campesinos quedó patentizado al día siguiente del cacerolazo. Ese día el bloguero Simón Posada recogió en su entrada, en el tradicional diario El Tiempo, el espíritu de un poster, que había hecho carrera en Facebook a lo largo de la semana. El objeto de la postal era el de contestar una frase del presidente Santos, que negaba el levantamiento campesino. A la frase de Santosese tal paro nacional agrario no existe’’, le respondió un creativo anónimo, que sostenía: ‘‘el paro nacional agrario no existe’’ y ‘‘tampoco existe el presidente que niega el paro’’.

 

El juego de palabras fue recogido por Posada, que desarrolló la idea, imprimiéndole a la frase del presidente un contenido político subversivo. Según posada ‘‘El paro agrario no existe’’, como “Tampoco existe el presidente que salió a decir que el paro no existe. Y aún peor: no existe el país que gobierna ese presidente que no existe”.

 

Sin exagerar se podría decir que fue gracia a las Redes Sociales como los sectores afectos y participantes del paro lograron invertir el reporte de fuerzas. A partir de ellas se desarrollaron una serie de acciones que hicieron bajar al presidente de su torre de marfil y lo forzaron a tomar en serio dicho movimiento social. A eso contribuyó, sin duda, la frase desafortunada que resaltamos anteriormente, a la que los internautas le dieron un giro deliberado que reorientó su sentido retorico-político. Con el paso de los días la frase del presidente se retornó  contra él y como concluye Posada, al negar el paro ‘‘Santos embistió con su lanza y, sin darse cuenta, se la clavó él mismo’’.

 

La frase del presidente: «ese tal paro agrario no existe», se convirtió en un excelente útil de propaganda contra el propio presidente. Usando la frase presidencial, los amigos del paro apostaron a mostrar a Santos como una persona incapaz de percibir la realidad del país y sin duda lo lograron.

En otros tiempos la frase desafortunada del presidente Santos no hubiese alcanzado esa capacidad de impacto propagandístico. Nadie hubiese podido después de aislar la parte explosiva de la frase del presidente del resto de su discurso y de complementarla con una frase de su cosecha, ponerla a correr por el mundo sin desembolsar una suma cuantiosa de dinero. Sin embargo, gracias a las Redes Sociales, la gente del común terminó mandando el mensaje de que el presidente al negar el paro negaba también su capacidad de dirigir al país. El creativo de garaje, que aprovechó el resbalón de Santos, nos demostró que en épocas de Redes Sociales el poder no solo pasa por los palacios presidenciales y la capacidad de modelar la opinión pública no pertenece únicamente a los medios tradicionales de información.

 

Valiéndose de la frase desafortunada de un discurso presidencial, los activistas de las redes sociales pudieron echar abajo, como bien lo anotó Yolanda Reyes en su columna de El Tiempo, la «negación presidencial y mediática» de « la crispación creciente que se apoderó del campo», mientras « Bogotá ni se enteraba». Las redes sociales pusieron en evidencia « la negligencia de los medios» tradicionales, que sobre la materia trataron de informar al país valiéndose solamente de los comunicados redactados por «los jefes de prensa palaciegos» y las opiniones de los funcionarios gubernamentales de la política social.

 

Sobre la manera como en las Redes Sociales se minó la posición del gobierno, usando el propio discurso del presidente, Vanguardia Liberal anota : «en las redes sociales se burlan del gobierno de Santos […] por sus contradicciones frente al paro agrario». La nota se ilustra con una variedad de poster y mensajes recuperados en las redes.

 

He aquí un ejemplo de las postales que circularon contra el presidente Santos. Recurriendo a las expresiones de corte erótico, en lenguaje de grueso calibre, los activistas virtuales agitaron el paro agrario en las redes sociales.

 

De otro lado, como lo registró un reportaje del periodista Juan Carlos Agiar de Noticias Univisión, las redes sociales fueron claves para denunciar la brutalidad de las autoridades policiales contra la protesta campesina. Las imágenes difundidas allí generaron la indignación de amplios sectores urbanos que se valieron de ellas para movilizar el apoyo citadino al paro. Así lo muestra la BBC en un reportaje, en el que se destaca que las redes sociales fueron esenciales, para despertar la solidaridad de los habitantes de las ciudades frente a los problemas por los que pasan los habitantes del campo.

Por su parte Caracol radio  informó que, en Alemania, Alejandra Manrique convocó «a una manifestación a través de las redes sociales para demostrar que desde la distancia también apoyan el paro». En Montreal, diferentes actores sociales convocaron a una manifestación y jornadas de reflexión frente a la Catedral Notre Dame para apoyar el paro. En fin, para direccionar las acciones de solidaridad en diferentes partes del mundo, se creó una página en Facebook: la página Solidaridad Internacional al Paro Agrícola colombiano. Allí se difundieron fotos, videos, caricaturas y todo lo relacionado con la manifestación.

Las fotos, los videos y las caricaturas que denunciaban la violencia policial contra los campesinos, así como contra aquellos que salieron a protestar en las ciudades a favor del paro fueron parte de la actividad informativa informal, que se produjo sobre el evento. Gracias a ese material los medios formales tuvieron que salir a hablar del tema.

En conclusión, las redes sociales sacaron al paro agrario del congelador al que lo quería meter el gobierno al negarlo y los medios de información con su cubrimiento parcial y parcializado. El vuelo que alcanzó la protesta cuando se apropiaron de ella los activistas de las Redes Sociales y el temor que ésta se transformara en su curso por ellas fue lo que llevó a los editores de la revista Semana a preguntarse: «¿Son los paros la chispa de una ‘primavera’ a la colombiana que, como en el caso árabe y de la Plaza Taksim en Turquía, buscan profundas transformaciones democráticas? ¿Constituyen las marchas de apoyo a los campesinos el equivalente nacional de los Indignados europeos y de Wall Street que se levantan contra el sistema económico? ¿O la combinación de paro agrario y marchas urbanas puede explicarse con las mismas claves de rechazo a los políticos que caracterizaron las protestas recientes en Brasil? ¿O, más bien, son protestas sectoriales que defienden intereses específicos y son manipulados por otros intereses a la hora de salir a la calle?»

 

 

La caricatura ilustra fuertemente las contradicciones que salieron a relucir con el paro agrario. Estimular a sus hijos a volverse policías, suboficiales del ejército o soldados profesionales es una de las tantas estrategias a las que recurren las familias campesinas, para mejorar sus condiciones de vida. A pesar de lo riesgosos y estresantes que son, los trabajos en las fuerzas de seguridad del Estado se encuentran entre los pocos trabajos, que pueden permitirle a un colombiano alcanzar una pensión de vejez.

Parece ser que los editores de dicha revista esperan que sea lo último, por eso no dudan en sostener  que «en la ‘rabia’ colombiana hay de todo un poco», pero ésta no «clasifica en una manifestación de indignados», aunque existan «quejas económicas contra los tratados de libre comercio y las medidas de liberalización de los mercados.»

 

Sostiene los editorialistas que, si bien es cierto que hay «Una constelación de grupos» que se movilizan para hacer oír sus quejas, este movimiento no se compara con «la reacción de 4 millones de brasileños» que salieron «a manifestar su descontento contra la clase política».

 

En todo caso, tenga o no razón el editorialista de Semana, lo único que dejó  claro el paro es que las Redes Sociales están contribuyendo con la creación de una ciudadanía activa, que está vigilante y atenta  de lo que sucede en el país, y que parece estar dispuesta a movilizarse cuando se hace necesario de denunciar aquello que considera injusto.

 


Los carteles que le recordaban a los policías su origen social, también abundaron entre el material que circuló en las redes sociales.

El hecho es en sí solo una buena noticia, sobre todo después de la destrucción profunda del tejido social que se produjo en los últimos 30 años, en el marco de una guerra sucia, que criminalizó la protesta social de los actores civiles, en el afán de ganarle –a como diera lugar a – la guerra a la insurgencia armada.

 

 

  

Igualmente las Redes Sociales también se han utilizado para denunciar las desigualdades sociales del país, particularmente aquellas que muestran la indolencia de un congreso, que no para de escandalizar a la nación colombiana por sus prácticas evidentes de corrupción.


Finalmente, como lo resaltó mi amiga virtual Diana Espitia, las movilizaciones sociales nos están demostrando que internet, como medio de comunicación masiva, es una herramienta de alto valor estratégico.  Ella, con todos sus derivados y con las posibilidad que ofrece para la articulación de medios de comunicación e información alternativos, le permite a las personas de formar sus puntos de vista sobre la realidad que lo circunda, a partir de atalayas diferentes.

 

Gracias a ella,  aquellas personas que no tienen los medios suficientes para comprar un periódico o el tiempo suficiente para ver tv pueden terminar informándose de lo que está pasando en el país y el mundo, a partir de lo que le comparten sus amigos, de lo que leen en los foros o de lo que le hacen llegar blogueros, que se dan a la tarea de promocionar sus propios puntos de vista sobre los sucesos.

Otra imagen que circulo de manera asidua fue la de Cesar Pachón, líder del paro en Boyacá. Sin duda Pachón se convirtió, por la vía del paro y gracias a las redes sociales, en una de las nuevas figuras del movimiento social colombiano.

Internet y redes sociales: entre el espionaje y la aparición de una nueva ciudadanía

Imagen tomada de: photografiado.com

 

Los lectores de periódicos toman la palabra y confrontan a los editores

 

Un día Belo Nana uno de mis contactos de Facebook colocó en su muro un mensaje que reza: “Facebook nos hace creer que tenemos amigos, Instagram, que somos fotógrafos y Twitter que somos filósofos. El despertar va a ser duro”. A mis ojos, el mensaje esconde la inconformidad de ciertos intelectuales nostálgicos de un pasado, en el que fungían como dueños del saber, frente a un presente dominado por las redes sociales, donde cada quien, si así lo desea, puede hacer valer –por precarios que sean– sus  puntos de vista. Con internet –y particularmente con la entrada en escena de las redes sociales– ha  emergido una ciudadanía virtual activa, debatiente y militante. El fenómeno incomoda a algunos sectores de la intelectualidad, la política, la religión, la academia y el periodismo –particularmente el de opinión–,  que han visto disminuir la talla de la tarima, que les permitía direccionar la opinión pública.

 

En las redes sociales los ciudadanos dan rienda suelta a sus frustraciones y aspiraciones, a sus fantasías y prejuicios, a sus ideales y temores, a sus encuentros y descuentos. Esto ha hecho de ellas -en particular de Facebook- un escenario donde cada quien expresa sin ambages su visión de la sociedad y las instituciones que la gobiernan o la regulan. Allí cada uno trata de venderle a sus conciudadanos el modelo de país que ronda su cabeza.

En lo que toca a los periódicos, el aspecto más importante ha sido la confrontación larvada –y silenciosa- entre lectores activos y formadores de opinión. En Colombia el asunto tuvo su cuarto de hora crítico en 2004. El 17 de mayo de ese año la historia del país en materia de interacción entre lectores activos y formadores de opinión pública se dividió en dos. Ese día Daniel Samper Pizano informó al público «que había solicitado a las directivas del diario El Tiempo que se retirara de su columna la opción de los comentarios de los lectores». Sobre el incidente Cecilia Orozco Tazcón, en ese momento defensora del lector de El Tiempo, publicó una semana más tarde una nota en la que decía: « Daniel Samper Pizano, prestigioso periodista colombiano cuyo mérito profesional es reconocido en varios países, anunció la semana pasada su retiro del foro de los lectores de eltiempo.com, lo que en la práctica significa que, aunque su columna continuará apareciendo, se eliminará la ventana virtual destinada a publicar las reacciones a la misma.»

 

Al cerrar la ventana de comentarios de su columna, Samper Pizano sostuvo que « en la práctica, los foros cayeron en manos de anónimos que han instaurado un reino de grosería e intolerancia." Para Samper a pesar de que la mayoría de lectores hacen comentarios decentes, la zona de comentarios se ha convertido en una « zona rufianesca donde se amenaza, calumnia e insulta aun a otros participantes". Según Orozco Tazcón, los mensajes que recibía Samper «formaron un espejo del problema denunciado. Había insultos, agresiones familiares, e intimidaciones». En su opinión, con la apertura de la ventana de comentarios surgió un número considerable de anónimos, que inventaron identidades o se apropiaron de nombres de personalidades para ofender a los periodistas, desvirtuando la valía de un espacio, en el que también confluyen «participantes reflexivos», que escandalizados no cesan de pedir que se vigile el «nivel de las intervenciones.»

 

Por su parte Guillermo Puyana Ramos afirmó, en una columna intitulada «Escoria en el buzón», que los « bandoleros del foro», a los que consideró como personas «incapaces de exponer argumentos reales de controversia», forzando la adopción de tal posición por parte de Samper Pizano, ponían en riesgo la « libertad de expresión misma, pues nadie opina con tranquilidad en un ambiente tan agresivo y sucio». Frente al fenómeno Guillermo Franco, editor –en aquel momento de El Tiempo.com –, sostuvo que los ataques de los foristas contra columnistas eran el resultado concreto de « la intolerancia», que se ha incubado en « una nación con cincuenta años de conflicto armado y con un alto grado de polarización política». Ante la ausencia de mecanismos de expresión esa intolerancia sale a relucir en «la participación de los usuarios de los foros», lo cual indica que «Internet nos está permitiendo ver al país real».

 

Respecto a las emociones, que circulan en los comentarios de los lectores de periódicos, el escritor y periodista Oscar Collazos consideró en su columna que esas ventanas de comentarios –de las que alguna vez él mismo también renegó–, constituyen hoy «unos espacios de opinión donde se hace a menudo una delirante terapia de grupo» ( El Tiempo).


 

 

Aunque los medios de información colombianos se hacen los de la oreja sorda frente a la inconformidad por el servicio que prestan a la ciudadanía, en las redes sociales -particularmente en Facebook- se expresa una inconformidad creciente contra ellos. Allí se deja constancia cotidianamente de la insatisfacción de la ciudadanía frente al rol que hoy juegan los medios de información del país frente a la sociedad.

 

La traza mediática que dejó el incidente con el periodista Daniel Semper Pizano, más la observación participativa en los foros de los principales medios colombianos en los últimos 10 años, nos indica que la aparición de la colilla –o ventana de comentarios – en los periódicos y revistas más importantes de este país suramericano trajo consigo la aparición de una cuadrilla de « francotiradores», que se han dedicado desde los extremos del espectro ideológico a denigrarse entre ellos y a verter acido sobre la humanidad de los editorialistas que les disgustan. Si bien hubo un alto porcentaje de personas, que se apropiaron de estos espacios para opinar de manera ordenada, también hubo un sector que convirtió en el blanco principal de sus ataques a reconocidas figuras del periodismo de opinión colombiano, como Oscar Collazos, María Jimena Duzán, D’Artagnan, Alfonso López Michelsen, Felipe Zuleta Lleras, Antonio Caballero, María Isabel Rueda, Daniel Coronel y Héctor Abad Faciolince.

 

Algunos como Abad Faciolince, reaccionaron siguiendo el ejemplo de Samper Pisano. Otros como D’Artagnan asumieron una posición critico-constructiva, que consistió en incluir en algunas de sus columnas las posiciones de sus lectores y desvirtuar los ataques que consideraba sin fundamentos. Cabe destacar que, en general, los diarios y revistas bogotanos y sus formadores de opinión han adoptado una posición bastante abierta y tolerante frente a sus usuarios y lectores. A pesar de la actitud atrabiliaria de un porcentaje considerable de comentaristas, estos diarios y revistas no ejercen prácticamente ningún tipo de censura.  

 

Respecto a los principales diarios de la Costa Norte de Colombia, el entorno que han dispuesto para la interacción con sus lectores –en línea, que son lectores reales- es bastante precario. Por ejemplo en Hoy: diario del Magdalena, en El Meridiano de Cordoba y El Heraldo de Barranquilla no es posible comentar las noticias ni las notas de los formadores de opinión que escriben allí. En cuanto a  El Universal de Cartagena, si bien este diario ha habilitado un espacio para comentarios de sus lectores y usuarios, comentar allí se hace bajo ciertas condiciones. En la invitación a comentar se manifiesta: «Exprese su opinión, participe enviando sus comentarios». Sin embargo, a continuación  se advierte: « Las opiniones aquí registradas pertenecen a los usuarios y no reflejan la opinión de eluniversal.com.co. Nos reservamos el derecho de eliminar aquellos que se consideren no pertinentes. Consulte los términos y condiciones de uso.»

 

Si bien es cierto que políticos, religiosos y opinadores profesionales o modeladores de la opinión pública navegan –con soltura – en  las aguas de la realidad virtual y se valen de ellas para hacer su trabajo, también es cierto que éstos sectores no ven con buenos ojos que simples ciudadanos del común –desde el anonimato y la comodidad de sus casas- les arrebaten el poder de moldear el pensamiento de las masas a imagen y semejanza de los intereses ideológicos, que estructuran sus agendas políticas y sus proyectos de sociedad.

 

Los internautas colombianos han hechos de las redes sociales un espacio de denuncia permanente de los actos de corrupción de la clase política. En esa tarea, para posicionar su mensaje frente a la opinión pública, no han dudado en recurrir a la retorica iconoclasta en materia de comunicación.


La satanización de los espacios virtuales es un asunto que se agita sutil pero continuamente por todos los medios. Dentro de esa lógica no resulta extraño que el sacerdote Ángel Rodríguez Luño escribiera en el portal Con el Papa que quien trabaja muchas horas con Internet tiene «el deber moral de usar un filtro», porque « se encontrará varias o muchas veces en una ocasión próxima de pecado grave». Según el padre Rodríguez, el deber de un católico recto, para evitar al máximo de exponerse a la inmoralidad que circula en la red, es el de limitar «al mínimo el uso de Internet».

 

Dentro de las visiones fatalistas de los entornos virtuales hay que incluir la del escritor e intelectual colombiano Héctor Abad Faciolice, quien sostuvo en una entrevista, que le hicieron en el marco de la feria del libro de San Juan, «que el uso de las redes sociales afecta la escritura por el tiempo que deja de dedicarse a la lectura de libros» (Mas Cultura).

 

El recelo frente a las redes sociales: una pequeña muestra de lo que corre en la red

 

Imagen tomada de El Tiempo.com

 

La incomodidad de actores periodísticos e intelectuales, que otrora detentaban la hegemonía en la estructuración de la opinión pública, es lo que ha llevado a que no sea raro que escuchemos voces que desaconsejan el uso de las redes sociales en columnas de periódicos y blogs. Según el punto de vista de aquellos que consideran poco conveniente incorporar estos nuevos utensilios comunicacionales en nuestra vida cotidiana, las redes sociales son espacios que favorecen la violación de los derechos humanos; trampas que vuelven adictos a Internet a los niños; vías que pueden llevar a que las personas sean secuestradas y ultrajadas por criminales; o escenarios caracterizados por la falta de privacidad.

 

 

La poesía y la filosofía también han encontrado su espacio dentro del cumulo de mensajes que se comparten en las redes sociales.

En lo que respecta a sus contenidos, también abundan los que argumentan que son canales que facilitan la circulación de noticias sin ningún interés; la difusión del correo basura; la autopromoción de los intereses de gente peligrosa o sin importancia; la difusión de palabras sin sentido y del lenguaje grosero; así como el desarrollo de conversaciones banales, en las que abundan los mensajes estúpidos (slideshare).

 

Para ilustrar, de manera adecuada, el anterior punto traigamos a colación extractos de un artículo publicado en Semana.com por Silvia Parra, intitulado «Mis razones para darle un “dislike” rotundo a Facebook». En su nota Parra se lamenta –en todos los tonos– porque Facebook se ha «inundado de filósofos apadrinados por frasescelebres.com», y porque en él pulula «un gran número de adolescentes compartiendo su drama del día a día», así como las «personas desnudando su intimidad abiertamente», los «inescrupulosos que pasan el día compartiendo chistes verdes y videos con contenido vulgar», amén «de las interminables burlas a políticos, religiosos o cualquier persona con ideas diferentes». Según la articulista, «todo esto ha permitido que paulatinamente una de las compañías más grandes del mundo pierda su popularidad entre jóvenes y adultos». 

El rechazo frontal a la clase política y la burla frente a las figuras más importantes de la dirigencia nacional de los últimos 20 años, es un asunto que agita las redes sociales minuto a minuto en Colombia.

 

Lo paradójico de todo esto es que Parra: un producto de la virtualidad y de las redes sociales, se despache de modo acerbo contra un medio en el que se cultiva su celebridad. Gracias a Facebook hemos podido rastrear, sin dificultad, un arsenal de comentarios en los que se dice mucho de su belleza, entre ellos un titular del diario El Tiempo que la publicita como «la cara linda de ’CM&’», y poco de su originalidad intelectual. Si escribimos su nombre en Google este buscador nos indica en 36 segundo que hay 3 850 000 referencias, que nos remiten al concepto Silvia Parra. Vaya paradoja: un alto porcentaje de esas referencias nos conducen a los comentarios de los seguidores de su cuenta de Facebook.

 

La posición asumida por Parra manifiesta para Diana Espitia, una de mis amigas virtuales, una gran incoherencia intelectual. En opinión de Espitia, «uno no puede ser una vedet de la red, vivir de ellas y en ellas y salir a decir que éstas solo sirve ‘‘para aprovechar la interacción de los usuarios y convertirla en dinero’’. Cuando yo leí su opinión –dice Espitia– la busqué por curiosidad y vi que está posando en todas las páginas. Por eso me parece un sinsentido lo que dice. Me parece que Parra odia a Facebook, porque allí la contradicen, y ama a Twitter, porque desde allí puede influir a los demás sin hacer mucho esfuerzo conceptual.»

 

Los mensajes optimistas, que buscan ayudarnos a tomar la vida por el lado amable son pan de cada día.

 

Entre párrafo y párrafo, el artículo de Parra echa de menos una suerte de paraíso perdido, representado en el Facebook de antes, que «comenzó como una experiencia maravillosa de compartir en imágenes momentos especiales de nuestras vidas» y en donde uno podía entrar para sentir –la sana- « emoción de saber noticias sobre nuestros amigos de infancia o de quienes están en el otro lado del mundo». La posición de Parra me recuerda la percepción de una médica de Neiva y un abogado de Pitalito, con quienes terminé enfrascado en un debate virtual a raíz de su percepción –a mis ojos peyorativa – del sector obrero y de la celebración del primero de mayo. La celebración de esta fecha, según ellos, «no es más que un festejo organizado por Mamertos, que buscan la manera adecuada de pasar el tiempo sin hacer nada».

 

En palabras de la médica, «las redes sociales son un lugar donde uno entra a divertirse, riéndose de las loberías de los otros, y a ponerse al día sobre la vida de los amigos». Esa posición recoge a la vez lo que Parra odia: asumir una actitud burlona sobre lo que no nos gusta de los otros, y lo que ama de Facebook, en tal que espacio a donde uno recurre para « saber noticias sobre nuestros amigos de infancia o de quienes están en el otro lado del mundo». Analizando la posición de Parra, el periodista y escritor Álvaro de Jesús Forero Salazar, coordinador de foros del grupo de Facebook Corrupción: súmate al no, sostuvo: «es cierto que Facebook es una red donde confluyen cuadrillas de chismositos, que les gusta el cotorreo y ventilar asuntos de costureros. Pero ese comportamiento sigue siendo un comportamiento dominante en muchos ámbitos de la vida, y por eso esta red social no escapa a la vulgaridad. Eso no quiere decir que Facebook sea vulgar, pues la vulgaridad es un comportamiento de las personas y no del lugar».


Un poster que Rechaza la privatización de las semillas en favor de las multinacionales del agro: un ejemplo del activismo social virtual

 

A pesar de todos los defectos que le atribuyen, Forero Salazar resalta que Facebook es la red social más adecuada para generar debates sobre temas de corte social. Según él, a diferencia de Twitter, donde se lanzan frases que tienen connotación de eslogan, en Facebook uno está obligado a argumentar lo que dice, a defender sus ideas frente a los ataques de sus contradictores y a construir acuerdos con ellos cuando hay puntos de convergencia. El punto de vista de Forero Salazar nos indica que en materia de construcción de opinión pública, Twitter es una suerte de pulpito virtual, que favorece la agitación de las masas desde la tribuna de manera unidireccional. Por su parte Facebook es una suerte de cabildo abierto, de asamblea popular, donde quien pone a rodar una idea tiene que desarrollarla y el debate que se genera favorece la construcción de ciudadanía.

 

Un punto de vista que resume bien la interacción que se genera en las dos redes sociales, la expresó DIDUNDI un comentarista del portal La Silla Vacía. Para él, en materia de redes sociales no hay que olvidar «que Facebook es a joven, como Twitter es a político.» Dicho de otro modo, en Facebook los conceptos son dinámicos, evolucionan y conducen a acuerdos colectivos, mientras que en Twitter los conceptos son fijos y buscan orientar a la opinión pública a partir de los intereses de quien lanza la frase. Esto le confiere al opinador el rol de orientador de la opinión pública y su opinión asume la condición de las máximas filosóficas, portadoras de verdades inmutables, pues el público pone a correr la frase y debate sobre ella, pero quien la lanza se sustrae del debate.

 

En síntesis, a Twitter concurren aquellos que quieren poner a discutir a los otros sin participar de la discusión, los que quieren abrir el debate alrededor de sus ideas, sin explicar los detalles que se esconden en el fondo de su pensamiento. A Fasebook, como lo resalta Forero Salazar, concurren aquellos que tienen la «denodada intención de compartir mensajes que ayuden a formar no solo conciencia ciudadana, sino a fortalecer la capacidad de opinar de los integrantes de un pueblo sometido», los que están interesados en fomentar –con su presencia– la  participación en el debate público, enseñándole a la gente, a través de la discusión, a ver lo que se esconde detrás de las cosas.


Facebook es entre todas la redes sociales la preferida de la gente. En esta red social, además de compartir fotos, la gente también se permite de compartir música con el fin de rememorar el pasado y vivificar el presente a través palabras y arpegios.

 

Sobre el punto que resalta la ausencia de intelectualidad y la abundancia de estulticia en Facebook vale traer aquí a colación la opinión de Silvia Atrio, del portal Sociedad y Tecnologia. En un foro virtual sobre el tema, Atrio escribió: « En toda reunión social, el tipo de conversación que se desarrolle dependerá del bagaje intelectual de sus integrantes y esto no escapa a las redes sociales virtuales. Depende del uso que se le dé a cada espacio para que éste se convierta en una fuente de gestión del conocimiento o simplemente sea un ir y venir de imágenes y frases sin sentido».

 

Los aspectos resaltados por Atrio también salen a relucir en un comentario de OLAFOBERRACO, un lector del artículo de Parra. Según él, « el problema no es la herramienta, sino quien la usa», pues llámense como quieran llamarse, en las redes social siempre van a estar presentes los mensajes cursis, morbosos, desentonados, subversivos y de otra índole. En ese orden de ideas –como le sugiere FILOSOFOSENSATO, otro lector de la misma autora   si a uno no le gustan los temas que allí se abordan «en vez de darle dislike», les debe dar simplemente «sign out» a las redes sociales «y no buscar temas idiotas» para ocupar su tiempo libre.


Los chistes, de todos los colores y calibres no se podían quedar en el tintero.

Respecto al universo de la política, la desconfianza contra las redes sociales campea tanto a la izquierda como a la derecha del espectro ideológico –y moral –. Los sectores conservadores y defensores de la moral tradicional se esfuerzan por presentarlas como una suerte de cueva de Rolando, en la que prevalecen los extorsionistas los violadores los pedófilos los comerciantes de drogas y los acosadores. Sobre los peligros que podría acarrear su frecuentación dicen toda suerte de cosa, barnizándolas a veces con lenguaje científico.

 

Siguiendo esa lógica, Karla Invent sostuvo, en una nota publicada en el portal Salud 180,  que «un sondeo nacional sobre actitudes relacionadas con el abuso de sustancias, efectuado en Estados Unidos», demostró que «los adolescentes que pasan conectados a las redes sociales incrementan el riesgo de que fumen, beban alcohol y consuman drogas». Según el argumento de Invent, los adolescentes que utilizan una red social al día corren el riesgo de ver «fotos de jóvenes "borrachos, inconscientes o consumiendo drogas en esas páginas"». Pero ¿acaso no se corre el mismo riesgo en las calles de muchas ciudades y en los patios de algunos colegios, que se les salieron de las manos a las directivas escolares?, es la pregunta que deberíamos hacernos frente a un argumento como el de Invent.

 

En el portal Actualidad Juvenil, se llama la atención sobre el peligro que se corre en las redes sociales  de «socializar con gente desconocida». Según este portal, al mostrarnos muy abiertos en estos lugares estamos « posibilitando a que personas desconocidas puedan intentar acercarse con malas intenciones». Particularmente se llama la atención sobre los riesgos que pueden correr las mujeres que usan las redes. Sobre los peligros para las mujeres se afirma allí que «el acoso» a la mujer; «especial si la mujer está publicando constantemente fotos o detalles de su vida», es «generalmente» uno de los riesgos que enfrentan las mujeres que usan «las redes sociales». Por su lado After 909 sostiene en Taringa –después de resaltar todas las posibilidades que nos ofrecen las redes sociales – que éstas son un medio que «algunos utilizan […] para extorsionar, robar, violar, promover la pedofilia, la drogadicción, adiciones o simplemente acosar de cualquier forma a alguien.»

 

Por su parte la izquierda militante –utilizando un tono más filosófico – se  esmera en presentarlas como «un instrumento del imperialismo». Para ellos –dentro de esa lógica– las redes sociales, particularmente Facebook, juegan en « lado equivocado de la “democracia”», porque a pesar de ser presentadas como un espacio  “joven” y “conectado” a la actividad  “revolucionaria”, no pasan de ser un «soporte de comunicación» y «un elemento clave de la propaganda del imperialismo» (vistoenlaweb).

 

Dentro de ese horizonte se sitúa la visión del intelectual cubano Alejandro Perdomo Aguilera, quien en un ensayo publicado en el portal Pensamiento latinoamericano alternativo sostiene que «no se debe olvidar que las Redes Sociales […] fueron creados por el Imperio para desestabilizar, intervenir, ocultar verdades, tergiversar hechos concretos, limitar la capacidad de análisis de la realidad, evadir las notorias y casi infantiles contradicciones y, sobre todo, procurar ir por recursos naturales, bajo cualquier argumento, a cualquier parte del mundo» (cecies).

 

Sostiene  Perdomo Aguilera que, si bien este mecanismo de comunicación de masas ha sido presentada como «la nueva arma de las revoluciones» y como un espacio que ofrece una oportunidad a los «movimientos contestatarios» para hacer valer los intereses de los pueblos, no se puede desconocer que «son también un efectivo mecanismo de dominación ideológica, y un poderoso instrumento del gobierno de los Estados Unidos para extraer información sobre los intereses, las vulnerabilidades y potencialidades existentes en Latinoamérica».

 

La irreverencia conceptual mezclada a la imagen: la estrategia de comunicación en las redes sociales

 

La posición que presenta a las redes sociales como un «instrumento del imperialismo» ha tomado mayor vuelo, luego de que los diarios The Guardian y The Washington Post pusieran al descubierto la existencia de una serie de programas del gobierno estadounidense, cuyo propósito es el de interceptar las comunicaciones y el tráfico por Internet de millones de personas en todo el mundo. En medio de la polvareda desatada por el escándalo, no son pocos los que dan por hecho el advenimiento de la era del Gran Hermano, escenario ficticio que concibiera el escritor George Orwell en su novela 1984. Ese escenario se ha plantado abiertamente en los diarios y en las propias redes sociales, después de que Edward Snowden, un exfuncionario de la CIA, revelara un documento secreto de ese organismo. Las revelaciones de Snowden ponen en evidencia que el gobierno de los Estados Unidos consiguió un mandato judicial, para escuchar las llamadas de algunos de los clientes de Verizon, unos de los mayores proveedores de comunicación de ese país, y para revisar el tráfico virtual de la gente en ciertas empresas de tecnología, entre las que se cuentan Apple, Google y Facebook (bbc).

 

Sobre el asunto Luis Javier Mejía escribió en el portal guatemalteco Plaza Publica: « Estados Unidos no es una democracia ejemplar: el Estado paga a más de un millón de informantes para que espíen a sus conciudadanos —y al resto del mundo— mediante las tecnologías más sofisticadas.» Con una pregunta, que nos permite evocar la célebre operación de espionaje conocida como Las chuzadas, que pusiera en marcha el gobierno de Álvaro Uribe Vélez en Colombia contra la Corte Suprema de Justicia, los periodistas que no le eran favorables y la oposición, Mejía se interroga si esto es acaso ¿Otra “seguridad democrática”, pero a gran escala? Por su parte, los grupos de izquierda de todas partes, poniendo el grito en el cielo, no han dudado en considerar a los Estados Unidos como una «dictadura disfrazada», que viola el derecho a la intimidad de los ciudadanos de todo el mundo.

 

Sin embargo el interés de los académicos sobre las posibilidades ofrecidas por internet y otras tecnologías informáticas como herramienta de recopilación de información relacionada con asuntos inherentes a la seguridad de los Estados no es nuevo. El evento fue analizado de manera profusa por Alvin y Heidi Toffler en su libro Las guerras del futuro, publicado en 1995, cuando internet no era ni la sombra de lo que es hoy. Es apelando a la lógica evocada por los Tofflers en su libro, que algunos especialistas sobre la materia le han hecho frente al escándalo, diciendo que las operaciones de inteligencia de Estados Unidos se realizan hoy a partir de un costoso y sofisticado sistema de vigilancia, que minimiza los riesgos para los seres humanos y que en esta ocasión «no ha habido una invasión significativa de la privacidad individual».

 

Cabe recordar que el cine también ha denunciado, de manera lúdica, la intromisión de los organismos de seguridad del Estado en La vida de los otros. Así lo hizo el cineasta alemán Florian Henckel von Donnersmarck, en una película que denuncia el sofisticado sistema de vigilancia que puso en marcha la Alemania comunista sobre los intelectuales a través de su policía secreta (Stasi). La vigilancia de la vida cotidiana de los ciudadanos no fue menos intensa en el antiguo régimen soviético, que en la China de hoy, donde Google es regulado y las redes sociales controladas.


La toma de posición política, usando la sátira, y la vigilancia de lo público: un tema que está en el centro de la acción ciudadana en la redes sociales en Colombia.

Pero volvamos al examen ideológico, que desde la izquierda se hace de las redes sociales. En opinión de Perdomo Aguilera, «la rapidez con que fluyen las informaciones en la red, las atractivas formas en que se presentan los mensajes y la concatenación de los estados de opinión con una caracterización ideológica-cultural, socioeconómica y física que se hace de cada internauta, resulta una valiosa información para los entes que controlan los medios de información a nivel global, re-planteando a las redes sociales como un nuevo terreno de combate», que le permite a Estados Unidos «el fortalecimiento de su hegemonía» en la América Latina y el Caribe (cecies).

 

En fin, en nuestro modo de ver las cosas tanto los sectores de izquierda radical como los conservadores en materia moral tienen una visión aspaventosa de una tecnología, que les arrebató en el presente la posibilidad de modelar la opinión y la moral públicas. Sin desconocer que las redes sociales abrieron nuevas fronteras a la actividad criminal y que son un escenario útil para el espionaje de la vida privada de la gente, hay que resaltar también que los peligros que ellas representan no son diferentes a los que nos depara la vida real. Dentro de ese orden de ideas es conveniente señalar que, pesando en la balanza sus pros y sus contras, los beneficios que se pueden obtener de ellas sobrepasan los males que podrían causarnos. Sobre los riesgos que están asociados a estos medios, Gloria Sedano inventarió en un artículo publicado en el portal de Manuel Gross Bligoo «Los 7 peligros principales en Facebook y otras redes sociales» (ver cuadro).

 

Peligro

Caracterización

El acoso en línea

Conocido como cyberbullying, el acoso a través de Internet es un fenómeno que escandaliza a padres de familia, profesores y autoridades.

La Incitación al odio

Con la emergencia de las redes sociales los mensajes de odio, intolerancia y llamados a la violencia contra una persona o grupos de personas a causa de su raza o religión se multiplican y amplifican aprovechando su característica de viralidad.

Los Rechazos laborales

Las redes sociales permiten a las oficinas de recursos humanos de retrasar el pasado de sus futuros empleados y a hacerse una idea de ellos à partir de lo que allí hacen o dicen.

 El phishing

Se trata de una modalidad de fraude que se caracteriza porque el usuario es llevado al engaño haciéndole revelar todos los datos de acceso de su cuenta mediante la invitación a una página falsa idéntica a la de una red social.

Malware  y aplicaciones falsas

 Las redes sociales han sido aprovechas para campañas de spam y redireccionamiento a sitios de dudosa confiabilidad. A través de ellas se han difundido  aplicaciones que ofrecen fascinantes características que tientan a su instalación, cuando en realidad utilizan los permisos concedidos para mandar más spam o robar datos privados.

Problemas de privacidad

El auge de las redes sociales ha estimulado el debate sobre los límites de privacidad. Mucha gente teme el uso de esta información para la publicidad y el fácil acceso para las aplicaciones de terceros, el indexado en sitios web externos y los derechos de propiedad y reproducción.

Pérdida de productividad

Ha venido tomando fuerza la creencia de que un gran porcentaje de trabajadores no logran controlar el tiempo que pasan revisando sus redes sociales, llegando incluso a interferir con otras actividades como el estudio y el trabajo. Esto ha llevado a muchos a apoyar su bloqueo en oficinas y centros de enseñanza, por considerar que distraen y bajan la productividad de empleados y estudiantes.

 

Las redes sociales también son un espacio donde las personas se manifiestan afecto abiertamente y se consuelan en los momentos dificiles.

Como lo anota Julie Giniès en su libro «Les métiers des technologies de l’information», cuya traducción al español podría ser: «Los oficios ligados a las tecnologías de la información», aunque la informática y el internet han desencadenado una serie de fantasmas, que asustan a mucha gente, estamos obligados a vivir con ellos. A pesar de las polémicas que se desencadenan diariamente sobre nuestra dependencia de estas herramientas, prescindir de ellas es cada vez más difícil, porque día tras día ellas nos ofrecen mayores posibilidades. Por eso en vez de quejarnos resulta mejor aumentar nuestro nivel de instrucción acerca de ellas, porque el nivel de interconexión informático entre los seres humanos va en aumentamos y oponerse a esa tendencia implica sumergirse en la exclusión.

 

Las campañas a favor de hábitos sanos de alimentación también han encontrado su espacio en la vida cotidiana de las redes sociales.

¡Le bailaron el indio en la U al dueño de El Ubérrimo!: Reporte de una conversación de vecinos en una tienda de barrio

Imagen de indigena bailando tomada de macocaya

 

Ese domingo, como no tenía nada que hacer, me levanté a eso de las once de la mañana. Sobre las paredes del cuarto se estrellaban con rudeza las ondas sonoras emitidas por los parlantes de los equipos de sonido del vecindario, que rugían a todo timbal. Hacer sonar sus equipos en la cresta de los decibelios es una costumbre atávica de los vecinos de los barrios populares de Montería, todos los fines de semana. El estrepito que salía de cada parlante fustigaba con furia mis oídos. En ese barullo de melodías, que viajaban por el aire y se metía en mi cabeza a la fuerza, venían mezclados fragmentos de lamentos destemplados de acordeones, que amenizaban las letras quejumbrosas de vallenatos tristes; quejidos cerriles de tambores cimarrones castigados con rudeza por las manos inclementes de Ray Barretto; retintines de arpegios exóticos producidos por cuerdas de guitarras y bajos electrónicos rasgados por músicos de las diferentes tribus de África; contrapunteos fogosos entre clarinetes y trompetas de bandas pelayeras; cadencias altisonantes de rimas soeces de canciones de reguetón; la confesión de un proyecto de homicidio múltiple, seguido de un suicidio, protagonizado por un borracho que prepara la tragedia apurando tragos dobles en la cantina de un pueblo cordillerano; ecos de voces destempladas de cantantes de champeta, que saludan entre verso y verso a la mitad de los habitantes de un suburbio localizado en las cuestas del Cerro de La Popa en Cartagena de Indias.

 

Después de despachar mi magro desayuno, como me encontraba desprogramado, me fui a matar el tiempo a El tumba cuchara de Cucho, la tienda de mi primo Jesús Salas, que es hoy por hoy el ventorro más viejo del barrio Sucre. Cuando yo vine a este mundo, ya Jesús Salas y su esposa –que es en efecto la verdadera prima mía- estaban allí parados, detrás del mostrador de su tienda vendiendo todo tipo de víveres, abarrotes, licores y cigarros al menudeo. Por eso desde que me conozco, siempre me he visto pasando mis horas libres de la semana en los alrededores de esa tienda, donde concurre y circula una fauna bien peculiar: mariguaneros principiantes e inveterados; jugadores de dominó amateurs y veteranos, mecánicos jubilados y aprendices; vagos que van por la vida sin rumbo fijo y vagos que tratan de encauzar el rumbo de su vida; bebedores que quieren compartir con alguien una copa y bebedores que esperan que alguien les comparta una copa, comadres que tienen chismes frescos para contar y comadres que buscan quien les cuente frescos chismes.

 

Cuando llegué a El Tumba Cuchara de Chucho, en una butaca rustica, al lado de la puerta principal, estaba Hipólito Blanco Bocanegra, un negro que vino del Valle del Cauca hace por lo menos cinco décadas. De Hipólito las malas lenguas dicen que fue quien introdujo entre la juventud monteriana sin norte fijo el mal hábito de fumar marihuana. Los vecinos del barrio Sucre dicen que ese negro es ya un elemento más de la decoración de El Tumba Cuchara de Chucho, porque desde el primer día que Chucho y mi prima abrieron su ventorro, ese negro ha estado allí sentado al lado de la puerta. Al verme, el negro que ya pasó hace rato por el séptimo peaje de la vida, me saludo chocando el puño de su mano derecha con el puño de mi mano izquierda:

-          ¿Y qué profe?: ¡conéctese! ¿todo bien, todo bien, o hay algo fuera de control?, me lanzó el negro con su dejo gangoso. ¿Qué plan tiene para amenizar este domingo matón?

-          ¡Nada negro, nada! Solamente escuchar el tictac del reloj viejo man, le dije con evidente tono apático. ¿Te tomas una fría por cuenta mía o te la vas a pasar de abstemio hoy?, le pregunté en su lenguaje críptico.

-          No profe, en esta vida regalado uno coge hasta un tiro y hoy, en honor suyo, yo me hecho todas las que usted mande, ripostó el negro en su jerga de hierbatero viejo.

 

Para aparentar distraerme en algo instructivo, le pedí prestada a mi prima la edición dominical de El Espectador y me puse a revisar los titulares por no dejar, mientras escuchaba las historias de toda suerte que contaban los clientes de la tienda. A eso de la una y media de la tarde llegó, con una nieta que alborota las hormonas masculinas de medio mundo, doña Magola Godoy Colorado. Desde que la conozco, doña Magola ejerce como capitana del Partido Conservador en el barrio. Gracias a sus amarres en las ramas altas del poder político local, doña Magola trabajó durante su vida productiva en la burocracia estatal, hasta que le llegó el momento de hacer uso de su derecho al buen retiro. Con decirles que fue la única de todas las personas del barrio, que trabajaba en el sector público, a la que no votaron de su puesto cuando se produjo el revolcón del presidente Gaviria. Y de las influencias de doña Magola se han beneficiado sus hijos, yernos y nietos, pues ellos son entre mis conocidos de los pocos que tienen una butaca fija en las oficinas del Estado y pase lo que pase nadie se las mueve. Puede temblar la tierra, caerse medio mundo y cambiarse el orden del universo, pero los vástagos de doña Magola quedan en sus puestos. En todo caso, en caso de que sean removidos de sus cargos, lo hacen para pasar a uno mejor, pues como los globos inflados con helio, siempre caen para arriba.   

 

Cuando doña Magola entró a la tienda allí se encontraba ya doña Tirsa Fuente de Bulla, una santandereana, que se instaló en el barrio Sucre en la década de 1980. Doña Tirsa fungió, desde su llegada al barrio hasta la irrupción del dueño de la hacienda el Ubérrimo en la escena política nacional, como organizadora liberal independiente. A pesar de su entusiasmo para buscar votos por el partido del trapo rojo, los gallos copetones de ese partido nunca la retribuyeron con ningún cargo público. Por eso para ganar su sustento, doña Tirsa se ha rebuscado la vida todos los días en una y otra cosa. En el 2002, cuando el dueño del Ubérrimo entró en la puja por el escritorio principal de la Casa de Nari, doña Tirsa abandonó las toldas liberales y se fue detrás de ese jinete paisa temerario, iracundo y sombrío. Ese acto inesperado del destino, que puso patas arriba el curso de la historia política del país le dio un giro radical al curso de la vida de estas dos damas de clases sociales, de lenguajes y de modales opuestos, que antes del acaecimiento de dicha circunstancia no escondían la antipatía que sentía la una por la otra. La deserción del dueño del Ubérrimo de las filas del centenario partido Liberal, su meteórica ascensión a la presidencia de la república y su inquebrantable popularidad hizo de estas venerables matronas –en el pasado adversarias acérrimas – dos  compinches y confidentes, que comen en el mismo plato, beben en el mismo vaso y hacen sus necesidades fisiológicas en la misma bacinilla.

 

En general yo no le presto mucha atención a las conversaciones de los demás, pues como dice mi madre cada uno tiene sus demonios que domar y a mí los míos me quitan demasiado tiempo, como para andarme ocupando de los demonios ajenos. Sin embargo la conversación de estas dos jugadores de primera línea en la escala microscopia de la política nacional llamó –en grado sumo- mi atención. Lo que narraré a continuación recoge –grosso modo– los pormenores de la conversación, que sostuvieron esas curtidas organizadoras políticas de barrio –y algunos entrometidos que metieron la cuchara en esa charla ajena – el día domingo diez de febrero de 2013, delante de la clientela de El tumba cuchara de Chucho, la tienda de mi primo Jesús Salas, en el legendario –y nunca bien ponderado – barrio Sucre de Montería, ciudad vecina de la célebre hacienda El Ubérrimo.

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Imagen de indigenas bailando tomada de gstatic


-          ¡Hay hita querida, siquiera te encuentro mija!, exclamó doña Magola en tono preocupado cuando se percató de la presencia de doña Tirsa en la tienda.

-          ¿Qué le pasa Magolita mija, qué la está sofocando en la sombra?, acotó doña Tirsa, con su ríspido acento de santandereano montuno.

-          Figúrate Tirsa, que el lunes o el martes, prorrumpió doña Magola con su dejo de matrona costeña de barrio popular, tuve una pesadilla horrorosa.

-          ¡No me diga mi amor! ¿Y eso qué se soñó qué la tiene tan preocupada?

-          Imagínese que mi nieta me leyó antes de irme a la cama una entrevista, en la que ese lagarto horrible del Roy Barreras decía: “No me asusta Uribe, por bravucón que sea”. Mientras me iba quedando dormida el timbre de la voz de ese zángano oportunista, invadía mi cabeza lentamente y yo lo escuchaba diciendo: “Uribe es un padre regañón, que se fue de la casa y está equivocado.  Por eso no tengo ningún temor de enfrentarlo y darle su merecido si no se hace a un lado. Esta va a ser una pelea padre y señor mío, en la que le voy a demostrarle quién es el macho que manda en este rancho. Creo que les llegó el momento a los colombianos de decidir entre el pasado y el futuro. Como dijo la canción de Carlos Vives: en esta furrusca se la lleva él o me la llevo yo, pero se va a acabar la vaina carajo”. A partir de ese momento mijita, me descubrí caminando en una calle sombría y tenebrosa, habitada por toda suerte de malandros que se drogaban sobre los corredores y participaban de orgias espantosas –con personas del mismo sexo – en  los antejardines de las casas. Como no me atrevía a detenerme, seguí caminando con el corazón en la mano. Al llegar a una esquina doblé y me encontré con una multitud que se gritaba, a voz en cuello, palabras indecibles en una jerga de ñeros capitalinos y pandilleros paisas. De eso  sólo recuerdo una cuantas palabras groseras: gonorrea, pirobo, triple no sé qué  y catre ijuetantas. Cuando me fui acercando a la multitud vi a Roy Barreras con el pelo peinado en forma de cresta y pintado como de veinte colores. Tenía los brazos llenos de tatuajes. Estaba vestido con un jean entubado, un chaleco de dril sin mangas y calzaba un par de botas de esas que usan las tropas de asalto de las fuerzas armadas en las paradas militares del veinte de julio. Le colgaban del cuello como diez cadenas de estilo extravagante. Sobre su pecho descubierto reposaba aproximadamente una docena de dijes macabros y un cristo de plata horripilante, como esos que usan los mafiosos labaperros que abundan en este barrio. Frente a él estaba el doctor Uribe con una pinta de pandillero paisa de la Comuna Nororiental. A Roy, para que no se fuera a las manos con el doctor Uribe lo aguantaban la doctora Dilian Francisca Toro y Piedad Zucardi, que estaban vestidas como fufurubas. Roy estaba rojo de la ira y gritaba como un poseído: “¡suéltenme, suéltenme para que vean que yo si le voy a enseñar a este lengüilargo como era que mi abuela capaba los gallos y como se matan los piojos en los conventos de un solo manotón no me joda!” La doctora Dilia gritaba con toda su fuerza: “¡Nooooooo Royyyyyy, nooooo, que él es tu padre!  Del otro lado la senadora Liliana Rendon del Bolillo, aguantaba a Uribe y trataba de calmarlo echándole esencias florales por todas partes. Éste le gritaba a Roy: “ ¡Si es varón salga triple no sé qué, gonorrea hijo de tantas, para darle en la cara marica”. El Roy estaba a punto de levantarse a golpes con el doctor Uribe, cuando llego el presidente Santos en una camioneta. El platón del vehículo estaba lleno de bolsas de tostadas y de cajas con frascos de mermelada. El presidente le dijo a Roy en tono terminante: “¡Roy te calmas ya, o te mando al carajo!... Compórtate como lo que eres oye: un varón electoral de la nación. Ya te lo he dicho varias veces: uno no puede ir por este mundo trenzándose en pugilatos con cuanto rufián de esquina le salga al paso, queriéndole demostrar que es él el que manda en el barrio”. Mostrando un evidente sentimiento paternal, Santos abrazó a Roy, lo subió a la camioneta y los dos se alejaron calle arriba en dirección de la Casa de Nari. Detrás de ellos se fueron corriendo los dignatarios de todos los partidos políticos del país, porque el doctor Santos dijo: “solo a los primeros que lleguen a mi despacho les repartiré mermelada con tostadas y huevos pericos”. El doctor Uribe llamó a los dirigentes del partido de la U, pero nadie le paró bolas. Iracundos, algunos de los que estaban con él comenzaron a gritarles en tono provocador: “Así le pagan ustedes al mejor presidente de la historia, voltiarepas… Uribe es el padre y por eso el presidente debe escucharlo…. El que debe  irse es Santos”. Pero nadie les prestó atención y Uribe se fue quedando solo. Desesperado comenzó a rajar en su jerga de pandillero de Medellín: “este hijo de tantas de Santos es un derrochón, que se me gastó los tres huevos que le di para que me cuidara, gonococo catre no sé qué”. Un manzanillo perfumado de segundo orden, venido de quien sabe qué pueblo del suroccidente del país, que no ha podido pelechar nada en la burocracia estatal durante el gobierno Santos, le dijo en tono silente: “tranquilo presidente –porque usted es aun nuestro presidente-, la base del partido es uribista y eso no lo puede negar nadie”. Miguel Gómez, el nieto del inolvidable presidente Laureano Gómez, que estaba al lado del manzanillo desconocido, reafirmó lo dicho por éste en tono solemne: “si doctor, es evidente que los electores del partido están con usted y los directivos están con la eme de mermelada”.  Con evidente frustración, rumiando la amargura que se les reflejaba en el rictus, el doctor José Obdulio Gaviria y el doctor Fernando Londoño se lamentaban entre sí, diciendo: “lástima que la gente que de verdad nos apoya está hoy toda en la cárcel carajo, sino les enseñaríamos a estos pendejos cuanto es dos por tres”. María del Pilar Hurtado, que estaba ataviada con un look de jefe de sicarios, se acercó discretamente al par de compadres y les dijo en voz baja : “si ustedes me autorizan yo puedo conseguir tres pintas que le chuzan ese paciente sin dar tanta boleta. Mejor dicho todo pasará por positivo siendo falso y como si fuera un truco de mago, con un simple juego de manos, crearemos con un falso, un positivo. Si ustedes me autorizan para ese cruce, yo reúno los pizcos en el sótano en secreto. Con éstos organizaremos una riña de borrachos en un bar de mala muerte y allí en medio de la película se acostará, si tanto visaje, a la figura como si fuera un juego de niños.” El par de contertulios hicieron como que no la oían, pero en el fondo estaban bien sintonizados con ella. De un momento a otro un chaparrón helado comenzó a caer sobre ese barrio nauseabundo y todo el mundo corrió a refugiarse como pudo. Yo intenté hacer lo mismo, pero no podía moverme. Estaba atornillado al piso para siempre, pues el concreto del pavimento me llegaba hasta las pantorrillas. Al constatar que no podía moverme, la ansiedad se apoderó de mí y comencé a gritar como una poseída. De pronto alguien me movió. ¡Yo desperté azorada y prívate!

-          ¿Qué?, espetó doña Tirza con aire intrigado

-          ¡Me había hecho chichi en la cama!, exclamó doña Magola, con evidente aire avergonzado.

-          ¡Hay amor, su pesadilla es un crudo reflejo de la realidad mija!, apuntó doña Tirsa, dejando ver una mueca amarga en su semblante. Ese partido de la U ha resultado ser toda una caja de sorpresas desagradables, como los caballos vendidos por los gitanos y el tal Roy Barreras resultó más falso que una moneda de cuero, querida. Atrás quedaron los tiempos en que ese lagarto escamoso dijo en el programa radial Hora 20, que el Presidente Uribe podía ser la fórmula vicepresidencial de Juan Manuel Santos, para que Uribe siguiera en el poder tras bambalinas. Según él, esa tinterillada –como la califico un reconocido hombre de derecho- permitía hacerle un homenaje a Uribe, asegurando de paso la elección de Juan Manuel Santos en primera vuelta”. Después, cuando la campaña para las alcaldías, salió con el cuento de que ojalá el presidente Uribe sea el candidato para Bogotá. Cada día que pasa me cae más mal ese bicho desagradable, que siempre se mueve en la dirección en que se mueven los puestos. Cuando Uribe estaba montado en el caballo se identificaba como el uribista más pura sangre de todos los uribistas. Hasta llegó a decir que Uribe tenía la talla histórica de Bolívar. Ahora cuando lo atacan, porque va saltando –como el mono araña – de rama en rama, según la dirección que siga el que tiene el frasco de mermeladas y la bolsa de tostadas, él sale a decir: “Mi partido es La U y mi obligación es Colombia. Tengo y seguiré teniendo la más grande admiración por el presidente Uribe, pero yo no respondo ni a las presiones ni a los afectos. Respondo a la conveniencia nacional. Soy leal a las ideas y sobre todo al país”. Oportunista carajo, cambia de posición política como cambian de piel las serpientes: ¡todos los meses!

-          Hay si amiga, acotó escandalizada doña Magola, ese Roy Barreras hoy sólo cree en Santos. Su “voltearepismo” es repugnante. Los que lo conocen dicen que nació en el Valle como galanista, cuando el galanismo desapareció migró a cambio radical, donde se escondió bajo la pollera de German Vargas Lleras. Cuando Vargas Lleras peleó con Uribe se peleó con Vargas Lleras y se metió a la U y allí se comportaba como el más Uribista de los Uribistas, pero cuando a Uribe le quitaron la oportunidad de reelegirse se volvió santista. Y ahora, válgame Dios, desafía a Uribe y se anuncia como el piloto de guerra de la U para destrozar al Puro Centro Democrático. ¿Dónde queda la credibilidad de este Saltimbanqui, que predice que la lista “uribista” solo sacará 150.000 votos en el país? Es posible que Uribe no derrote a Santos a la presidencia, pero, lo va a poner a comer barro, y se le va quedar con el congreso, para que exista en nuestra democracia un peso y contra peso de verdad y se borre para siempre el karma del frente nacional, que bendice al emperador de turno en silencio, poniendo a operar el tapen, tapen, del que siempre habló el egregio senador Laureano Gómez.

 

Plutarco Rio Bermejo, un estudiante de derecho que tiene fama de bailar al son que le toquen y de seguir, sin ningún recato, los rayos del sol que más alumbre, con el objeto de acercarse a la nieta de doña Magola se había sumado disimuladamente al grupo de las tertuliadoras, que discurrían sobre la política nacional y sus fragosas representaciones oníricas. Aprovechando un silencio cavernoso que invadió el ventorro, Plutarco, adoptando una postura meliflua, entró de manera diplomática en la conversa, haciendo varios comentarios que reorientaron la dinámica de la plática.

-          Lo que ha pasado con el doctor Uribe y el tal partido de la U es un acto de deslealtad que no tiene precedentes en este país. Comenzando por que ese partido se fundó por orden del honorable doctor Uribe y es justo en su nombre que se llama la U. En cuanto a Santos, éste resultó ser un Judas, que ha puesto a su servicio a un partido mercenario que se entrega –con el perdón de la señorita –, como cualquier meretriz de corredor, por un plato de lentejas al que se lo pida. 

 

Al tiempo que se disculpaba, el pichón de abogado lazaba una mirada mitad idílica mitad lúbrica a la voluptuosa nieta de doña Magola. De su lado las dos matronas, que asentían meneando la cabeza, aquiescentes ante las palabras del futuro jurisconsulto Río Bermejo, revelaban al mismo tiempo un mohín amargo en su rostro. Para redondear su idea, el casi-abogado Rio Bermejo prosiguió su discurso después de escrutar, entre pudibundo e impúdico, las sensitivas formas de la nieta de doña Magola.

-          La deslealtad del Presidente Santos y la de la parranda de granujas y maulas que lo siguen para con el doctor Uribe no tiene nombre. Apenas ganó ese señor se ha empeñado en alejarse de la sombra de Uribe, olvidando que fue Uribe quien lo salvó de la derrota cuando llamó al pueblo muy sutilmente a santificarse para salvar el destino de la gallinita doña Rumbo. ¡Qué paradoja: el partido fundado por Uribe para su reelección desconoce su autoridad y declara, contra la voluntad de la base, a Juan Manuel Santos jefe natural!, argüía el estudiante Rio Bermejo con teatral tono escandalizado, mientras miraba de reojo el escotado corpiño, que cubría con dificultad el magnífico busto de la nieta de la vieja matrona conservadora.

 

Catalino Carbonero, un sindicalista que trabajó con el Estado y no alcanzó a pensionarse  porque fue despedido en uno de los tantos recortes de planta de personal, que han sobrevenido en la nómina estatal después de 1990, se metió en la conversación acaballado en los tropos del jurista Rio Bermejo.

-          Pero mira Rio Bermejo ¿qué se podía esperar de esa federación de caciques oportunistas y sin principios morales, que se ha refugiado en esa cueva de Alí Babá que es el partido de la U, después de haber dejado a los viejos partidos en el quirófano? Parece que tú no conocieras cómo funciona la política en este país oye. Aquí nadie hace política alrededor de ideas ni de programas. ¡Eso es pura paja Rio Bermejo! La vaina aquí se mueve es alrededor del ¿cómo voy yo ahí cuadro?, ¿qué parte de la marrana me vas a dar?, ¿en qué puesto vas a nombrar a mi hijo, a mi amante, a mi cuñada a mi novia?, ¿cuantos bultos de cemento hay para repartirle a la gente, cuantas tejas, cuantas volquetas de balasto vamos a echar en las calles del barrio Fundillo Prieto? ¡Así es como ha funcionado la maroma siempre! Y para tu información, por si no lo sabíais, así es como va a seguir funcionando por siempre mi dilecto doctor.

 

Incomodo por las anotaciones sarcásticas del sindicalista Carbonero, el grupo no hallaba como parar su intervención. Elevando el tono de la voz e impostándola aún más que de costumbre, el futuro abogado Río Bermejo lo cortó en seco, poniendo en escena los ademanes propios de la teatralidad típica de los funcionarios judiciales en los juzgados:

-          Discúlpeme sénior Carbonero, pero la conversación no es con usted y, en todo caso, déjeme decirle que con el doctor Uribe las cosas han sucedido al contrario de como usted las describe, porque él es el único presidente de Colombia que se ha hecho elegir por fuera de los partidos y en franca oposición a los valores de la política tradicional, porque el doctor Uribe se ha hecho elegir seduciendo al pueblo con sus tesis ideológicas y su inteligencia superior, que ha quedado demostrada en…

-          Jaaaaaaaa jaaaaaaa jaaaaaaaaa, doctor Río Bermejo, tiene usted un gran sentido del humor negro o es usted muy ingenuo y discúlpame que me siga metiendo en la conversación de ustedes, pero ese cuento de que Uribe ha seducido al pueblo con sus tesis ideológicas y su inteligencia superior, en contravía de los valores de clase política tradicional es una fábula para dormir infantes cuadro. ¿Te acuerdas quien le sonsacó los parlamentarios a Horacio Serpa en las elecciones de 2002? ¡No me digas que fue Andrés Pastrana en las elecciones de 1998, porque no te lo creo! ¿No te parece curioso que los parlamentarios liberales en esa ocasión se hayan hecho elegir en las elecciones de Marzo, cuando Serpa todavía registraba en las encuestas, bajo la bandera del Partido Liberal y a la sombra de su candidato y qué luego de elegidos, cuando Uribe comenzó a ascender a toda carrera en las encuestas, hayan cambiado sigilosamente de bando?

-          Señor carbonero su análisis es el análisis propio de las personas resentidas, que les cuesta aceptar que el doctor Álvaro Uribe es el mejor presidente que ha tenido Colombia en el último siglo, porque recuperó la confianza de los colombianos en el gobierno. Pero eso se lo está tirando Santos, porque ahora se entregó a los brazos del Partido Liberal, que lo ha declarado su jefe natural. Con razón alguien dijo que ese partido se está comportando como la amante del presidente y por andar revolcándose con la dirigencia de ese partido, el Judas de Santos le ha dado la espalda al partido de la U y se ha alejado y peleado con el presidente Uribe, que es uno de los líderes más prístinos que tiene este país.

 

El abogado Río Bermejo había pasado del tono y los ademanes de juzgado al tono y los gestos adoptados por los congresistas en sus debates en el parlamento. La nieta de doña Magola seducida por su facundia encendida y vaga, lo miraba con una ternura similar a la que ponían en escena las doncellas de las fotonovelas de la década de 1970, cuando se encontraban frente a frente con el galán soñado. Encantada por la retórica sofística del cuasi-abogado Río Bermejo, la nieta de doña Magola dijo en tono de piropo, tapándose una parte de la boca con el canto interno de la mano derecha, que tenía apoyada sobre la punta de los dedos de la mano izquierda:

-          Hay Plutarco, Dios mío, ¡pero si pareces todo un político! No te conocía esas cualidades. ¡Deberías lanzarte al concejo!

 

El negro Blanco Boca Negra me miro de reojo. Los dos nos reímos en silencio y con la mirada por los cándidos comentarios de la nieta de doña Magola con respecto al trepador Plutarco Río Bermejo. En todo caso su estrategia de acomodarse en el seno de la familia de doña Magola, parecía estarle dando resultados. Quién viera hoy a Plutarco y lo oyera hablando como habla no creería que él había iniciado su formación política, en la secundaria, en los talleres locales de la JUCO. Ese que hoy trataba de impresionar con su labia bien hilvanada a la nieta de Magola Godoy Colorado no era el mismo joven imberbe, que en los años iniciales de su vida universitaria agitó el cañaveral estudiantil de la capital de la república, gritando consignas incendiarias contra el presidente Uribe en las marchas de los estudiantes. Allá en la fría Bogotá, a donde fue a estudiar derecho en la Universidad Nacional, Plutarco Río Bermejo se hizo a un nombre como orador estudiantil y como líder juvenil comunista, pero de un momento a otro nuestro futuro abogado regresó a Montería, se instaló donde una tía en el barrio Sucre y se puso a estudiar derecho del otro lado del río en ese centro universitario, que él mismo llamó, en sus años de militante de secundaria, la fábrica de títulos del barrio Juan XXIII. De un momento a otro Plutarco comenzó a mudar de plumaje y de lenguaje y de los tropos revolucionarios pasó –sin hacer escala – a los tropos reaccionarios.

 

Para calmar los ánimos de los debatientes, Plinio Truco Barro, que siempre tiene comentarios picantes y que a todo le pone doble sentido, saltó sobre la oportunidad y le puso pimienta a la cosa:

-          ¡A propósito de amantes y presidentes, ese Santos ha resultado ser un follador del carajo mano! No tiene una sino varias amantes y a todas les da por parejo, con el perdón de la señorita. Esa mesa de unidad nacional ha resultado ser un aren donde Santos se deleita con una y con otra, mientras muchas hacen cola para que él les dedique algunos minutos, aunque sea detrás de la puerta de la presidencia, como sucede con la mal-afamada chica del PIN, dijo Plinio en un tono que oscilaba entre el tono de los locutores que animan las guerras de picoteros y el tono de los locutores que se arrancan las mechas todas las noches en el programa La Polémica de Caracol, donde se debate con ardor la vida cotidiana de los equipos que participan en el torneo de futbol nacional.

 

Luego de que las carcajadas amainaran y el rubor, que había invadido la cara de las señoras, disminuyera, Plinio volvió a la carga por otro flanco:

-          Con respecto a eso, me viene a la memoria el apunte de un periodista cachaco, que escribió cachondamente no sé dónde: “Se equivoca Roy Barreras en el diagnóstico del caso amatorio, que es una serie de infidelidades, sino en las categorías. Las huestes rojas no son la amante, son la esposa legítima. La amante ha sido la U. Santos es lo que llaman poliamoroso. Nunca dejó a su cónyuge pero se enmozó con La U. Le puso los cachos a los liberales y ahora se arregla con ellos, pero quiere seguir viendo a la querida U.”

-          Hay Plinio, dijo doña Tirsa, deje sus comentarios morbosos para cuando este con sus amigotes jugando dominó, que aquí está presente una distinguida señorita. ¡Mida sus palabras por favor! No lo haga por nosotras dos, que somos un par de viejas que hemos oído (vivido y protagonizado, dijo alguien en voz baja por allá en una esquina de la tienda) de todo en esta vida. Hágalo por la niña, si, enfatizó doña Tirsa haciendo un gesto severo con la mirada.

-          Hay que pena Tirsita, se disculpó Plinio, pero oyendo yo al doctor Río Bermejo se me olvidó que la niña estaba presente, me emocioné y por eso dije lo que dije, pero en todo caso y ya para concluir, uno no puede negar que la mas descarada de todas esas amantes es el partido de la U. Según le oí decir a un político del Partido Liberal en Caracol, sus colegas de la U son más promiscuos en materia de sexualidad política que los miembros del Partido Liberal: “ellos tienen dos maridos; Santos y Uribe, y no se han podido decidir por ninguno de los dos, a pesar de que esos dos maridos tienen grandes y graves diferencias”. ¿No cree usted que esa vaina puede terminar en balacera de maridos cornudos doctor Río Bermejo?

-          Mire Plinio, deje de lado su lenguaje de albañal si quiere intervenir en las conversaciones de la gente culta, lanzó en tono enfadado y duro el estudiante de derecho recién convertido a la derecha Plutarco Río Bermejo. Recuerde que esta no es una conversación de mecánicos bajo los efectos del alcohol y las hierbas alucinógenas. Estamos en presencia de gente humilde pero prestante.

 

Las dos matronas fueron de repente invadidas por un gesto de grandeza y de falsa modestia. Una de ellas –no tengo preciso cual- dijo en tono medio conciliador:

-        Hay mijo deje así. A Plinio ya no lo corrige ni la muerte. En todo caso ya nosotras sabemos de su vocabulario lenguaraz.

 

Aprovechando que el boleo de la tienda había mermado un poco el tendero intervino, introduciendo un nuevo punto en la conversa, que de alguna forma le daba continuidad a lo dicho por Plinio.

-         Saliéndome de la jerga de Plinio pero valiéndome en parte de lo que él dice, hay que decir que a partir de esta semana el partido de la U dejó de tener dos maridos, para consagrarse a uno solo: el presidente Santos. Según pude leer en El Espectador antes de anoche, el presidente de ese partido dijo que “La U rompió totalmente relaciones con el expresidente Álvaro Uribe Vélez”. Dice el artículo que un viejo cacique de ese partido, que primero fue cacique liberal, afirmó que allí al expresidente se "lo quiere y respeta muchísimo", pero “es claro que su accionar no es de alguien de La U”. Volviendo a las metáforas picantes, que Plinio trajo a colación, podríamos decir que esta mujer echó al marido más antiguo, porque este quería que le acariciara los “tres huevitos” como en el pasado. Esa solicitud parece que le resultó escandalosa a la dama, porque el que ahora paga el arriendo y mantiene a los niños es el segundo marido, con el que ha decidido quedarse, a pesar de que duerma cada noche en el lecho de una mujer diferente, jaaaaaa jaaaaa jaaaaaa

-          En todo caso –acotó Genaro Días, que había escuchado la conversación como quien no quiere la cosa– al expresidente Uribe le están aplicando los caciques indecentes, que lo ungieron como gran jefe pluma blanca en 2002, la misma cura de burro que él mandó a aplicar a Horacio Serpa. Bien lo dice el adagio popular: “con la vara que mides serás medido” y como dice mi suegra… “tenga pa que lleve mijo”, porque el que a hierro mata a hierro muere. Al final todo lo que uno hace en este mundo, en este mundo lo paga. Él le sonsacó la gente al partido liberal para hacerse elegir, pero como nuestra clase politiquera se vende siempre al mejor postor, se sienta en la mesa donde hay mermelada o se mete a la cocina donde huele a tocino frito, sus peones se han pasado –sin ningún pudor –al lado del tablero donde se alinean las fichas de Santos y lo han dejado con los crespos hechos porque, como ahora se dice, la política es dinámica y nuestros políticos son unos mercenarios, con un comportamiento similar al de los goleros: se paran solo en el caballete del matadero, porque allí siempre hay carne para comer. Uribe ya no tiene notarias para repartir, ni presupuesto público para regalar auxilios agrícolas a los terratenientes de este país, por eso se ha ido quedando solo.

 

Marcos Movilla, el loquito de la calle, que había escuchado la conversación y se reía cuando los participantes decían cosas chistosas, se inmiscuyó en ella aprovechando unos segundos de silencio metálico, que siguieron a la reflexión sin destinatario que venía de hacer el gordo Genaro.

-          O sea que, según lo que ustedes dicen, ¿a Uribe –como lo dice la canción de Farid Ortiz – le bailaron el indio y se le fueron las luces?

 

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Imagen de indigena bailando tomada de gstatic

Todo el mundo guardó silencio y la reunión se fue disolviendo. Sigilosamente y sin despedirse de nadie, las matronas que habían comenzado la conversación se fueron. El estudiante Plutarco Río Bermejo trató de entablar un contacto visual con la nieta de doña Magola, pero ésta lo esquivó sin rodeos. El negro Blanco Bocanegra apuró el último trago de la cerveza que yo le había compartido. Jesús Salas, el tendero, se volvió a ocupar de sus asuntos. Plinio Varilla tomó sus bolsas de víveres y se marchó. El sindicalista Catalino Carbonero, cambió de puesto y se concentó en la solución de un crucigrama. El abogado Río Bermejo sacó su teléfono celular y llamó a un amigo para preguntarle si podía ir a pasar la tarde con él. La tienda se fue llenando de nuevos clientes y de lejos nos vino la voz del cantante de vallenatos Farid Ortiz tarareando unos versos chuscos, cuyas palabras dicen:

  Ay cuando yo la enamoraba decía que no

  que yo no era el hombre perfecto que ella soñaba

  mientras tanto un irresponsable vino y la enamoró

  y se dejó llevar por lo bonito que hablaba

  Como yo había perdido el año me resigné

  porque entendí que cosas mejores pa mí venían

  y no hace mucho me enteré que su gran amor la engañó y se fue

  y hoy como la novia de Barranca está arrepentía

  Te bailaron el indio, se te fueron las luces

  Te bailaron el indio, se te fueron las luces

  Te bailaron el indio a ti, me bailaron el indio a mi

Jairo Varela: el compositor que consolidó la identidad de la salsa colombiana y le puso contenido a la salsa romántica

Jairo Varela en sus años escolares. Imagen tomada de herencialatina.com

 

El miércoles 8 de agosto de 2012 murió en Cali Jairo Varela Martínez. Cuando se revisa en su conjunto la obra musical de este músico chocoano, nos encontramos con que Varela es uno de los más talentosos cultores en la historia de la música salsa. Como bien lo resaltó un comentarista del diario bogotano El Tiempo, que escribe bajo el nickname de richard11061, con la muerte de Varela ‘‘se fue todo un icono de la música’’ hispana contemporánea, que nos dejó como herencia un monumental legado cultural. En esa misma frecuencia parece estar sintonizada Maryory Astrid Paez Avila, una comentarista de YouTube, que sentenció en ese canal el día de su muerte: definitivamente el maestro Varela dejó ‘‘uno de los legados más importantes de la historia musical colombiana’’.

 

Jairo Varela es uno de los dos grandes cultores (el otro es Julio Ernesto Estrada Rincón), que han labrado un sello de identidad para la salsa colombiana. De su mano las agrupaciones de este género musical en el país salieron definitivamente de la segunda fila, para subir a la tarima a ocupar un lugar, al lado de las agrupaciones puertorriqueñas y neoyorquinas. El Grupo Niche, que creó y dirigió Varela, le dio a la salsa colombiana, que ya era conocida internacionalmente, una cedula de ciudadanía que atestaba su mayoría de edad. Esa madurez musical le permitió a nuestra salsa viajar por el mundo sin llevar consigo el permiso de los adultos y la autorizó a entrar a los escenarios de la rumba, con una tarjeta que la acredita como invitada de honor. Ese paso fue posible porque Jairo Varela, como compositor (así lo resaltó otro comentarista de El Tiempo), se destacó siempre por producir piezas musicales de ‘‘excelentes letras, ritmo e instrumentación’’.

 

Imagen de Julio Ernesto Estrada Rincón tomada de qobuz

 

Qué Jairo Varela obtuvo un lugar destacado en el salón de las glorias de la música salsa es un asunto en el que coinciden hoy legos y doctos en la materia. Por eso no es extraño de encontrar coincidencias entre los apuntes de los comentaristas desprevenidos, que dejan sus opiniones en las colillas destinadas a las glosas del público por los periódicos y los cronistas especializados, que escriben notas para éstos. Por ejemplo, la crónica póstuma que apareció en El País de Cali destaca que con Varela se vivieron en Colombia ‘‘los años más gloriosos de la salsa’’. Ese aspecto es reafirmado desde otro ángulo por Álvaro Gómez, quien fuera el primer mánager de Niche. Gómez dijo a El Colombiano de Medellín: “Jairo Varela fue para la música lo que Pambelé fue para el boxeo. Él nos enseñó a ganar, a ser grandes. Marcó un camino para muchos jóvenes que entendieron que se podía vivir de la música’’. Para él, Jairo Varela alcanzó un espacio en la música colombiana, porque con su música ‘‘miles de colombianos se enamoraron, se enrumbaron, dedicaron y se entusaron”. De su lado Juan Mesa sostuvo en Musica.about.com que ‘‘el grupo Niche es el mayor símbolo de la salsa colombiana’’.

 

Debo reconocer que nunca antes el deceso de una figura ligada al mundo del espectáculo y la cultura popular me había generado tanta saudade. Mi tribulación deriva su origen en dos razones. La primera tiene que ver con las contribuciones que hizo este músico al desarrollo de mi imaginario personal. Gracias a las composiciones de Varela, a pesar de los múltiples problemas que me tocó afrontar durante esa etapa de mi vida, mi adolescencia fue alegre y feliz. Animado por sus canciones aprendí a bailar, tomando un palo de escoba por el talle. Su música festiva me mostró el sendero amable y grato por el que transita el goce. Las canciones de su álbum de 1988 me permiten evocar con ensoñación el mejor año de mi vida escolar, que quedó grabado en mi memoria a través del rostro de una mulata graciosa, caprichosa y arisca, que fue mi primer amor –con mayúscula- sin haber sido nunca mi novia.

 

Imagen de Tapando el Hueco, el disco grabado por el Grupo Niche en 1988, tomada de maestrosdelasalsa

 

Por eso cuando quiero regresar la máquina del tiempo, para situarme en un instante del pasado, que quisiera repetir, cierro los ojos y dejo que me invada la voz de Tito Gómez. Con ella mi cabeza se va llenando de música y lo oigo cantando unos versos de una factura poética poco común en las canciones de salsa: ‘‘Estoy viviendo un sueño/ me siento único dueño del amor/ Una mirada bastó, así sucedió/ ausentes las palabras mi cuerpo vibró/ Cuando su mano tomé/ el cielo miré/ el brillo de sus ojos/ sus labios besé/ así como se fue/ así vendrá/ en alas de dicha que el viento traerá’’.

 

Los especialistas en poesía dirán que esa canción es un conjunto de versos elementales, plagados de tropos emotivos, que son lugares comunes en los sonetos de poetas aprendices. De pronto hasta tengan razón. Pero como bien lo sentenció Juan Gossaín en un noticiero matutino de radio RCN: ‘‘los poetas fracasados son excelentes escritores de letras para boleros’’. Si bien es cierto que Jairo Varela como poeta estuvo lejos de alcanzar la talla de Rubén Darío, de Pablo Neruda, de Amado Nervo, de Juan Gelman o de Mario Benedetti, como creador de letras para canciones de salsa, Varela fue un individuo que desde el primer momento abandonó el montón, para situarse entre los grandes letristas de ese género musical.

 

El buen tratamiento del lenguaje, la plasticidad de las metáforas que encontramos en muchas de sus canciones y la manera como abordó el tratamiento del amor son elementos, que nos permiten de considerar que José Arteaga tiene razón cuando afirma que Varela ‘‘implantó en su orquesta un concepto romántico de la interpretación’’ de la salsa sin ser propiamente un salsero romántico (eltiempo).

 

Jairo Varela y el Grupo Niche en 1979, cuando el grupo produjo su primer LP. Imagen tomada de herencialatina.com

 

El segundo motivo que me llena de pesadumbre es el hecho de escribir sobre Jairo Varela de manera póstuma. Un poco por pereza o un poco por ocupaciones, que vienen a quitarme parte del tiempo que dedico a mi pasatiempo favorito: escribir crónicas que ningún periódico publicará, la escritura de esta nota se aplazó en varias ocasiones. Desde hace más de dos años la idea de escribir sobre el Grupo Niche y sobre el sitial de Jairo Varela en el firmamento de la salsa me había rondado el espíritu. Hubo momentos en que la nota, de principio a fin, le dio varias vueltas a mi cabeza, pero por razones que sería extenso enumerar, la dejé ir con la soga en los cachos, esperando el momento propicio para tirarla definitivamente del lazo y llevarla a la madrina. Hubo otros momentos en que me senté a escribirla, pero la falta de inspiración o de claridad sobre la materia me obligaron a abandonarla sin concluir siquiera el título.

 

En todo caso el destino ha querido que mi nota sobre el aporte de Jairo Varela al universo de la salsa no sea la nota soleada y colorida, que siempre quise escribir, sino una suerte de lamento, que para nada rinde homenaje a un hombre, que le regaló a mi espíritu un gran porcentaje de sus alegrías pasadas y venideras. Eso es lo que me produce congoja.

 

Quien ha escrito esta crónica sobre Jairo Varela y el Grupo Niche no es el individuo alegre y festivo, que se ha divertido con su música, sino el hombre triste, que lamenta su muerte. En conclusión, aquí no hay ni sombra de la nota que siempre imaginé y quise escribir sobre un músico que, con su estilo, me hizo apreciar la salsa desde otra perspectiva y le regaló a los colombianos un cuarto de los éxitos, que conforman la discoteca salsera nacional. Por eso considero que resulta acertada la postura del diario El País, que sostiene que bajo la conducción de Varela el grupo niche se convirtió en ‘‘el máximo exponente de la salsa’’ nacional (ver cuadro No 1 al final).

 

Una mirada somera a la historia de la salsa para situar el aporte de Jairo Varela

Jairo Varela al comienzo de los años 80, cuando bregaba por abrirse un espacio en el mundo de la música. Imagen tomada de herencialatina.com

 

Un día hablando con un educador chileno y dos historiadores quebequenses afloró el tema de la salsa, en medio de una conversación sobre la identidad latinoamericana contemporánea. La cuestión comenzó porque uno de los colegas quebequense preguntó sobre el país de origen de la salsa. Después que habíamos explorado los lugares comunes y las generalidades que rodean la historia de dicha música lancé una hipótesis, que generó una carcajada sonora que opacó de súbito el ruido del motor del carro. ‘‘La salsa es una música folclórica, que apareció en la ciudad de Nueva York en los años 60, creada por inmigrantes latinoamericanos, con los mejores fragmentos de las músicas festivas de los países del Caribe hispano’’, dije en serio y en broma. 

 

El contertulio chileno acotó incrédulo: ‘‘Suena un poco rara esa hipótesis que sugieres, pues ninguna música que haya nacido en la Gran Manzana puede ser música folclórica. En cuanto a la salsa, ¿No es ésta acaso una música, cuya cuna se disputan hoy con igual ardor cubanos y puertorriqueños, como para que agreguemos ahora un nuevo lugar de origen a la lista?

 

Sin perder de vista el meollo de su pregunta le respondí con un argumento, que le escuché un día a mi amiga Marcela Navarro, una periodista barranquillera bastante docta en eso de la cultura musical popular hispano-caribeña del último tramo del siglo XX. Recogiendo las palabras de Marcela le dije, en un tono profesoral: ‘‘hombre si bien es cierto que los primeros intérpretes de salsa son músicos de origen cubano, puertorriqueño, dominicano y en general caribeños, tampoco es menos cierto que los primeros discos de salsa, que se produjeron, se grabaron y comercializaron en Nueva York’’.

 

Mientras yo exponía mi argumento, uno de los contertulios quebequense buscaba en su iPhone la entrada de Wikipedia  que reseña la historia de la música salsa. Dicha nota recoge una larga controversia sobre esta música, animada por cultores del género, analistas de cultura musical y gente de medios. Cuando terminé de hablar mi colega quebequense comenzó a leer, con su español atípico, unos apartes de la nota de Wikipedia: ‘‘La palabra salsa para designar la música hecha por los latinos en Estados Unidos, comenzó a usarse en las calles de Nueva York a finales de los años sesenta y principios de los setenta’’. Este género musical resultó ‘‘de una síntesis de influencias musicales cubanas con otros elementos de música caribeña, música latinoamericana y jazz, en especial el jazz afrocubano’’.

 

Si bien la definición de Wikipedia no me daba toda la razón, tampoco le quitaba piso a mi respuesta. Para tener una idea más amplia sobre el asunto miramos otros sumarios históricos, contenidos en otras páginas electrónicas. Según la página Hotsalsa, que se precia de ofrecer –en mayúscula- una ‘‘Historia oficial de la salsa’’, ‘‘ lo que llamamos hoy en día música Salsa es una mezcla de ritmos afrocaribeños como el Son Montuno, el Mambo, la Bomba y la Plena. El movimiento que originó esta nueva música comenzó en Nueva York - en El Barrio, y el South Bronx, la llamada "Caldera del Diablo" - cuando un grupo de jóvenes músicos comenzó a mezclar sonidos y ritmos intentando crear un nuevo ritmo que conservara el "SABOR" que tenían otros ritmos afrocaribeños.’’ De acuerdo con dicha página ‘‘la Salsa debuta en el hotel Saint-George de Brooklyn, donde los Lebrón Brothers, de origen puertorriqueño, entusiasman al público’’ con la originalidad de dicho ritmo.

 

Izzy Sanabria frente a una de sus creaciones. De Sanabria se dice que adoptó el término salsa, como concepto comercial herencialatina

 

Con la idea de ampliar nuestro horizonte miramos el resumen histórico de la página Salsa-in-cuba. Sin nombrar el lugar donde se originó dicho género musical, en dicha página se afirma que ‘‘en los años ’60, una oleada de ritmos de origen cubano se fusionan con el jazz. Izzy Sanabria, diseñador gráfico en los estudios de Fania, los une a todos bajo una misma denominación para eliminar confusiones y vender el concepto más fácilmente’’. Siguiendo la lógica del mercadeo, Sanabria eligió el término salsa para llamar al nuevo género.

 

Paradójicamente Sanabria dice que ‘‘todo eso es una mentira y una falacia’’, pues ‘‘la historia de La salsa, tiene tantos y tantos errores y espacios vacíos, que el escritor llena sus vacíos con especulación’’. Según él, el término salsa ‘‘se usaba en Nueva York cuando las agrupaciones estaban ejecutando sus legendarias descargas, y entonces la gente les gritaba ― para azuzarlos ―: “Salsa, salsa, lo que viene es salsa”, que en nuestra jerga quiere decir “que tiene sabor’’ y ‘‘así fue como yo empecé a llamar la música’’. Según Celia Cruz, así lo resalta Salsa-in-cuba en otra de sus entradas, ‘‘Salsa es una manera diferente de nombrar la música cubana’’. Por su parte Tito Puentes sostenía que «la salsa, como ritmo o música, no existe. La música que llaman salsa es la que he tocado desde hace muchísimos años: se llama mambo, guaracha, chachachá, guaguancó. Todo es música cubana. La salsa se come; no se oye, no se baila».

 

Después de revisar –a vuelo de pájaro- varias páginas de internet consagradas a la historia de la salsa, todos estuvimos de acuerdo en una cosa a la hora de concluir nuestra discusión: la salsa es un producto de origen caribeño, que se ha convertido, con el paso del tiempo, en un sello de identidad para el hispanoamericano contemporáneo. Sin importar de qué país provengan, los hispanos se sienten identificados –si bien es cierto, unos menos que otros- con la música salsa. Ésta, al lado del merengue, son por excelencia los ritmos que animan generalmente una buena fiesta latina.

 

Otro aspecto en el que coincidimos es que después del comienzo de la década de 1980 la salsa dejó de ser un fenómeno asociado con los hispano-caribeños de Nueva York: cubanos y puertorriqueños particularmente, pues desde a mediados de la década de 1970 hay suficientes evidencias, que nos permiten hablar de salsa panameña, salsa dominicana, salsa venezolana, salsa colombiana y hasta de salsa peruana. Durante el curso de los años 80 y 90, como lo resalta la página Salsita03, el país donde se produjo ‘‘la expansión de la Salsa con mayor vigor es Colombia, con Joe Arroyo, el grupo Niche y la orquesta Guayacán’’.

 

Sé que las conclusiones que evoco son un poco arriesgadas, pues cualquier sociólogo o antropólogo cultural, especialista en cultura musical urbana de la América Latina contemporánea, puede sugerir que esas afirmaciones no están fundamentadas en ningún tipo de sustento empírico y acusarme de estar generalizando a partir de la consulta de notas publicadas en páginas de internet, que carecen de valor científico. En ese caso estoy dispuesto a exponerme a la crítica, pues una ligera consulta bibliográfica nos mostrara que la salsa como fenómeno cultural de masa es un asunto poco estudiado y sobre este campo, si bien es cierto que hay un buen número de especialistas, ninguno de ellos ha alcanzado el grado aún de autoridad en la materia. 

 

En todo caso la revisión documental nos muestra tres cosas. En primera instancia nos permite de atisbar la existencia en la América Hispana de 6 grandes tradiciones musicales: la tradición cubana, armada alrededor de la herencia hispana y africana, el tango, fuertemente marcado por una tradición europea, que expone la mentalidad de las sociedades urbanas sureñas, la ranchera, una música mestiza, que articula el imaginario social de la sociedad mexicana que nace con la revolución, en la que es evidente la nostalgia por lo rural, la cumbia, que se articula alrededor del mestizaje de las tradiciones africanas y amerindias, que subyacen en las capas populares urbanas y rurales del caribe colombiano, el merengue dominicano, cuyo tronco rítmico no puedo precisar con claridad, y la salsa, que es una fusión de los ritmos del caribe hispano con los ritmos musicales estadounidenses, particularmente de origen africano.

 

Primera caratula creada por Izzy Sanabria Para Johnny Pacheco, uno de los reconocidos padres putativos de la salsa. Imagen tomada de herencialatina


El segundo aspecto que sale a relucir en la documentación consultada nos muestra a la salsa como un género, que conduce a la unificación de la identidad hispanoamericana en la costa este de los Estados Unidos. Con la salsa emerge y se consolida el concepto de lo latino como un sello identitario, que comienza a identificar a los hispanos de toda América, que antes de eso se veían así mismos –y eran vistos- como un grupo disperso, sin una identidad definida. Eso explica bien por qué la Orquesta Harlow grabó en 1977, bajo la dirección de Larry Harlow, el LP "La Raza Latina", en el que hay una canción cuyo coro canta jubiloso: ‘‘la salsa representando la raza latina’’.

 

Sobre ese aspecto es diciente el punto de vista de Izzy Sanabria, consignado en una entrevista publicada por la  página Herencia Latina. Según Sanabria, al ‘‘documentar sobre la historia de la salsa, nos vamos a encontrar que los periodistas de los grandes diarios de Nueva York ignoraron este movimiento artístico, cultural y popular, que estaba llevando a cabo una nueva generación de latinos que básicamente hablaba en inglés. Estos jóvenes fueron los hijos de los primeros puertorriqueños que emigraron a Nueva York para comienzos de los años treinta […]. Es entonces cuando se constituyen los primeros barrios latinos, los cuales a su vez gestaron las grandes concentraciones humanas con una cultura homogénea, con expresiones, aspiraciones y el folclor. […] Para los años sesenta hay un sorprendente ascenso de una generación ― podría ser la tercera ― de jóvenes latinos totalmente nacidos en los Estados Unidos. Ellos cambian la poesía, el teatro, la moda, la música -- latinizan todo’’.

 

La apreciación de Sanabria es compatible con la percepción de los responsables de la página Perumusicos Salsa Peruana, que sostienen que la salsa se  instauró a partir de la década del 70 como representación latinoamericana en los Estados Unidos, llegando incluso a las más altas esferas y escenario de New York. El mismo concepto es retomado desde una óptica un poco más elaborada por el investigador Rafael Quintero[i], que sostiene que ‘‘la salsa es la expresión musical de los pueblos afro-caribeños y de los latinos en general’’. Quintero destaca que por largo tiempo los cubanos quisieron quitarle piso conceptual a la salsa como manifestación musical, ‘‘para reclamarla como música del pueblo de Cuba’’, ignorando que esta le había dado ‘‘sentido de representación colectiva’’ a las comunidades hispanas, que habitan en las ciudades de la costa este de América del Norte.


Caratula de Raza Latina. Imagen tomada de gladyspalmera

 

Con el tiempo los cubanos Terminaron admitiendo que ‘‘el sonido de la salsa, era un salto y una ruptura que llevaba más allá de la música tradicional y del sentir típicamente nacional cubano’’. En otras palabras, la salsa ‘‘había levantado una corriente sonora, que pertenecía a una comunidad globalizada’’, que la había adoptado como sello distintivo.  Si bien es cierto que la salsa hoy en día es eso: el sello de identidad de una comunidad globalizada, tampoco es menos cierto que ella, como producto cultural, es la suma de una serie de ‘‘identidades regionales’’, que han terminado por dar identidad colectiva a un segmento de la población global.

 

Finalmente, en lo que toca a las figuras cimeras de la salsa hay que decir que si Panamá tiene a Rubén Blades, Venezuela a Oscar de León, Republica Dominicana a Johnny Pacheco, Puerto Rico a Héctor Lavoe, Nueva York a Willy Colón y Cuba a Celia Cruz, Colombia tiene a Jairo Varela. Sobre el trabajo de Varela, elocuente resulta la apreciación de Walter Germán Magaña en Herencia Latina, la página virtual de mayor rigor en el tratamiento de la cultura salsera. Magaña resalta que ‘‘bajo la dirección de Jairo Varela la agrupación, conformada por talentosos músicos [el Grupo Niche], ha logrado consolidarse y mantenerse como una de las mejores orquestas colombianas de salsa, compitiendo con las mejores bandas de Puerto Rico y Nueva York’’.

 

Con respecto a la irrupción de la salsa en la sociedad colombiana hay una discusión sobre su punto de entrada. Algunos dicen que fue Cali, otros dicen que fue Buenaventura y otros dicen que fue Barranquilla. En mi opinión definir el lugar de entrada de la salsa al país no es un asunto importante, pues Colombia ha sido un país que se ha destacado después de la década de 1920 por ser un gran consumidor de música del caribe insular hispano. De otra parte, como lo sostiene el profesor de la Universidad del Valle Alejandro Ulloa, la salsa es un ritmo cuyo nacimiento hay que situar 10 o 15 años antes de su popularización en América latina.


La declaración del director cubano Machito, que sostuvo en una entrevista que salsa era, más o menos, lo que él había tocado durante cuarenta años (entre 1930 y 1970) antes de que el género musical se denominara así, es un elemento que apoya la tesis de Ulloa. Si le damos validez a la teoría de Ulloa, la presencia de la salsa en Colombia comenzó pues antes de la presentación, en 1968, de Ricardo Rey y Boby Cruz en los carnavales de Barranquilla, en el mes de febrero, y en la Caseta Panamericana en diciembre en Cali. En tal sentido se podría sostener, como lo resalta el periodista  Ernesto Armenteros,  en su blog de El Universal, que desde bien temprano en los años 60 ‘‘la salsa se definió como un elemento de identidad popular urbana de sectores sociales’’ marginales de ‘‘ciudades como Barranquilla, Cali, Cartagena y Buenaventura’’, que la adoptaron como música propia.

 

Primera caratula donde aparece oficialmente el término Salsa. Imagen tomada de herencialatina

 

Cuando el Grupo Niche apareció, al comienzo de la década de 1980, la salsa ya se había implantado en Europa y Japón. En Colombia el movimiento salsero estaba consolidado en algunas ciudades, pero los grupos musicales de corte salsero no tenían mucho vuelo, aunque un considerable número de orquestas habían seguido los pasos de Fruko y sus Tesos y de los Latin Brothers, un par de orquestas que comenzaron a hacer salsa desde el comienzo de los años setenta. Después de ese momento, entre las orquestas que han tratado de consolidar un nombre en el medio salsero nacional están Los Nemus del Pacífico, la Orquesta GuayacánLa Misma Gente,  Los NichesSon de Cali,  Los Titanes y el Grupo Galé.

 

Mucho de los entendidos en materia de salsa coinciden en señalar a Julio Ernesto Estrada, el director de Fruko y Sus Tesos, como el iniciador de la salsa en Colombia. Al respecto Ernesto Armenteros resalta que ‘‘el legado de Fruko y sus Tesos en la salsa colombiana es innegable. […] Fue la primera agrupación en tocar salsa dura, con arreglos agresivos, una sonoridad impecable y unos cantantes de calidad’’. El encuentro de Estrada, que había comenzado como mensajero de discos fuentes y tocaba el timbal en Los Corraleros de Majual, con la salsa se produjo en uno de los viajes de Los corraleros a los Estados Unidos. Allí ‘‘Fruko se percató del nuevo sonido que había aparecido en la “Gran Manzana” y quiso de inmediato ponerlo de moda en Colombia’’. Fue así como a su regreso al país ‘‘creo la orquesta de Fruko y sus Tesos’’.

 

A Fruko se le debe también el  lanzamiento al estrellato de tres de las voces históricas de la salsa colombiana: Piper “Pimienta” Díaz, Joe Arroyo y Wilson Saoko. En cuanto a Varela, éste redefinió la personalidad de la salsa en el país, sacó la salsa romántica del motel, la alejó de la trivialidad lírica y la acercó a la poseía, mostrándonos al mismo tiempo que desde la salsa se podía cantarle de manera coherente al amor, sin tomar prestadas las letras de las baladas eróticas y sin asumir posturas pusilánimes (ver al final cuadro N2)

 

El Grupo Niche  y la identidad de la salsa colombiana

 

Julio Ernesto Estrada Rincón, músico a quien los entendidos atribuyen el inicio de la actividad salsera en Colombia. Imagen tomada de facebook

 

Antes de la formación del Grupo Niche la salsa en Colombia era una música que no había logrado superar del todo los senderos de la marginalidad. Como lo afirma Magaña, Niche nació como una ‘‘alternativa salsera’’, en un panorama musical con un desarrollo bastante precario en el plano salsero. Dentro de ese contexto los músicos que hacían salsa lo hacían a contra corriente. Antonio Romero nos muestra en su nota ‘‘La salsa en Colombia corre por las venas del Caribe’’ que estos músicos colaban en las grabaciones de sus orquestas uno que otro número de salsa, con el que completaban sus LP, en los que combinaban los ritmos tradicionales de la región caribe de Colombia, con otros ritmos provenientes de las Antillas. Como lo señalamos atrás, las orquestas que habían logrado cosechar éxitos indiscutibles, cultivando una auténtica identidad salsera, eran Fruco y sus Tesos y los Latins Brothers.


Caratula de un disco de la orquesta La protesta de Colombia, primera agrupación de Joe arroyo. Imagen tomada declubfutbol

 

Podría decirse –sin correr mucho el riesgo de equivocarse- que antes de Niche, los músicos que hacían salsa lo hacían un poco por amor al arte, pues la salsa era vista –en general-; así lo precisa Rafael Bassi Labarrera en el artículo La salsa en el carnaval, como una música bailada por mariguaneros. De los prejuicios sociales que rodearon la entrada de la salsa en la escena cultural popular nacional da testimonio Mónica Mora, en su nota ‘‘La salsa timbalera no es sólo para marihuaneros’’. Según Mora, cuando la salsa irrumpió en Medellín los sectores dominantes en el campo sociocultural la consideraron ‘‘como un género que va dirigido a personas de estratos socioeconómicos bajos, e incluso en el imaginario’’ social no ha dejado de considerarse que ‘‘la “salsa brava” va dirigida a aquellas personas sumergidas en las drogas’’, pues ‘‘está hecha para “marihuaneros”.

 

El ingeniero de minas Luis Montiel Petro me contó que cuando su padre llegó a Montería, en los inicios de su juventud, en el barrio La Granja habían varias esquina donde se reunían los salseros a escuchar y a bailar salsa. En el centro de esa cofradía masculina se hallaban los burros, que eran aquellos bailadores que consumían marihuana abiertamente. El consumo de esta hierva (por ello lo de burros) les permitía –según ellos mismos- de poder bailar sin parar durante una noche entera, sin sucumbir al cansancio y al sonido bestial del pick-up.    

 

La identificación de la salsa durante la década de 1970 como música de los sectores marginales aflora con fuerza en ‘‘Bomba Cámara’’, la novela de Umberto Valverde. En los relatos que componen dicha obra el autor nos lleva, de la mano del gusto musical de ‘‘los muchachos y muchachas del barrio obrero de Cali’’, por los ‘‘hechos y las gestas’’ de la vida cotidiana de dos generaciones de jóvenes, que crecen ‘‘gozosos sin advertir que su barrio era feo y sucio”, pues ‘‘para ellos, toda su vida se limita a matar el tiempo en las esquinas’’ y ‘‘ ¡A bailar pachanga!’’. En ese mundo sin porvenir, donde la ruta que conduce a la exclusión pasa justo por el frente de cada casa, el único plan divertido que hay es beber aguardiente, jugar futbol, enamorar muchachas y bailar el fin de semana al son de ‘‘las orquestas chéveres’’, que han puesto de moda ‘‘un bullicioso y furioso ritmo’’, que viene ‘‘del otro lado’’[i].

 

La idea de la salsa como musica ligada a la cultura de los ‘‘barrios populares’’ caleños vuelve a ser ratificada por el movimiento cultural salsero de Cali, en una carta abierta a la secretaria de cultura y turismo de la ciudad, en el marco de un debate público sostenido a comienzo de 2012, sobre el lugar de la salsa en la política cultural caleña. Según los voceros de los salseros caleños, la relación entre la salsa y el ‘‘barrio popular’’ surge y se afirma cotidianamente ‘‘en el proceso de expansión urbana de Cali, ocurrido entre 1940 y 1980, cuando se fundaron en esta ciudad un poco más de 100 barrios populares, construidos por la misma gente en la periferia’’.

 

Otro aspecto que hay que señalar tiene que ver con la idea que sostiene que la música salsa es una música hecha por negros y para negros. Esta tesis ha sido propalada por grupos responsables de la reproducción, conservación y difusión de los valores socioculturales dominantes así como por sectores afro-americanistas. Más elocuente no puede ser el músico Julio Ernesto Estrada, cuando dijo en entrevista concedida al diario El Pais : ‘‘yo creo que colaboro con la felicidad del país sin distingos ni racismos. He sido parte fundamental para que el 20% del país de raza afrocolombiana tenga sus distinciones’’.

 


Orquesta de FruKo y sus Tesos, la primera orquesta de salsa que se consolidó en el país. Imagen Tomada de facebook

 

Sobre ese punto abunda también ampliamente el movimiento cultural salsero caleño en la carta ya mencionada. Según dicho movimiento, la salsa se ha identificado con los negros porque la salsa le ha ‘‘cantado al negro, al baile y a la música, pero también ha denunciado la esclavitud y sus violencias. En sus relatos se refiere a la plantación esclavista, al azúcar y el barracón, lo mismo que a las resistencias y el cimarronaje de quienes lucharon contra la opresión y el racismo. Y esa historia se conecta con la del barrio urbano de la ciudad moderna, donde la afro-descendencia y la cimarronería continúan vigentes, tanto  en Cali, como en Cuba, Puerto Rico  o Nueva York’’. Para los salseros caleños es ‘‘a través de la música salsa y su baile’’ como se ha reivindicado ‘‘a las negritudes en la ciudad’’ (musica).

 

La relación entre la población de raza negra y la salsa en Colombia podría resultar  evidente cuando se revisan las caratulas de la principales agrupaciones salseras del país. Imagen tomada de llegolasalsa

 

Una buena síntesis, que condensa todo ese cumulo de prejuicios, que tuvo –la  gente de bien- en Colombia acerca de la salsa durante largo tiempo, nos la ofrece el profesor de la Universidad del Valle Alejandro Ulloa en su dialogo con Hernán Toro[ii]. Según Ulloa, la música salsa en Cali –tal como sucedió también en otras ciudades del país- fue siempre asociada ‘‘con negros, con malandros, con marihuaneros, con putas, con bandidos, con ladrones y futbolistas’’. Esto se debió al hecho de que la salsa hizo su incursión en la vida nacional a través de las llamadas «zona de tolerancia» y de los bailes populares, amenizados por los pick-Up. Dichas circunstancias la convirtieron en el género musical, que identificaba al excluido y al marginal, es decir a esa población, que uno de mis profesores de secundaria, docto en la jerga marxista, catalogaba bajo la categoría de lumpen social urbano.

 

Pero vale la pena resaltar aquí una paradoja. A pesar de habérsele concedido a la salsa la etiqueta de música representativa del malevaje y la canalla social, la salsa llamó también la atención de un sector de la clase media, formado por literatos, intelectuales y universitarios, que la asumió como su sello de identidad y la usó  como caballo de batalla contra aquellas manifestaciones musicales, que identificaban como manifestaciones culturales de la clase dominante. Buscaban por esa vía diferenciarse de aquellos sectores de la sociedad, que sólo escuchaban los géneros musicales locales: porro, vallenato, cumbia o música tropical y chucuchuco. Ese aspecto sale a relucir en la misiva del periodista Henry Holguín a la psicóloga Tatiana Barrios en el debate sobre la salsa en Cali, que mencionamos atrás.

 

Según Holguín, ‘‘en los años 70s, cuando la sociedad caleña intentó imponernos a los graduados, los black star y demás cultores de la música paisa” […], tratando de hacernos olvidar nuestras raíces y destino afrocolombiano’’, un grupo de personas entre los que se encontraban los escritores Umberto Valverde y Andrés Caicedo, decidió adoptar como sello identitario ‘‘el ritmo sincopado de la salsa’’, para oponerse a través de ella a la música de ‘‘Rodolfo Aicardi y demás "paisas" llorones, quienes trataban de imponernos su ritmo lamentable’’. Ese movimiento de un sector de la intelectualidad caleña contra lo que llamaron chucuchuco y a favor de la salsa, cuyo manifiesto expresa en su encabezado: ‘‘¡EL PUEBLO DE CALI RECHAZA! A los Graduados, los Black Star y demás cultores de la música burguesa paisa’’, representó en realidad la reacción de un sector de la clase media urbana contra una serie de géneros musicales emergentes –también de  origen popular-, que se estaban convirtiendo en la divisa cultural de la clase media urbana en otras regiones del país.

 

Hay un elemento que ayudó a la salsa a convertirse en el ritmo preferido de ese sector de clase media urbana educado: su origen cosmopolita. El epicentro del fenómeno salsero se encontraba en Nueva York; ciudad que se había convertido en el punto neurálgico de lo novedoso y lo in después del fin de la segunda guerra mundial. De la importancia del factor Nueva York en el proceso de masificación de la salsa entre las clase popular y media caleña dan testimonios algunos apartes de la novela de Umberto Valverde que citamos anteriormente.

 

En el capítulo primero, que corresponde a una epístola que envía un combo de amigos de Cali a uno de los suyos que emigró a Nueva York, encontramos estos apartes: ‘‘Lo más de película fue el baile de los quince de Marta Díaz, duró como tres días, […] nadie salía de la casa pues el ritmo nos llamaba […] y sonaba música de cualquier especie, claro que nosotros imponíamos la nuestra, la música del otro lado’’. Esa idea es reforzada más adelante cuando los que escriben la carta le piden a su destinatario, informaciones sobre varias cosas específicas: ‘‘Pásanos la onda de por allá, si es muy chévere ese Nueva York […]; cuéntanos de la música poderosa, ¿ya fuiste a escuchar las orquestas latinas? Mándanos discos si puedes.[iii]’’  

 

Piper Pimienta, Héctor Lavoe e Ismael Rivera tres voces clásicas de la salsa, en Cali, en 1981 herencialatina 

 

Para ilustrar ese aspecto quiero traer a colación algunas situaciones de las que fui testigo u oí hablar en Montería. La primera de ella tiene que ver con unos comentarios que circulaban en el medio profesoral, en el que se reclutaba la mayoría de los miembros de la magra legión de salseros de esa ciudad. Afirmaban algunos de los miembros de esa cofradía que entre ellos había un profesor, cuyo equipo de sonido no sonaba cuando le ponían un vinilo, en el que no se hubiesen prensado las notas musicales de la salsa.


Según los testigos de dicho comportamiento, este profesor afirmaba que él no escuchaba música hecha por grupos musicales que no fueran neoyorkinos o puertorriqueños, porque la salsa que no fuese hecha por ellos, era ‘‘una burda falsificación del auténtico melao, una grosera imitación del sabor original’’. Una vez uno de sus contertulios refirió que cuando salió la canción ‘‘Del puente pa’llá’’, alguien le preguntó sobre qué pensaba del Grupo Niche y él dijo: ‘‘¡compadre el pacifico no es tierra sonera! Niche pasará a la historia como un grupito caleño que produjo salsa con golpe de currulao o al revés currulao con golpe de salsa’’.   


En cuanto a los eventos de los que fui testigo, uno tiene que ver con dos familiares, que llegaron a esa ciudad a comienzo de la década de l970: un hermano y un primo. Como se convirtieron en objeto de burla de los vagos del barrio Sucre, que les gritaba a toda hora ‘‘corronchos, hediondos a monte, compren un jabón de olor para que se bañen, que hieden a maluco’’, los dos aprendieron a bailar salsa y llegaron a ser catalogados entre los mejores bailadores de salsa brava, por la clientela de los únicos bares especializados en música afroantillana en Montería por esa época: El Gran Café y el Cartagena. En adelante, cuando les gritaba, ‘‘corronchones sáquense los cadillos del pelo’’, mi hermano y mi primo respondían: ‘‘no me vengan con cuentos, que ustedes todavía no bailan bien la música de Puertorro y Nueva York’’.

 

El segundo caso que quiero traer a colación tiene que ver con una emisora de radio, que dirigió hasta a mediados de la década de l990 el hijo de una adinerada y tradicional familia monteriana. La emisora Malecón Estero. Los dos programas emblemas de dicha emisora: Malecón Musick Show y Buscando América, se transmitían el sábado. El primero era un listado de los 20 éxitos semanales de la música rock y pop y el segundo estaba completamente dedicado a la salsa. Con cierta frecuencia el director de la emisora, que era el conductor de los dos programas, martillaba unas frasecitas, que tenían sabor a eslogan: ‘‘Malecón Estero, la emisora diferente en la radio monteriana. En la banda fm, somos los únicos que alegramos tu vida con los sonidos, que agitan el corazón de la Gran Manzana’’

 

Piper Pimienta Dias Y John Jairo Murillo (en el centro sentados), dos de las figuras estelares entre los cantantes de The Latins Brothers. Imagen tomada de verbiografia


Además del origen neoyorkino de la salsa otro elemento que facilitó su acogida en la población urbana juvenil fue la puesta en escena de un tipo de baile, que facilitaba el culto a la individualidad y el hedonismo. Una de las particularidades de la salsa consiste en la posibilidad de bailar solo y robarse el show. Esto popularizo su baile en los sectores masculinos juveniles urbanos, que la usaron para romper las rígidas convenciones sociales, que rodeaban ese acto socializador que siempre ha sido el baile.

  

En el comienzo de los años 80, cuando el Grupo Niche apareció, el empoderamiento social de la generación que adoptó la salsa era un hecho consumado. De otro lado la presión social que ejercía la sociedad colombiana frente al consumo de narcóticos se había venido relajando, pues los traficantes de drogas comenzaban a ser admirados abiertamente por amplios sectores de la sociedad como sinónimo de éxito social. Igualmente el país había dejado de ser rural y muchas de las metáforas salseras evocaban con nostalgia la ruralidad: ‘‘echa palante mi buey/ que tenemos que avanzar/ hoy vamos a dar 20 viajes de caña pa la central’’ nos canta Richie Ray y Bobby Cruz, en Concierto a la zafra, evocaban con nostalgia la simpleza de la vida rural o dejaban ver la melancolía por el pueblo querido ‘‘que dio luz a la vida’’, del ‘‘emigrante latino que vive en la lejanía’’.


De igual modo las letras de las canciones se habían politizado y comprometido con lo social porque, sin perder de vista la idea del goce, los salseros, guiados por Rubén Blades, se habían interesados en los pequeños dramas de la gente común y corriente o habían comenzado a escribir crónicas, que describían con crudeza las problemáticas sociales de las ciudades de la región. Sin embargo en ese momento comenzó a hacerse evidente un momento de fatiga creativa en la música salsa. En el panorama se asomaba el movimiento de la salsa romántica, que fue mal recibido por un sector de los salseros tradicionales, porque se limitaba a doblar al formato de salsa, canciones baladas de gran contenido erótico sin ponerle mucha creatividad.

 

Como lo destaca la página Salsita03 ‘‘El exceso de comercialización a finales de los años 70 convirtió a la Salsa en una fórmula que apenas se imitaba a si misma’’, y la gente había comenzado a dejarse de interesar en ‘‘una música que no le ofrecía ninguna novedad’’. En este momento entra una nueva generación de músicos entre los que sobresalen Frankie Ruiz, Eddie Santiago, Luis Enrique y el Conjunto Chaney de Nicolás Vivas, que cambiaron por un lustro el panorama de esta música. Sin embargo a finales de la década del 80 ‘‘este sonido también está saturando el mercado, porque todas las compañías graban este tipo de música’’.

 

En lo que concierne al panorama de la salsa nacional, Joe Arroyo, que se había separado de Fruco y habia fundado su orquesta, La Verdad, estaba dedicado más que todo a la creación de cambiones y chandés y a la fusión de los sonidos del Caribe Inglés y Francés –y algunos sonidos de África- con los sonidos del Caribe Colombiano. En la discografía de La Verdad, al lado de Rebelión, La guerra de los callaos, En barranquilla me quedo, Pa el bailador, Echa’o pa’lante, My Mary, Por ti no morire o Yamulemao encontramos un número amplio de cambiones, bullarengues y melodías como Centurión de la noche, Musa original y Te quierro mas, en las que es evidente esa fusión entre merengue, soca, compás haitiano y música del Caribe Colombiano. No en vano Joe exclama en Te quiero más ¡Chamepetu/ champetu!

 

Los guiños frecuente que hace Joe Arroyo a otros géneros musicales están ausentes en la discografía del Grupo Niche. Por eso nos atrevemos a decir que si bien es cierto que el Joe Arroyo es un indiscutible y consumado salsero, La Verdad –para bien de los melómanos- es una orquesta de música tropical. Como se resaltó en un resumen biográfico publicado por el El Espectador, ‘‘Joe Arroyo se dedicó con su orquesta a mezclar diversas influencias musicales […] hasta crear su propio ritmo, el ’Joesón’, que le caracteriza y le hace único’’.

 

Estos aspectos son los que dificultan cualquier tipo de comparaciones entre Joe Arroyo y Jairo Varela y entre La Verdad y el Grupo Niche. Entre los dos cualquier intento comparativo resulta un poco temeraria, por no decir que imposibles, pues es difícil de encontrar puntos de comparación entre una orquesta, en la que abunda un gran número de éxitos en los que, como ‘‘A mi Dios todo le debo’’, hay evidente presencia de notas de cumbia y porro, y otra orquesta, cuya discografía, aparte de la canción ‘‘La canoa rancha’’, es toda de puro corte salsero.

 

Jairo Varela y Joe Arroyo en el ocaso de sus vidas. Imagen tomada de google

 

Otro aspecto que vale la pena de ser señalado tiene que ver con el hecho de que cuando el Grupo Niche sale al ruedo y se consolida, Julio Ernesto Estrada se encuentra en proceso de franca retirada del panorama salsero nacional. Estrada, que había sido el gestor de los dos más importantes grupos salseros del país hasta el momento: Fruco y sus tesos y The Latin Brothers, así como de otras orquestas como la Sonora Dinamita, La Bocana, Afrosound, Wanda Kenya y Los Líderes, que interpretaban otro tipo de géneros musicales, se instaló en los Ángeles a partir de 1986. Esto representa la bajada del escenario salsero de una de las principales figuras creativas de la música bailable colombiana. El espacio vacante dejado por estrada en los géneros tropicales y salsero, lo llenaron poco a poco Joe Arroyo con La Verdad y Jairo Varela con el Grupo Niche.

 

La retirada de Estrada, que se caracterizó por un estilo de salsa brava y que buscó siempre la aproximación de la salsa a los ritmos del caribe colombiano, le abrió la puerta a Varela, que creo un estilo que se conoce hoy como salsa caleña. Este estilo es, según lo anotado por José Arteaga en El tiempo, una mescla de sones costumbristas, con baladas, currulao y montuno. Al contrario de lo que se sostiene en una de las páginas que rinden tributo a Niche, Varela no aprovechó el vacío generado por la salida de Estrada ‘‘para introducir un estilo y un sabor más internacional’’, sino que fue al encuentro de algunas de las tradiciones musicales vernáculas de la región pacifica, que asociadas a sus habilidades poéticas dieron como resultado una obra musical novedosa.

 

Su habilidad creativa sitúa a Varela entre los grandes de la música salsa y le otorga un puesto en la galería de honor de la música colombiana, al lado de Pacho Galán, José Barros, Rafael Escalona, Jorge Villamil, Estercita Forero y Lucho Bermúdez. En la salsa, Jairo Varela conforma junto con Julio Ernesto Estrada y Joe Arroya la trilogía de los grandes cultores de este género en el país. En lo que concierne a las agrupaciones musicales, la genialidad de Varela le confirió al Grupo Niche un puesto entre las grandes agrupaciones colombianas: La orquesta de Lucho Bermúdez, La Orquesta de Pacho Galán, Pedro Laza y sus Pelayeros, Los Gaiteros de San Jacinto, Los Corraleros de Majagual, La Verdad, La Revelación, Fruko y sus tesos y la Sonora Dinamita

 

Si bien es exagerado decir, como lo sostiene José Arteaga, que Jairo Varela fue ‘‘el maestro que exportó la salsa colombiana’’, porque con él la salsa nacional ‘‘tuvo la oportunidad […] de darse a conocer en todo el mundo’’, no es equivocado sostener que ‘‘Niche fue un concepto, una marca, un sello de identidad ciudadana, una orquesta capaz de […] competir de igual a igual con cualquiera en cualquier terreno’’, ya que –en conclusión- el Grupo Niche definió con su estilo la identidad de la salsa nacional.

 


Jairo Varela y  Joe Arroyo cuando sus carreras musicales estaban en pleno ascenso. Imagen tomada de elheraldo

 

Con Niche la salsa romántica deja de frecuentar el motel y comienza a frecuentar la poesía

 

Jairo Varela, como lo resaltan José Arteaga y Walter Germán Magaña, fue un innovador en el contexto de la música salsa. Su irrupción en el universo salsero, como ya lo hemos insinuado atrás, se produjo en un gran momento de crisis para dicho género musical. Según la percepción de Sergio Santana[iv], la salsa había comenzado al final de la década de 1970 un proceso de declive, que fue disimulado con la entrada en escena de un grupo de nuevas figuras, que trataron de apaciguar la dureza instrumental de la salsa tradicional y la virilidad de su lenguaje con su aproximación a las baladas de corte erótico. Esa relación, que despuntó con el álbum Noche Caliente de Louie Ramírez en 1982, evidenció según Santana una crisis creativa en el universo salsero, que instaló a esta música en el escenario de las melodías monorrítmicas y repetitivas. Esto se dio porque al “fusilar con ritmo” las baladas con ‘‘alto contenido erótico’’, sin preocuparse por la ‘‘variación musical’’, los salseros de la nueva generación daban inicio a una nueva época, ‘‘donde el buen soneo caribe está ausente’’.

 

Eddie Santiago, el proclamado rey de la salsa romántica. Imagen tomada de holaciudad

 

En ese universo, dominado por un ‘‘ritmo y temática recurrente’’, apareció el Grupo Niche, como una corriente de aire fresco, poniendo en escena una obra musical, en la que se evidencia una ‘‘especie de revisión de lo que la salsa puertorriqueña y neoyorquina hacían, para invertir el esquema’’. Cuando Jairo Varela y su orquesta se consolidan definitivamente en el universo de la salsa esta música está invadida por cantantes, que han labrado su éxito cantando tonadillas plagadas de versos quejumbrosos y carentes de vitalidad. El lugar común son las canciones cantadas en tono de reclamo, por individuos que, con una voz adolorida, intentan barnizar con alegría ficticia unas letras, que dan cuenta de la traición de la amada y el sentimiento de culpabilidad de un hombre pusilánime, dolido por no haberse portado a la altura. Ese el caso de ‘‘Desnúdate Mujer’’, el éxito más taquillero de Frankie Ruiz. Allí el solista recrimina y se recrimina una y otra vez con un ‘‘Yo no sé, por qué me engañas si yo te adoro/ Quizás la culpa fue mía/ que no supe imponerme desde el principio/  Pero no sabía que tú serías Capaz de traicionarme/’’.

 

Después de esa retahíla de recriminaciones deshilvanadas escuchamos a un coro, que nos libra unos ruegos medrosos, contenidos en unos versos –empacados dentro de la etiqueta de lo romántico-, pero carentes de cualquier estética literaria. A través de ellos un hombre vencido y quebrantado por la traición trata de lavar su honor masculino cantando: ‘‘Desnúdate mujer/ yo quiero ver también/ el arte que tú tienes cuando haces el amor/ Desnúdate mujer/ que estoy dispuesto a todo/ estoy palidecido y un poco asustado de ti/ Me engañaste, tu cuerpo me es extraño/ eres otra mujer desnuda’’


Cuando no nos encontramos frente a las letras que nos notifican de la traición y el engaño, el asunto de los versos gira entorno a las confesiones de los Donjuanes arrepentidos, que tratan de recuperar un amor pasado –posiblemente el primer amor-, enumerando las frustraciones generadas por los amoríos, que lo sucedieron en su larga lista de relaciones efímeras. En todo caso quien entra en escena es el individuo arrepentido de sus pecados posteriores, porque en ninguno de ellos encontró el placer que le concedió el pecado original: ‘‘he llenado tu tiempo vacío de aventuras/  más y mi mente ha parido nostalgias por no verte ya/ y haciendo el amor te he nombrado sin quererlo yo/ porque en todas busco la nostalgia de tu sexo amor/ hasta en sueños he creído tenerte devorándome/ y he mojado mis sábanas blancas recordándote/ y en mi cama nadie es como tú no he podido encontrar la mujer/ que dibuje mi cuerpo en cada rincón sin que sobre un pedazo de piel/ ay ven devórame otra vez/ ven devórame otra vez/ ven castígame con tus deseos/ más que mi amor lo guarde para ti’’.


 

Caratula del álbum Otra noche caliente. Imagen tomada de herencialatina

 

Frente a los versos mal logrados y las metáforas torpes de la mayoría de las canciones, que se convirtieron en los éxitos proclamados de los intérpretes más sobresalientes de  salsa romántica, las metáforas de Busca por dentro, una de las mejores canciones de Varela, evidencian una calidad literaria superior, en la que se evoca al mismo tiempo una mayor pureza del idilio amoroso: ‘‘No sé decir te quiero, pero me entrego/ Pocas palabras al hablar, pero sincero/ Uno que otro defecto, eso lo acepto/ Quizá no el indicado, pero me ofrezco/ No soy el sol que quema, pero caliento/ No sé de poesías, pero enternezco/ De pronto un poco tosco, pero acaricio/ Y quererte a ti así, ese es mi vicio’’.

  

Hasta en la descripción de ese placer perverso, que debe ser el acto de infidelidad con una mujer ajena, Jairo Varela resulta más fino que las figuras representativas de la salsa romántica y erótica. De ello da testimonio el verso que traemos a colación: ‘‘Una aventura es más bonita/ si no miramos el tiempo en el reloj/ una aventura es más bonita/ cuando escapamos solos tu y yo/ una aventura es más bonita/ si hacemos creer a los demás que no hay amor/ una aventura es más bonita/ si existen dueños para cada uno de los dos’’.

 


Dos figuras de proa de la corriente conocida como salsa romántica herencialatina

 

Según José Arteaga, Jairo Varela ‘‘ No hizo salsa romántica, pero sí implantó en su orquesta un concepto romántico de la interpretación’’. Lo curioso es que a pesar de no figurar dentro del catálogo de los salseros románticos, cuando se quiere escuchar la manera correcta como se expresan los sentimientos amorosos en el lenguaje salsero, indiscutiblemente uno tiene que desempolvar los discos del Grupo Niche. Sin jamás haber pretendido ser uno de ellos, Jairo Varela compuso por lo menos cinco temas, que podrían ser catalogados por los especialistas en literatura amorosa como los principales iconos de la salsa romántica. Pero eso solo será posible si algún se ocupa de desmenuzar atentamente –a la luz de la teoría literaria- eso que se ha llamado pomposamente salsa romántica. Si eso llegara a suceder no sería extraño que el 90% de esa discografía sea catalogado como lo que realmente es: una colección de versos vulgares; es decir sin calidad, plagados de metáforas torpes, que gravitan de manera trivial y grosera (o mejor dicho burda) sobre la sexualidad y el amor.

 

Pareja bailando salsa. Segun el profesor Manuel Marín La salsa es uno de los bailes latinos más de moda del momento. Es una mezcla de alegría, sensualidad y fascinación exótica. Imagen tomada de elsubmarinodel


Cuadro N1: Temas iconográfico de la salsa colombiana

Grupo Niche

Enlace

Fruko y sus tesos

Enlace

Al pasito

youtube

El preso

youtube

A ti Barranquilla

youtube

Los charcos

youtube

Va pregonando

youtube

El patillero

youtube

Tata y el son

youtube

El cocinero mayor

youtube

Tiempos de ayer

youtube

El patuleco

youtube

Buenaventura y can

youtube

Salsa Braba

youtube

Lamento guajiro

youtube

Manyoma

youtube

Mi negra y la

youtube

Palenque

youtube

Atrateño

youtube

Negro Chomo

youtube

El cable

youtube

Toma jabón pa

youtube

Serenata

youtube

Confundido

youtube

Rosa

youtube

El ausente

youtube

La negra no quier

youtube

Payaso

youtube

Solo un cariño

youtube.

Barranquillero arrebata’o

youtube

Cali pachanguero

youtube

El sonido del tren

youtube

Pecado Capital

youtube

El árbol

youtube

Cicatrices

youtube

Tu sufrirás

youtube

Ana Mile

youtube

Tania

youtube

Las flores también se

youtube

Nadando

youtube

Del puente p’alla

youtube

Lloviendo

youtube

La fiera

youtube

Achiliapu

youtube

Listo Medellín

youtube

Descarga fruko

youtube

Me huele a matrimonio

youtube

Tronco seco

youtube

Un caso social

youtube

Mi verdadero son

youtube

Para mi negra un

youtube

Nostalgia caleña

youtube

Ese día

youtube

Descarga espectac

youtube

La rata chillona

youtube

El salsero mayor

youtube

Pa’ que esa negra

youtube

Salsa na’ma

youtube

Perder Para Amar

youtube

Alma navideña

youtube

Nuestro Sueño

youtube

The Latin Brothers

María Concepción

youtube

La mujer esta de

youtube

Las caleñas son

youtube

Como podré disimular

youtube

Valluna

youtube

El amor vendrá

youtube

Sobre las olas

youtube

Brilla sol

youtube

Buscándote

youtube

Mi valle del Cauca

youtube

A la memoria del

youtube

Bar y copas

youtube

Dime que pasó

youtube

Mi hijo y yo

youtube

La guarapera

youtube

Atrevida

youtube

Virgen de las Mer

youtube

Miserable

youtube

Mi vecina

youtube

Te enseñaré a olvidar

youtube

Catalina del Mar

youtube

Amor Amor Amor

youtube

Bailame como qui

youtube

El movimiento de la

youtube

Tonterías

youtube

Debiera olvidarla

youtube

Dale al Bombo

youtube

Cali Ají

youtube

El son del caballo

youtube

Sin sentimientos

youtube

Fuma el Barco

youtube

Doña Pastora

youtube

Nunca fui tan fel

youtube

Se pareció tanto a

youtube

Dos Ciminos

youtube

Una aventura

youtube

A pesar

youtube

Busca por dentro

youtube

Las calaveras

youtube

Hagamos lo que diga

youtube

El color del amor

youtube

No me faltó nada de

youtube

El hijo del guagua

youtube

Mi pueblo natal

youtube

Sucesos

youtube

Gotas de lluivia

youtube

Tu lo mataste

youtube

México México

youtube

Pegaso

youtube

Un alto en el camino

youtube

Las cabañuelas

youtube

Duele más

youtube

Con tu experiencia

youtube

La gallinita de los

youtube

Preguntan Por ahí

youtube

Las tres son caribe

youtube

Tus Labios Rojos

youtube

La Magia de tus bes

youtube

La negra quiere

youtube

Han cogido la cosa

youtube

El Vacan

youtube

Orquesta guayacán

La fabulosa

youtube

El serrucho

youtube

Oiga mire vea

youtube

Suavecito y apret

youtube

Invierno en primavera

youtube

Pa los criticones

youtube

Amor traicionero

youtube

A sol caliente

youtube

Por bocón

youtube

Carcelero

youtube

Son cepilla’o

youtube

La guayaba

youtube

Viven aparentando

youtube

Papi papá

youtube

Muchachita

youtube

Juntos para siemp

youtube

Cada día que pasa

youtube

Nadie es eterno

youtube

Te amo te extraño

youtube

Otra agrupaciones

Ay amor

youtube

Carro de fuego

youtube

Sonora Dinamita

Paso doble

youtube

Del Monton

youtube

Joe Arroyo y La verdad

Yo la vi

youtube

Los Corraleros de majagual

Los barcos en la bahía

youtube

Mondongo

youtube

Tumbatecho

youtube

Don Eliseo

youtube

Rebelión

youtube

 Quemando

youtube

La noche

youtube

Alfredo Gutiérrez

En Barraquilla me quedo

youtube

Salsa loca

youtube

P’a el bailador

youtube

Salsa con jala jala

youtube

Echa’o p’adelante

youtube

Ven pajarillo

youtube

Tal para cual

youtube

Guadalupe no va

youtube

Mi Mary

youtube

Aníbal Velázquez

Noches de arreboles

youtube

Descarga con sals

youtube

Las cajas

youtube

Te vi venir

youtube

Gracias a dios

youtube

Ella baila el pomp

youtube

Yamulemao

youtube

Juan Piña

Por ti no moriré

youtube

Chana

caliderum

Ella y tú

youtube

El amor que se fue

youtube

Mama

youtube

Al paso

youtube

Juguete de amor

youtube

El cheverisimo

youtube

La vuelta

youtube

Colomb All Stars desc

youtube

Mundo cruel

youtube

Los nemus del pacífico

Niño Dios

youtube

Cuero maraca y bongo

youtube

Carnaval

youtube

Lindas y bellas

youtube

Lo que siento

youtube

La primera rumbera

youtube

Mi libertad

youtube

Todo tiene su final

youtube

Bab ban

youtube

Brujería

youtube

Somos seres

youtube

Lengua viperina

youtube

Mi locura de amor

youtube

Pica flor

youtube

El viajero

youtube

El injerto

youtube

Fuego en mi mente

youtube

Tempestad

youtube

Triste lamento

youtube

Por teléfono

youtube

Vuelve

youtube

Mi primer amor

youtube

Barranquillera

youtube

Grupo Galé

Todo acabó

youtube

Perdóname

youtube

Corazón rumbero

youtube6

Me basta

youtube

Quiero felicidad

youtube

Nadie te amo como yo

youtube.

La madera

youtube

Grupo raíces

Abandonaron el campo

youtube

Fiesta

youtube

El maletero

youtube

El nene y sus traviesos

Siempre contigo

youtube

Patacón Pisa’o

youtube

Cuadro N2: Orquestas de salsa representativas de algunos países de América Latina

Cuba

República Dominicana

Afro Cuban All Stars

En República dominicana no hay una orquesta representativa de la música salsa y este género allí debe asociarse más bien con figuras individuales como Johnny Pacheco, Santiago Cerón y José Alberto "El Canario’’. Esto no ha impedido que orquestas reconocidas como la orquesta de Cuco Baloy no hayan interpretado este género, como lo ejemplifican las canciones ‘‘Nació Varón’’ y Juliana.

Si nos circunscribimos a la información que nos ofrece la página Republica Dominicana, los grupos dominicanos que actualmente hacen salsa se han formado fuera de ese país.

Azúcar Negra

¡Cubanismo!

Charanga Habanera

Charanga Forever

Klimax

Los Van Van

Manolín Doctor de la salsa

Manolito y su Trabuco 

Willi Chirino y su Banda (Basados en Miami)

 

En Cuba hay un número indeterminado de grupos y músicos conocidos a través  de la historia de la música por haber hecho música tradicional cubana antes de la aparición del concepto salsa, como es el caso de la orquestas Aragón y de la Sonora Matancera, que algunos catalogan dentro de este género. Ver el inventario de Wikipedia y de la  página Salsa-in-cuba.

Venezuela

Panamá

Adolescentes Orquesta 

Bush y su Sonido

Cabijazz

Grupo Afinque

Carlos ’Tabaco’ Quintana y sus metales

Los Beachers

Chiky salsa

Los Hermanos Cruz y la K-Shamba

El sexteto Juventud

Orquesta Son Hache

Eduardo vals y su Kanabayen

Orquesta Arena Blanca

La Dimension Latina

Orquesta Yaré

Grupo Daiquiri

Paquere

Magia Caribeña

Ricardo & Alberto –Gaitanes

Salserin

Sociedad Anónima

 

En la salsa venezolana la figura individual más sobresaliente es Oscar León Somoza, quien ha sido cantante de las orquestas La Dimensión Latina, "La Salsa Mayor" y ‘‘La Crítica’’. Además de D’León otra figura importante de la salsa venezolana es el cantante y letrista  Amílcar Boscán

 

René Rivera & Son de la Calle

 

Agregamos a esa lista los nombres de figuras individuales como Rubén Blades, Gabino Pampiny, Camilo Azuquita, Tony Pino, Vitin Paz y Willy Panamá.

Perú

Colombia

Lucho Macedo

Cesar Mora & Su Orquesta

Tito Chicoma

El Grupo Caneo

Ñico Estrada

El Grupo Clase

Alfredo Linares

El Grupo Galé

Coco Lagos

El Grupo Niche

Saravá All Stars

El Grupo, Raíces

Nilo Espinosa

El Nene y sus Traviesos.

Antonio Cartagena

Fruco y sus Tesos

Aníbal López

Grupo Melao

Puerto Rico

Guayacán Orquesta

Conjunto Clásico

Joseito Martinez y su Orquesta

Cortijo y su Combo

La Orquesta Mata de  caña

El Gran Combo

La revelación

El Sabor De Nacho

La Suprema Corte

Ismael Rivera y Los Cachimbos

La verdad

La Sonora Ponceña

Los Nemus del Pacifico

Orquesta costa brava

Los Tímidos

Orquesta Zodiac

Los Latin Brothers

Puerto Rican Power

La Treinta y Tres

Roberto y su Nuevo Montuno

Son de Cali

Roberto Roena y su Apollo Sound

La Misma Gente

Sonora Borinquen

 

En Colombia hay un grupo bastante considerable de músicos que se han destacado por tener algún tipo de relación con la salsa. Entre ellos se destacan: Luis Pérez Argín, Juan Carlos Coronel,  Saulo Sánchez, Yuri Buenaventura, Álvaro del Castillo, “Moncho” Santana, Hansel Camacho, Gustavo Rodríguez, Hugo Alandete, Gali Galeano, Checo Acosta, Joe Madrid, Jorge Gaviria, Justo Armario, Eddie Martínez, Alfredo Gutiérrez, Aníbal Velásquez Juan Piña y Jimmy Salcedo.  

Salsa Kids

 

En la salsa puertorriqueña también encontramos figuras individuales como Victor Manuel, Johnny Colon, Jerry Rivera, Ismael Miranda, Gilberto Santa Rosa, Rey Ruiz, Héctor Lavoe y Andy Montañés. Una lista más exhaustiva puede verse en la página puertoritmo.com

 

Estados Unidos

La Fania All Stars

La Típica Nove

La Típica 73

Richie Ray & Bobby Cruz

Ray Barretto Y Su Orquesta 

 

De los países analizados, Perú es en donde menos se ha desarrollado un proceso de documentación –en línea- del fenómeno salsero, pese a ser este país uno de los que posee una de las mayores culturas salsera en América del Sur.

 

En cuanto a la salsa, en general, la revisión musical en YouTube nos permitió de identificar un amplio número de comentarios emitidos por personas, que siguen sosteniendo que la música afro-latina-antillana, llamada en el pasado música cubana o son montuno, ahora se le ha llamado, para mal, salsa.

 

The LeBrón Brothers

Spanish Harlem Orquestra

Orquesta Broadway

 Wayne Gorbea y su orquesta

Henry Fiol Conjunto Saoco

La mayoría de las orquestas de Los Estados Unidos se han formado históricamente en Nueva York, con músicos provenientes de las islas del Caribe hispano: particularmente de Cuba y Puerto Rico o por hijos de inmigrantes provenientes de dichos países. Por eso muchas de estas orquestas son registradas también como orquestas de esos países en algunas páginas y blogs de comentaristas musicales.

 

[i] Valverde, Humberto. 1982. Bomba Camará. Bogotá: Oveja Negra, p. 41 y 147

[ii] Toro, Hernán, ‘‘Hay una discusión en el barrio: Entrevista a Alejandro Ulloa a propósito de su libro «La salsa en discusión»,’’ documento consultado en el portal Nexus Comunicación de la Universidad del Valle en http://dintev.univalle.edu.co/revistasunivalle/index.php/nexus/article/view/1405/1413

[iii] Valverde, Humberto, op. cit. p. 13 y 14

[iv] Santana, Sergio. 2002. ‘Hacia dónde va la salsa:¿salsamuffin? ¿salsadancehall? ¿salsarap?’’, Huellas: revista de la Universidad del Norte, p. 86 http://uninorte.edu.co/publicaciones/upload/File/huellas_No67y68.pdf

[i] Quintero, Rafael. 2002.  “Salsa y globalización”, Huellas: revista de la Universidad del Norte, p. 95-96 http://uninorte.edu.co/publicaciones/upload/File/huellas_No67y68.pdf

¡Qué vivan los estudiantes!

Dibujo de Lisa Simpson estudiante. De todos los miembros de la familia Simpson, Lisa es la que hace gala de una profunda sensibilidad social, que en caso de llegar a la universidad harían de ella una estudiante comprometida con muchas causas sociales y una activista política indiscutible. Imagen tomada de Google 

En los últimos dos años los estudiantes se han tomado las calles de las ciudades de muchos países del mundo. Festivos y coléricos los hemos visto marchar y hemos escuchado sus arengas iconoclasta de Santiago à Londres o de Colombia a Quebec, pasando por Cataluña, Italia y los Países-Bajos, oponiéndose a las alzas desmesuradas de los costos de matrículas, reclamando reformas a sistemas educativos desfasados, o denunciando las reformas incoherentes, que se han querido hacer a los modelos anacrónicos de educación superior, que están vigentes en muchos países del mundo.

 

Caricatura sobre la revuelta estudiantil de mayo de 1968 en Francia. Mayo de 1968 fue la protesta estudiantil más importante del siglo XX y quizás el primer gran levantamiento estudiantil de la historia de la humanidad.  Después de ese momento se habían conocido levantamientos estudiantiles aislados, pero nunca antes la juventud había salido a la calle de manera tan activa y consecutiva como ha venido sucediendo en los últimos tres años. Imagen tomada de planet.fr

 

De acuerdo a lo anotado por André Noël; cronista del diario La Presse de Montreal, las manifestaciones estudiantiles han alcanzado en lo que va corrido del presente decenio una connotación mundial, debido a que los estudiantes han salido a protestar en lugares situados en las antípodas del globo. Su grito se ha escuchado en las calles de las ciudades de los Estados Unidos, la República Checa, Taiwán, Filipinas, Corea del Sur, Ucrania e Irlanda. En todas partes, la razón del malestar estudiantil es la misma: el alza de los costos de las matrículas o la imposición de éstos. Según Noël, después de 1995 14 de los 25 países más ricos del mundo han realizado reformas al sistema de financiación universitario, que se han traducido en alzas vertiginosos de matrículas. Noël resalta que en los países de la OCDE el financiamiento público de las universidades pasó del 74% en 1995 al 67% en 2008. En cada país la principal vía a la que han recurrido las universidades para tapar dicho hueco ha sido el bolsillo de los estudiantes.

 

El despertar de los estudiantes ingleses

 

En el otoño de 2010, en Inglaterra, inconformes por el alza astronómica de las matrículas universitarias propuesta por el gobierno conservador de David Cameron y aprobado por la mayoría de los diputados del parlamento inglés, los estudiantes salieron a la calle por varias semanas consecutivas, ‘‘rompieron las ventanas de un edificio [del fisco] y le prendieron fuego al tradicional árbol de Navidad en el centro de la ciudad’’ (bbc). En una de sus protestas nocturnas se toparon la noche del 9 de diciembre, por azar, al príncipe Carlos y a su esposa Camila y atacaron su automóvil, aunque no le tocaron un solo pelo a la futura pareja real británica. El día siguiente al incidente, cuando iba en el metro, escuché dos peluqueros, que trabajan en un salón de belleza de mi barrio, lamentándose de que los estudiantes hubiesen destruido un carro tan lujoso y hubiesen dejado escapar indemne ‘‘a la bruja esa que le quitó el marido a la pobre Lady Di’’.

 

Estudiantes protestando la noche del 10 de noviembre de 2010 en Londres contra el aza de matrículas aprobada por el parlamento inglés. Imagen tomada de mai68

 

En todo caso, el hecho de que el príncipe Carlos y su Dulcinea hubiesen salido ilesos del incidente nos muestra dos cosas. De un lado, el respeto de los británicos por su familia real y del otro, la madurez del estudiantado inglés. En aras de preservar el fin último de su movimiento: impedir el alza astronómica de las matrículas universitarias, los estudiantes no cedieron, a pesar de su cólera, a la tentación de protagonizar un golpe de manos espectacular.

 

El cimbronazo propinado por el aumento desproporcionado aprobado por el parlamento inglés sacudió al estudiantado británico, que es reconocido por ser uno de los menos activista y militante del planeta. A pesar du su indiferencia tradicional, los estudiantes ingleses no se aguantaron el manotón y salieron a la calle, cuando el recién posesionado primer ministro David Cameron, a la cabeza de un gobierno de coalición (conservadora-liberal), decidió triplicar –de un solo palo- los costos de las matriculas, que pasaron, sin hacer escala, de 3290 libras anuales (5.275 dólares) a  9 000 libras (14,200 dólares). Según el periódico francés Le Monde el alza de los precios de los derechos a la escolarización universitaria, que proponía el gobierno Cameron, significaba un aumento del 900% de las matriculas después de que el sistema de pago por el servicio educativo universitario fue introducido en Inglaterra en 1998. En ese momento los estudiantes comenzaron pagando 1000 libras por una matrícula anual y los costos fueron aumentando gradualmente año tras año.

 

André Gagnon, analista del periódico electrónico Être en ligne, sostiene que el número de personas matriculadas en las universidades inglesas ha disminuido después del 2000 en un 15% anual, a pesar de la implantación de un sistema de préstamos y becas dirigido a los sectores más pobres. En 1998, a pesar de que la medida era impopular los estudiantes no se opusieron al pago de dichos costos, porque el gobierno laborista de Tony Blair vendió el proyecto de ley, que imponía dichos cobros, usando el discurso de la justicia social. De acuerdo con dicho discurso, los estudiantes estaban llamados a poner de su parte para financiar un sistema universitario, que –estaba por demás probado- que era una llave que les abría las puertas del éxito. La medida de Blair le asestó un nuevo golpe al modelo de Estado de bienestar inglés, construido sobre la teoría keynesiana, y puso a marchar definitivamente el modelo neoliberal en lo concerniente a la gestión de la educación superior; que ha terminado siendo un servicio social básico para la estabilidad y el desarrollo de la sociedad.

 

Según Henri Guidon, un comentarista del reportaje de Le Monde, el modelo inglés de financiación de la educación superior había sido históricamente uno de los más justos de Europa. Dentro de este modelo la persona comenzaba a pagar después de la obtención del título, cuando comenzaba a trabajar y por ende a enriquecerse, a través de un impuesto especial destinado exclusivamente a la financiación de las universidades, y no a la entrada, cuando era pobre y no se tenía aun la certeza de que pudiese concluir sus estudios. A través de esa receta el gobierno recogía una parte de los fondos para financiar el sistema. Con la implantación del modelo neoliberal y el desmonte del Estado-bienestar, la pirámide se invirtió y –como en las discotecas exclusivas- todo el mundo comenzó a pagar a la entrada.

 

Lo curioso en esta historia es que Margaret Thatcher, que desmontó el modelo keynesiano pieza por pieza, no se atrevió a imponer el pago de las matrículas universitarias. Sin embargo su política de autonomía financiera abrió el camino para que futuros gobiernos tuvieran que hacerlo, pues este modelo de gestión del sistema universitario condujo a la reducción progresiva de los recursos, que el Estado inglés transfería por cada estudiante a las universidades todos los años. La receta de Thatcher indujo, como nos lo muestra un estudio de Jean-Luc De Meulemeester y Claude Diebolt, a la debacle financiera de las universidades inglesas, que se fueron quedando sin recursos y con el paso del tiempo no les quedó otra salida que exigir el pago de matrículas a los estudiantes.

 

Estudiantes protestando la noche del 10 de noviembre de 2010 en Londres contra el aza de matrículas aprobada por el parlamento inglés. Imagen tomada de mai68

 

De ese modo los ingleses fueron pasando gradualmente de un sistema de educación pública superior gratuita o cuasi-gratuita a un modelo semiprivado, que por la vía de las matriculas ha ido dejando a un gran porcentaje de estudiantes fuera de los campus. La implementación de las políticas neoliberales, como lo sostiene Christian Rioux, del periódico quebequense Le Devoir, ha llevado a Inglaterra a marcar un contraste con el resto de Europa, donde la gratuidad o la cuasi-gratuidad es el común denominador. Lo paradójico es que la política neoliberal concebida, en teoría, para mejorar los indicadores de gestión universitaria y favorecer el acceso de las universidades a un mayor numero de fuentes de recurso monetarios ha contribuido a aumentar los problemas económicos de las universidades medianas y pequeñas, generalmente situadas en regiones periféricas, que han ido perdiendo su musculo financiero al entrar en competición con los centros académicos de renombre. Por causa de dicha política había en 2007 en Inglaterra 46 instituciones de enseñanza superior al borde de la bancarrota (elan).

 

Manifestaciones estudiantiles en Chile: una copa de vino agrio para la mesa de Sebastián Piñera

 

Caricatura de Camila Vallejo, la dirigente estudiantil universitaria que ha liderado las protestas de los estudiantes chilenos. Imagen tomada de YouTube

 

En Chile, el desencadenamiento de un movimiento estudiantil generalizado, que ha alcanzado un considerable apoyo popular, le ha aguado la fiesta de retorno al poder a la derecha. Los conservadores chilenos, que no habían ganado en las urnas el derecho a gobernar después de la entrega del poder por parte del dictador Augusto Pinochet, volvieron al Palacio de la Moneda en 2009 bajo la conducción del millonario Sebastián Piñera. Sin embargo la generalización de un descontento estudiantil, que había germinado en las postrimerías del gobierno de Michell Bachelet, ha destruido la imagen del presidente y reducido su capacidad de maniobrabilidad política. Según una encuesta llevada a cabo a comienzo de julio de 2011 por Imaginacción y la Universidad Técnica Federico Santa María, el 81,9% de la ciudadanía apoyaba en aquel momento el movimiento de los estudiantes. Un mes después, un despacho de la agencia Reuters, fechado en Santiago el 4 de agosto de 2011, señalaba que las protestas de los estudiantes habían hundido el apoyo a Piñera, cuya popularidad habían caído ‘‘al nivel más bajo para un mandatario desde el fin de la dictadura de Pinochet’’.

 

Como la crisis se había prolongado y no se avizoraba una solución para la misma, en noviembre la revista America Economia informaba en un reportaje, que la crisis de gobernabilidad propiciada por el movimiento estudiantil había llevado al presidente a manifestarle a los directores de las revistas más influyentes de ese país su temor de que “el epílogo de su gobierno’’ fuese ‘‘el mismo que tuvo’’ el gobierno de la Unidad Popular de Allende. En el mismo reportaje se daba cuenta de las voces provenientes de sectores situados a la derecha del gobierno y de militares retirados, que ocuparon cargos importantes en la era Pinochet, que  recomendaban al mandatario de ‘‘pedir ayuda a las Fuerzas Armadas’’, si las fuerzas policiales no eran suficientes para disolver la huelga estudiantil.


Caricatura del Colectivo la Momia Roja sobre la realidad social chilena destapada por el movimiento estudiantil. Imagen tomada de chilescda

 

La protesta de los estudiantes, que aún hoy continua con un apoyo del 90% de la población, se ha convertido, como lo resaltó un informe de Radio Canada del 23 de mayo de 2012, en el detonador de un estado de malestar social, que ha puesto en evidencia la incomodidad de un amplio sector de la sociedad chilena frente al modelo de gestión de los servicios sociales heredado de la era Pinochet. Ese malestar social ha ganado incluso las filas del gobierno, pues el ministro de economía, Pablo Longueira, manifestó sin tapujo a los medios, en octubre de 2011: “Quiero ser honesto, si yo tuviera esa realidad (no poder pagar la educación de los hijos) yo marcho, y esto es lo que debemos cambiar en Chile. Esto debimos cambiarlo hace mucho tiempo”.

 

Sin embargo el conflicto sigue sin resolverse. El 7 de mayo de 2012 un despacho de la agencia EFE informó que la popularidad de Piñera había alcanzado su cota más baja desde que el presidente había asumido su mandato: 26% de aceptación contra  66% de desaprobación. La impopularidad del presidente era atribuida por los analistas a ‘‘un aumento de los precios de los alimentos y la gasolina, a un proyecto de reforma tributaria que el mandatario envió al Congreso y que fue calificado de “insuficiente” por la oposición, y al reinicio de las protestas estudiantiles en demanda de educación gratuita y de calidad’’.

 

De acuerdo a un documento albergado en el blog de la pedagoga, lingüista y periodista educativa ecuatoriana Rosa María Torres del Castillo, que ha seguido el curso de este conflicto social a través de los medios latinoamericanos tradicionales y alternativos, se podría considerar que la actual movilización estudiantil universitaria chilena es la continuidad de La Revolución de los Pingüinos  de 2006. Con el apelativo Revolución de los pingüinos se denominó a la masiva protesta de los estudiantes de secundaria, que sorprendió a los chilenos, porque los actores principales de la movilización no eran los estudiantes universitarios, que tienen una larga tradición en estas lides, sino adolecentes imberbes, que aun debían de pedir permiso a sus padres el fin de semana para ir a cine. Los estudiantes, que adelantaron su huelga bajo el lema ‘‘¡gratuidad sin lucro!: ¡no al terremoto neoliberal!’’, reclamaban, entre otras cosas, la implementación de un ‘‘sistema educativo nacional articulado desde la educación parvularia a la educación técnica y universitaria’’, que hiciera ‘‘énfasis en la articulación y fortalecimiento de la educación técnica’’; un ‘‘sistema educativo gratuito financiado por el Estado’’; un ‘‘sistema educativo de excelencia integral e igualitaria’’ y un ‘‘sistema educativo descentralizado, participativo y con control comunitario’’ (opech).

 

Caricatura del Colectivo la Momia Roja sobre la realidad social chilena destapada por el movimiento estudiantil. Imagen tomada de chilescda

 

El movimiento de estudiantes de secundaria se convirtió en un fenómeno social contagioso, porque su discurso introdujo una postura novedosa en el debate sobre la problemática escolar chilena. Evocando el derecho à la participación ciudadana, los estudiantes decidieron de reclamar el derecho de la ‘‘participación estudiantil’’ en ‘‘los procesos de reforma educativa [- tradicionalmente verticales y conducidos por la tecnocracia estatal]  como una dimensión más del derecho a una educación de calidad’’. Como lo señala la nota destacada por Torres del Castillo, la insubordinación de los adolescentes vino a sembrar la duda sobre la eficacia del "modelo educativo chileno’’, que había sido presentado por parte de los ‘‘los organismos financieros internacionales’’, como un sistema efectivo en el manejo de la educación secundaria en los países en vía de desarrollo. La huelga de 2006 puso al descubierto los defectos de dicho modelo por uno de los actores sociales que integran el sistema y por el menos esperado de todos: los estudiantes de secundaria. Éstos pasaron de la noche a la mañana de simples beneficiarios de la educación a protagonistas principales del debate sobre las falencias del sistema, coreando una consigna simple: "si la educación es un mercado, los clientes tienen la palabra" (estudianteschile). 

 

La salida de la izquierda del poder y el retorno de la derecha, en vez de morigerar la inconformidad estudiantil, lo que hizo fue caldearla. La falta de tacto del presidente Piñera para manejar la creciente cólera juvenil quedó patentizada en el nombramiento de Joaquín Lavín en el cargo de ministro de educación. Lavín, un hombre situado a la derecha de Piñera y simpatizante –declarado- de Pinochet, no escondió su disposición a defender la vigencia del statu quo en el sector educativo. Esto se tradujo en una cota de impopularidad del 80,7% para él, que lo obligó a renunciar en julio de 2011. La impopularidad alcanzada por Lavín y su salida forzada del ministerio de educación decretaron la entrada en uso de buen retiro, de uno de los principales alfiles presidenciables de la derecha chilena.

 

En la hora presente, según los registros de los medios  no se avizora una salida a este conflicto estudiantil. Esto, a pesar de que al momento de posesionarse en el cargo el 30 de diciembre de 2011 el tercer ministro de educación del gobierno Piñera, Harald Beyer, dijo creer que era ‘‘posible alcanzar acuerdos’’ con los estudiantes, a pesar de sus divergencias sobre la percepción de la ‘‘calidad y equidad’’ en educación (semana). El comienzo del año escolar 2012 ha estado marcado por las manifestaciones estudiantiles. El enfrentamiento entre estudiantes y policías es una escena que comienza a ser de nuevo frecuente en las calles de las ciudades chilenas. La movilización parece ser el mecanismo más eficiente, que han encontrado los estudiantes para hacerse oír en un país, que según el Observatorio chileno de Políticas Educativas (OPECH), ‘‘ha sido durante años un verdadero laboratorio de políticas neoliberales’’, en los ámbitos de la salud, la vivienda y el empleo.

Según la periodista Claire Martin de Radio Canadá, Chile es uno de los países que posee uno de los sistemas de educación con mayor predominancia del sector privado a nivel mundial. Un reportaje de la revista La Onda Digital pone de presente que en ese país "el costo de un estudiante universitario supera el 40% del ingreso familiar’’. De acuerdo con el investigador Patricio Meller ‘‘Chile es uno de los países con el costo en educación superior más caro del mundo’’, pues los estudios universitarios allí, como se puede ver en el cuadro que sigue, son casi igual de caros que en Estados Unidos y más caros que Australia.

Costos anuales en dólares americanos de las matrículas universitarias en los países de la OCDE en 2011

1

Estados Unidos

6 312

2

Chile

6000

3

Corea del Sur

5 315

4

Reino-Unido

4 840

5

Japón

4 602

6

Australia

4 140

7

Nueva Zelanda

3 019

8

Países Bajos

1 851

9

Italia

1 281

10

Portugal

1 233

11

España

1 038

12

Suiza

879

13

Austria

853

14

Francia

190

15

Dinamarca

Gratuita

16

Escocia

Gratuita

17

Finlandia

Gratuita

18

Islandia

Gratuita

19

México

Gratuita

20

Noruega

Gratuita

21

Republica Checa

Gratuita

22

Suecia

Gratuita

Fuente:  OCDE

 

Meller considera que en Chile, a diferencia de otros países, gran parte del gasto en educación superior recae sobre las familias, pues ‘‘por cada peso que aporta el Estado, la familia aporta cinco pesos en educación superior", mientras que en Estados Unidos por cada dólar que aporta el Estado las familia aportan dos y en Australia la relación es de uno a uno.


Caricatura del Colectivo la Momia Roja sobre la realidad social chilena destapada por el movimiento estudiantil. Imagen tomada de chilescda

 

El manejo de la crisis generada por ese largo conflicto estudiantil ya le está granjeando a Piñera críticas mordaces de influyentes medios dentro y fuera de su país. Frente a un análisis de la revista The Economist, que lo tildó de ser un "político inepto", según lo informado por Cambio 21, el presidente chileno se defendió diciendo ‘‘que prefiere un país con manifestaciones en vez de uno que tenga la paz de un cementerio". Si damos crédito a lo que sale de la boca de Piñera, un gran cambio de mentalidad se ha producido en el seno de un sector de la derecha chilena. Al menos una figura visible de ella manifiesta una postura diferente en materia de manejo de la inconformidad social. Revisando la manera como han pasado las cosas, podría decirse que la crisis social desatada por las protestas estudiantiles ha obligado al presidente Sebastián Piñera a beberse una copa de vino agrio.

 

 

En Colombia los estudiantes perdieron el miedo y salieron a las calles

 

Las protestas estudiantiles en Colombia en el 2011. Imagen tomada de terra

 

En el 2011 el gobierno colombiano presentó ante el congreso una propuesta de reforma a la ley 30 de 1993. Con esta reforma se buscaba preparar a la universidad colombiana para que ‘‘responda a las nuevas dinámicas sociales, económicas, tecnológicas, demográficas y culturales que vive el país’’. En ese punto, como lo reportó la revista Semana, gobierno y universitarios estaban de acuerdo. Pero hubo dos puntos que se convirtieron rápidamente en manzana de discordia: ‘‘ la creación de universidades con ánimo de lucro’’ y la apertura de una puerta, que buscaba permitirle a las empresas privadas de entrar a ‘‘invertir en las instituciones de educación superior públicas’’. Con dichas medidas el gobierno del presidente Santos buscaba replicar en Colombia los aspectos más polémicos del modelo de educación superior chileno implementado durante la era Pinochet (uestatales).

 

La discordia entre gobierno y universitarios se tradujo en una movilización estudiantil sin precedentes en la historia reciente de Colombia, que condujo al archivo de la reforma. En nuestra opinión creemos que mucho más importante que analizar las manifestaciones estudiantiles, que agitaron las calles de las ciudades colombianas en los meses finales del año 2011, resulta de mayor importancia describir el contexto sociopolítico dentro del cual se llevaron a cabo esas manifestaciones. Esto con el objeto de darle pistas al lector, que le permitan de comprender porque hemos dicho que los estudiantes perdieron finalmente el miedo y salieron a las calles.

 

Colombia es, desde la perspectiva sociopolítica, uno de los países con uno de los recorridos históricos más difíciles de analizar en América Latina. Éste país, que es en teoría una de las democracias más estables y saludables del continente, ostenta también uno de los récords más impotables en materia de derechos humanos en la historia contemporánea del continente. El asunto ha sido examinado por un número considerable de científicos sociales nacionales y extranjeros, que no se explican como un país en apariencia democrático posea un dossier tan tremebundo en éste campo.

 

La peculiaridad colombiana en el campo sociopolítico ha sido bien descrita por Gerald Martin en la biografía que escribió sobre Gabriel García Márquez. Según este autor, en este país, en sus casi 200 años de historias, los dirigentes de los dos partidos tradicionales han apelado con bastante frecuencia al recurso de las armas, dejando de lado el recurso de las urnas, para dirimir sus diferencias sobre el tipo de instituciones, que deben implementarse para gobernar la sociedad. Lo paradójico del caso radica en que, a pesar de su belicosidad atávica, las élites de dichos partidos se entendieron bastante bien –antes de la expedición de la constitución de 1991-, para que el pueblo no fuese representado jamás  por ninguno de los políticos de ambos partidos. Un ejemplo, que patentiza de manera elocuente los arreglos entre dirigentes políticos para favorecerse a ellos mismos sin preocuparse por la suerte de la sociedad, lo constituye la reciente reforma a la justicia, en la cual el congreso diseñó un andamiaje jurídico, que permite a los parlamentarios de ampararse en su fuero para no ser perseguidos judicialmente por sus desafueros (elespectador).  

 

El caricaturista Matador denuncia el arreglo entre políticos y los tres poderes estatales para poner a los altos dignatarios del estado a salvo de la justicia mediante una reforma del sistema justicia hecha a la medida. Imagen tomada de facebook

 

En efecto, como bien lo resalta Charles Bergquist en su crítica al libro La nación soñada de Eduardo Posada Carbó, después de la independencia el entusiasmo de amplios sectores populares con las ideas liberales y democráticas hizo ‘‘que muchos dirigentes políticos liberales [se asustaran] con el potencial radical de sus aliados populares y esto los llevó eventualmente a una alianza con los conservadores para limitar el poder popular, un objetivo que se codificó en la muy restrictiva Constitución de 1886’’[i]. Esta alianza es según Bergquist y Martin una de las razones principales que explican por qué este país ha sido –entre todas las naciones de América latina- la que conoció el menor número de golpes de Estado y de dictaduras a lo largo del siglo XX. Sin embargo Martin considera que el pueblo colombiano ha pagado bastante caro esta aparente estabilidad institucional, pues a lo largo de varios decenios la población colombiana ha sido víctima y testigo de un largo etcétera de sangrientas vendettas de toda índole, que parecen nunca acabar[ii].

 

Los contrastes que atraviesan a la sociedad colombiana son resaltados, desde otra perspectiva, por Dominique AuziasJean-Paul Labourdette[iii]. En la presentación de la guía turística intitulada Colombie, oscilando entre el lenguaje florido del lirismo poético y el lenguaje directo del cronista científico, estos vendedores de paraísos fantásticos nos presentan de entrada una imagen descarnada de este país cuando dicen: ‘‘Colombia es el país más controvertido y el más mal conocido de la América del sur, con una geografía y una historia a la imagen de los colores de su bandera: dorado como su espectacular orfebrería precolombina, azulada por encontrarse anclado entre dos océanos; el Atlántico y el Pacifico, y roja como sus atardeceres y la sangre derramada por los indios, los negros, los partidarios de la democracia, los guerrilleros y los narcotraficantes’’, que han nacido, se han reproducido y muerto sobre su suelo.

 

Otro investigador social extranjero que se detiene sobre el mismo aspecto, para resaltar los mismos matices es Delphine Minotti-vu Ngoc[iv]. En su tesis doctoral Minotti-vu Ngoc resalta que ‘‘ya se ha convertido en un lugar común decir que Colombia es un país de contrastes: «pues éste es el país de los extremos y de la esquizofrenia, pero nunca de los puntos medios»’’. Según ella, en este país ‘‘se condensa lo mejor y lo peor. De un lado Colombia es la patria de los más celebres carteles de las drogas y del otro, es el país de origen de Gabriel García Márquez, un premio nobel de literatura’’. Los contrastes en Colombia son tales, ‘‘que si bien un sondeo mediático muestra que el 86% de sus habitantes se consideran felices, el país presenta una de las tasas de homicidios más altas del mundo. Esta es una gran paradoja, sobre todo si se tiene en cuenta que el país no está oficialmente en guerra’’.

 

Además de la clásica conflictividad que ha registrado el país en el campo sociopolítico, Colombia ha conocido también una histórica conflictividad en el campo socioeconómico, que ha marcado profunda –y sangrientamente- la historia del movimiento social colombiano. Para evitar el estallido social, la clase política no ha dudado nunca en recurrir a la represión policial de la protesta social. En este punto, como lo señalan los historiadores Camilo Sánchez Meertens y María Lucía Guerrero Farías, ‘‘no debe olvidarse que el país vivió alrededor de medio siglo bajo el estado de sitio’’, recurso jurídico que tiene en toda democracia un ‘‘carácter excepcional y, por tanto, de corta duración’’. Sánchez Meertens y Guerrero Farías resaltan que, en materia de manejo de los conflictos laborales y sociales, desde la década de 1920, el estado colombiano ha mostrado un comportamiento, que muchos historiadores han coincidido en calificar como represivo[v].

 

El recurso a la represión policial, una tradición bastante acentuada en el tratamiento al descontento social en Colombia.  Imagen tomada de terra.com

 

El talante represivo de un amplio sector de la dirigencia política colombiana en el manejo del descontento social salió a relucir durante la huelga estudiantil de 2011, en toda su plenitud, a través del exvicepresidente de la república Francisco Santos. Santos, que es director de noticias de una de las cadenas de radio más importante del país, que también es una cadena de televisión, recomendó en un editorial televisado al gobierno –de su primo- de innovar en la represión de las manifestaciones estudiantiles a través del uso de pistolas eléctricas. Según él, estas ‘‘armas no letales’’ permiten disolver de manera efectiva las manifestaciones que amenazan ‘‘la paz social’’ de un país, sin dejar’’ victimas, además de facilitar el arresto masivo de manifestantes (youtube).

 

La represión del movimiento social en Colombia es un asunto bastante complejo. En su análisis no hay que proceder a la ligera. Si bien es cierto que no se podría señalar explícitamente a los agentes estatales de reprimir abiertamente la protesta social, también es cierto que el Estado y sus agentes han actuado con laxismo a la hora de combatir a una serie de actores de carácter particular, que se han encargado desde principio de la década de 1980, particularmente después del gobierno de Julio César Turbay, de reprimir de manera informal a los movimientos sociales, que han osado contestar las disposiciones gubernamentales en una diversidad de aspectos de la vida pública.

 

La represión particular del descontento social, que se ha producido con el beneplácito de sectores estatales, ha provocado una violencia cíclica –por no decir endémica- y selectiva contra la población civil. Sobre el tema resulta revelador un aparte del reporte del año 1998 de la Oficina del alto comisionado de las Naciones Unidas para los derechos humanos en Colombia. Según este organismo, en este país ‘‘la población civil es la principal víctima de la violencia ejercida por todos los actores, que participan del conflicto armado que aquí se vive’’, pues los civiles se encuentran desprotegidos frente ‘‘a las acciones de todos los actores armados que hacen presencia sobre el territorio nacional’’[vi].

 

Paralelo a la represión –informal- de la movilización social, en Colombia ha existido por largos años un tipo de violencia soterrada, que ha terminado por ser aceptada como algo normal –y hasta socialmente útil. Esa violencia de tipo selectivo es conocida bajo el nombre de limpieza social. A ese tipo de violencia se atribuye una gran parte del alto número de homicidios que registra el país anualmente, pues como lo destaca Minotti-vu Ngoc, Colombia ha tenido por largos años una tasa de asesinatos que ronda los 30.000 casos por año. De estas muertes, así lo documenta un estudio de los psiquiatras César Augusto Arango-Dávila, Juan Carlos Rojas Fernández y Mauricio Moreno, sólo el 21% se debe a causas de origen políticas. Desde los años ochenta las muertes violentas han ocupado el primer lugar, en lo que compete a causas de mortalidad en el país, lo cual explica porque Colombia es el país con la tasa de homicidios más alta del mundo (scielo).

 

En lo concerniente a la limpieza social, en nuestra opinión ésta registra tres tipos de modalidades: la limpieza social destinada a la eliminación de personas consideradas inasimilables o de difícil integración a la sociedad normal, como los drogadictos, las prostitutas que trabajan en la calle, los mendigos, los indigentes, los enfermos mentales y los delincuentes de baja categoría, que no se han conectado a las numerosas estructuras de crimen organizado que operan en el país; la limpieza social destinada a destruir la oposición al statu quo, que ha convertido en su blanco principal a los dirigentes comunitarios, sindicales, y estudiantiles, así como a los periodistas e intelectuales independientes, y finalmente la limpieza social destinada a eliminar personas, que simbolizan la diferencia, como los homosexuales.

Caricatura denunciando la limpieza social contra los jóvenes en Bogota, Colombia, en 2009. Imagen tomada del blog emancipacionyarte

 

Este tipo de violencia ha destruido el tejido social y provocado la apatía de la gente en lo que compete a la defensa de aquellos derechos, que tienen una connotación social. La defensa de estos derechos sólo es posible a través de la organización de los diferentes actores que constituyen la sociedad civil. Como lo resalta Minotti-vu Ngoc, en Colombia no es socialmente saludable para la gente del común de comprometerse con causas relacionadas con la paz, la defensa de los derechos humanos o sus intereses personales, si estos están relacionados con los derechos laborales o la posesión de la tierra. Esto puede traerle a un ciudadano problemas de seguridad serios, que van desde la simple amenaza de muerte al asesinato.

 

El documentado análisis de la realidad social colombiana realizado por Minotti-vu Ngoc nos muestra que en Colombia el recurso a la violencia por parte de los actores, que detentan el poder –o cierto poder en el seno de la sociedad- no ha sido un recurso puntual, sino un evento permanente, que se ha facilitado –valdría la pena agregar- por la incapacidad de un Estado precario y débil para hacer justicia de manera rápida y ejemplar. ‘‘Esto hace que en Colombia, la impunidad en el caso de la «limpieza social», como en la mayoría de los delitos contra la vida, sea casi total. En este campo las investigaciones judiciales y los juzgamientos son, salvo contadas excepciones, inexistentes. Por eso resulta difícil de determinar con exactitud quienes son los responsables de este tipo de crímenes y cuáles son los motivos que los llevan a perpetrarlos’’. En el fondo, en Colombia –como lo canta una vieja ranchera- ‘‘la vida no vale nada’’, porque allí como lo sostiene un adagio canalla, que abunda en la boca de los sicarios: ‘‘un tiro no se le niega a nadie, sobre todo si el paciente ha hecho méritos para ganárselo’’.

 

Dentro de la tradición de represión informal –o privada; digámoslo de ese modo- de la inconformidad social, los estudiantes no han estado exentos de sufrir los coletazos de la ira ciega de esos actores particulares, que se han otorgado por su propia cuenta la defensa del statu quo. Aunque la violencia contra el estudiantado es un asunto poco estudiado desde la perspectiva académica y la documentación de archivo disponible al público no es muy abundante, los pocos documentos a los que tuvimos acceso ponen en evidencia un hecho: la dinámica de los movimientos estudiantiles, como nos lo muestran los historiadores Álvaro Acevedo Tarazona y Francisco Javier Gómez, ha estado regida por los valores que dominan la cultura política colombiana. Dichos movimientos y sus revueltas han puesto en escena las tensiones existentes entre gobierno, directivas universitarias, profesores y estudiantes, en el seno de una vida universitaria caracterizada por una escasa cultura de la ciencia y la tecnología y con poco interés por fomentar el sentido de la crítica y el cuestionamiento frente a la precariedad social, en que viven el mayor porcentaje de los colombianos (redalyc).

 

Dentro de la dinámica sociopolítica generada por el frente nacional y en el marco de eso que Daniel Pécaut ha llamado una «democracia restringida», el movimiento estudiantil colombiano –acogiendo los valores de la cultura política global de la época, dominada por los caprichos de la guerra fría- se manifestó más que todo a través de prácticas contestatarias y comportamientos poco democráticos. Sin embargo, como lo manifiesta Acevedo Tarazona y Giménez, en este campo no se puede generalizar, porque la dinámica del movimiento estudiantil era diferente de una región a otra y de una universidad a otra, debido a una variedad de factores sociales, políticos y económicos, que han matizado siempre la situación. El desmonté del frente nacional, la caída del Muro de Berlín y el optimismo generado por la adopción de la constitución de 1991, que vio la luz a partir de una iniciativa de los estudiantes, reorientó el comportamiento del movimiento estudiantil durante la década de 1990.

 

Sin embargo, entre la segunda parte de esta década y el final de la primera década del siglo XX se llevó a cabo una sangrienta represión del movimiento estudiantil, por parte de los grupos paramilitares, que dejó a lo largo y ancho del país –particularmente en las universidades públicas- un número indeterminado de líderes estudiantiles muertos o exiliados.  Por solo citar un ejemplo: el caso de la Universidad de Córdoba, en el noroeste del país, donde fueron asesinados en el año 2000 alrededor de 10 estudiantes. En ese centro universitario, la matanza de profesores y estudiantes llevó a los dirigentes más representativos del movimiento estudiantil de ese momento a partir al exilio.

 

De acuerdo con los reportes de la prensa de la época y con una crónica de El observatorio de la universidad colombiana, los paramilitares asumieron el control de esta universidad, influyeron en la designación de dos de sus rectores, acallaron al estudiantado y trataron de organizar un movimiento estudiantil acorde con sus valores. En una de sus versiones libres ante los fiscales de la nación, el jefe paramilitar Salvatore Mancuso confesó que para llevar a cabo los asesinatos selectivos realizados contra profesores, líderes sindicales y estudiantes de la Universidad de Córdoba entre 1990 y 2000, contó con el apoyo de efectivos de la policía (verdadabierta).

 

El jefe paramilitar Salvatore Mancuso, en los tiempos en que hacía su ley en el norte de Colombia. Imagen tomada de semana

 

A pesar de la desmovilización paramilitar realizada a mediados de la década pasada, la presión de estos grupos sobre la comunidad universitaria a finales de dicha década no había cesado. Así lo resalta el comentario de la Comisión Intereclesial Justicia y Paz a  un comunicado de los estudiantes de la Universidad industrial de Santander (UIS), fechado el 16 de junio de 2009. Según este organismo en Colombia las universidades seguían en la mira paramilitar, pues en ese momento continuaban ‘‘las amenazas contra estudiantes y profesores de la Universidad Pública y de estudiantes de algunas privadas’’, lo cual ponía en evidencia una cruzada evidente contra ‘‘el pensamiento crítico’’, que continuaba ‘‘siendo objeto de persecución paramilitar y de montajes judiciales’’.

 

Teniendo en cuenta el contexto en el que se desarrolló; un contexto dominado por la zozobra, las amenazas y los asesinatos frecuentes de dirigentes estudiantiles, la huelga estudiantil de finales de 2011 en Colombia, más que un acto de  contestación de la política del gobierno del presidente Santos en materia de educación superior, es también un levantamiento contra la cultura de la intimidación y el miedo, que se empoderó en el medio universitario después de la mitad de la década de 1990.

 

Pero para recordarnos que Colombia es un país de contrastes, en el que opera un acomodamiento perfecto entre el discurso de la democracia liberal, que reconoce sobre el papel a los ciudadanos el derecho a la protesta y a la movilización para defender sus intereses, y la represión soterrada pero efectiva –por parte de agentes privados- de las personas, que osan materializar en la práctica lo que dispone la ley, las Águilas  negras han hecho circular una carta el 14 de mayo de 2012, en la que declaran objetivo militar a los directivos de 12 organizaciones sociales, entre ellos a los coordinadores de la Mesa Amplia Nacional Estudiantil (MANE). En la carta advierten a los amenazados que ‘‘les quedan pocos días para abandonar’’ Bogotá (hispavista).

 

Según dicho grupo, que asume la defensa del ‘‘estado legalmente constituido’’ y del derecho de los militares a tener fuero militar, los dirigentes estudiantiles y las otras organizaciones sociales amenazadas, ‘‘abusando de la enorme voluntad de nuestro presidente Santos’’, han venido "sublevando las comunidades para que reclamen sus supuestos derechos’’ (radiocafestereo).

 

En Quebec 18 semanas de huelga estudiantil sin solución a la vista

 

El cuadro de tela rojo y las cacerolas, símbolos de la inconformidad estudiantil y social quebequense de 2012. Imagen tomada de la línea del tiempo de facebook  de Francisco Angulo 

 

En Quebec los estudiantes colegiales (siclo de estudios preuniversitarios, de carácter más que todo técnico) y los estudiantes universitarios de los centros educativos francófonos salieron a huelga el 13 de febrero, para contestar en la calle el alza astronómica en las matrículas, que decretó el gobierno provincial que dirige el liberal Jean Charest. El conflicto estalló y se ha mantenido porque el gobierno programó un alza en los costos de matrículas del 75%, dividido en cinco años a partir del otoño de 2012. Esta huelga tiene un carácter provincial, porque en Canadá, según el artículo 93 de la ley constitucional de 1867, la educación es competencia de cada provincia. De acuerdo con esa norma cada gobierno provincial tiene la potestad de diseñar, en todos los ámbitos, un modelo educativo propio.

 

En Quebec antes de la Revolución tranquila, que se produjo en los años 60, el servicio educativo estaba controlado por la Iglesia Católica. Hasta ese momento no más del 4% de la población accedía a los claustros universitarios y este servicio estaba reservado principalmente para los miembros de las elites. A partir de la década de 1960, luego de la adopción de la serie de reformas sociales, económicas y políticas de la Revolución Tranquila, la educación paso a ser controlada y administrada por el gobierno, que se convirtió en el responsable de la financiación del sistema universitario. De otra parte, con la adopción de un modelo económico bastante parecido al modelo danés o sueco, el gobierno se convirtió en el principal sostén financiero, por la vía de los préstamos y las becas, de los estudiantes de escasos recursos económicos.

 

Desde su llegada al poder, en el 2003, el liberal Jean Charest ha tenido entre sus propósitos modificar el aparato de protección social quebequense y trasladar una gran parte de los costos del sistema universitario a los estudiantes. Aunque lo había intentado en su primer gobierno la movilización estudiantil y popular se lo impidió. En su segundo gobierno, por ser un gobierno minoritario, Charest no insistió en el tema. Hoy, en las postrimerías de su tercer gobierno, medrado por los escándalos de corrupción que lo rodean y que afectan la imagen de su partido, Charest decidió jugarse la carta del alza de las matriculas en la formulación del presupuesto de 2012, para contrarrestar el ascenso en las encuestas de un candidato a primer ministro, que corre a su derecha y para complacer a sectores de su propio partido, que no han cesado en reclamarle que acelere los cortes en el aparato social del Estado y profundice en la aplicación de las medidas neoliberales. El argumento del gobierno Charest para incrementar el costo de las matriculas se sustenta en la idea según la cual Quebec tiene los costos más bajos en toda América del Norte en materia de estudios universitarios. Según el primer ministro ha llegado el momento de que los estudiantes entren a poner de su parte para nivelar los costos con el resto de la región y ayudar a pagar de ese modo la deuda pública del Estado quebequense.

 

Costos –en dólares canadienses- de los estudios universitarios en las diferentes provincias de Canadá en 2012

Ontario

6 640

Nuevo Brunswick

5 853

Nueva Escocia

5 731

Alberta

5 662

 Saskatchewan

5 601

Isla del Príncipe Eduardo

5 258

Colombia Británica

4 852

Manitoba

3 645

Terranova y Labrador

2 649

Quebec

2 519

Promedio Canadá

3 774

 

Ante la determinación del gobierno de imponer el alza, los estudiantes respondieron con una amenaza de huelga. Como el primer ministro cuenta con las mayorías en el parlamento, lo cual le permite aprobar todas sus propuestas sin contratiempo, decidió ignorar el descontento estudiantil y el llamado del principal partido de oposición, que no ha cesado de recriminarlo por su negativa a negociar con los estudiantes y suavizar la medida. En vista de que el gobierno se hacia el de la oreja sorda ante el descontento estudiantil y de la oposición, los estudiantes se fueron a huelga, pensando que el conflicto seria de corta duración. El símbolo de la protesta estudiantil ha sido un pedazo de tela rojo, de tres centímetro cuadrados, que los estudiantes partidarios de la huelga enarbolan todo el tiempo. El cuadro de tala rojo también es portado en la solapa por los parlamentarios de los dos partidos de oposición, que se sitúan a la izquierda del partido del primer ministro. 

 

Pauline Marois, jefe de la oposición quebequense y varios de los diputados de su partido portando el cuadro de tela rojo en un debate en el parlamento. Imagen tomada de radio-canada

 

Aunque hay sectores de la población y cronistas de prensa, que han manifestado abiertamente su desacuerdo con el paro estudiantil, otros sectores como los artistas audiovisuales, los humoristas y varios cantantes reconocidos han tomado partido del lado de los estudiantes. En la gala anual, en la que se premia lo mejor del cine quebequense, la mayoría de los participantes decoró la mejor pinta de su garde-robe con el cuadrito rojo. Esa noche varias glorias del cine provincial no se anduvieron por las ramas para abogar por la derogación del alza y reclamar la congelación del precio de las matrículas colegiales y universitarias. A finales del mes de mayo un grupo de humoristas, coordinados por la hermana del organizador del mayor festival de humor de Quebec, que no es partidario de la huelga, anunció la organización de un show para recoger fondos para apoyar la causa estudiantil.

 

Para presionar al gobierno, los estudiantes se han tomado las calles. El 22 de marzo, ellos y sus partidarios participaron de una marcha, que periodistas y policías han coincidido en considerar como una de las mayores movilizaciones que ha conocido Montreal, después de las marchas contra la guerra en Irak en el invierno de 2003. Según los medios de información, entre el trece de febrero y el 23 de junio más de 65 marchas nocturnas se habían llevado a cabo en Montreal. Las marchas estudiantiles nocturnas por las calles aledañas al barrio de los espectáculos y la zona de diversión fueron uno de los eventos que animaron o –torpedearon- (todo depende del lado donde uno se encuentre parado) la vida nocturna de la metrópolis quebequense en la primavera de 2012. En una de esas marchas nocturnas más de 2000 participantes, de todos los géneros, desfilaron por una de las principales avenidas de Montreal en paños menores y con el torso desnudo, exponiendo sus atributos y miserias corporales ante la mirada de los transeúntes desprevenidos, de los entusiastas clientes de los bares y de los policías impávidos, que los custodiaban.

 

Marcha de personas semi-desnudas en Montreal para protestar contra el alza del costo de las matriculas en Quebec. Foto tomada del quebec.huffingtonpost

 

Según datos de las cuatro federaciones que agrupan a las asociaciones de estudiantes huelguistas,  en el mes de marzo 316 000 estudiantes colegiales y universitarios de un total de 420000 estaban en huelga. A finales del mes de mayo, cuando el gobierno decretó la salida a vacaciones y la postergación del trimestre de invierno, con el propósito de debilitar el movimiento estudiante, 154163 estudiantes apoyaban activamente la huelga, mientras que un porcentaje no determinado había asumido una posición neutral frente al conflicto.  De otra parte, cerca de 4000 estudiantes agrupados alrededor del Movimiento de estudiantes socialmente responsables de Quebec había tomado posición a favor del alza. Sin embargo dicho movimiento perdió fuerza cuando salió a relucir que tres de sus cuatro principales dirigentes eran miembros activos de las juventudes del gobernante Partido Liberal.

 

En los inicios de la huelga otro grupo de estudiantes trató de organizar un movimiento contra la huelga y contra el alza, pero su posición no prosperó. El movimiento, que no contaba con un liderazgo claro ni con una organización sólida, terminó disolviéndose. Para manifestar su oposición a la medida gubernamental y a la huelga, este grupo de estudiantes decidió de enarbolar un cuadro de tela azul. En el curso de la huelga un grupo de estudiantes decidió de abandonar la huelga y de volver a clases, sin dejar de rechazar el alza, y para manifestar su posición, comenzó a portar un cuadro de tela verde. Este movimiento, como los otros que se han opuesto a la huelga, no pasó de ser una tendencia marginal en el seno del estudiantado.

 

Por haber apoyado las demandas de los estudiantes y por haber salido a hacer campaña en apoyo a un candidato de su partido cacerola en mano, Pauline Marois, jefe de la oposición quebequense, ha sido fuertemente  criticada por sus contradictores políticos. Imagen tomada de la línea del tiempo de facebook de Saul Polo

 

Sin embargo, el protagonismo entre los opositores a la huelga se lo ha llevado un número bastante reducido de estudiantes, que ha decidido de recurrir a los tribunales para hacer valer su derecho a estudiar. Algunos de ellos han ganado su causa y con el mandato de un juez en la mano han acudido a los cuarteles de policía, para exigirle a los uniformados, que los acompañen a los salones de clases para recibir sus cursos. El caso más célebre de todos ha sido el de Laurent Proulx, un estudiante de antropología de la Universidad de Laval, que fue el primero en ganar su causa en un tribunal. Un juez amparó su derecho a recibir clases, a pesar de que los estudiantes de su programa habían votado mayoritariamente la huelga. Varias de las tentativas de retorno a clases al amparo del mandato de un juez han terminado en batallas campales entre estudiantes y policías.

 

Preocupados por las consecuencias de este tipo de medidas, algunos directivos de centros educativos, al igual que las asociaciones de profesores, han levantado su voz para denunciar lo insensato de estos mandatos judiciales. Preocupados por lo que les pueda pasar a sus retoños en las confrontaciones frecuentes entre policías y estudiantes, un grupo de personalidades quebequenses y de padres de familias notables y anónimos han decidido enarbolar un cuadro de tela blanco en la solapa, para reclamarle al gobierno un manejo responsable de la crisis y a los estudiantes mesura.

 

La presión sobre el gobierno para que ponga fin al conflicto ha venido de todos los lados. Los sectores situados a su derecha le reclaman que mantenga el alza y cree programas especiales para favorecer el ingreso a la universidad de los estudiantes pobres que poseen talentos excepcionales. De otra parte no han cesado de exigirle que garantice el retorno a clase, usando todos los medios a su disposición, de los estudiantes que si quieren estudiar y que impulse la sanción judicial de los sectores más radicales del movimiento estudiantil. La clase media lo presiona para que desmonte la medida y busque otras alternativas de financiación diferente al bolsillo de los estudiantes. Ese discurso ha salido a relucir por el lado de las madres en cólera, un grupo de mujeres que sostienen que el alza de las matriculas dejaría por fuera de las universidades a los hijos de las familias de un solo (padre-madre) responsable, que son bastantes en Quebec y que hacen parte del sector más pobre de la sociedad. Los alcaldes de las ciudades que acogen universidades y colegios, reclaman que se ponga fin al conflicto, porque la huelga les está saliendo cara. Argumentan los mandatarios locales que los costos en materia de seguridad van en ascenso y en Quebec la factura del servicio policial corre por cuenta de las municipalidades. Por su parte los empresarios dedicados al negocio de la restauración y el espectáculo reclaman una solución al conflicto, porque sus ventas se han visto disminuidas. Los clientes han desertado de los bares y restaurantes, porque no quieren encontrarse en medio de  los choques entre policías y estudiantes.

 

Caricatura denunciando la ambigüedad del primer ministro Jean Charest y la ministra encargada de la educación. Mientras negociaba con la dirigencia estudiantil, el gobierno del primer ministro Charest preparaba una ley, que acude al recurso de la represión policial para reprimir la inconformidad de los estudiantes. Imagen tomada de facebook

 

Para demostrar que siempre ha tenido el control de la situación el gobierno aprobó una ley que restringe los derechos de movilización, de asociación y otra serie de derechos democráticos, que resultó echándole más leña a la hoguera. La ley 78, como se conoce en la nomenclatura legal, terminó involucrando en el conflicto a sectores que se habían mantenido al margen. Para los Analistas políticos, los académicos y los intelectuales la ley 78, tal como lo sostuvieron Bernard Descôteaux, Josée Boileau, Jean-Robert Sansfaçon, Marie-Andrée Chouinard y Serge Truffaut, editorialistas del periódico Le Devoir, socaba los cimientos de la democracia, pone en escena el talante autoritario del gobierno Charest y constituye una violación flagrante a la carta canadiense y quebequense de derechos y libertades.

 

Para protestar contra la ley la gente ha organizado cacerolazos en las principales ciudades de la provincia. Como las elecciones se acercan, el primer ministro Charest ha invitado a dirimir la confrontación en las urnas. Los estudiantes se han tomado la cosa en serio y ya han salido a hacer campaña puerta a puerta en aquellas circunscripciones, donde los liberales tuvieron que sudar la gota gorda para hacer elegir sus diputados. Su campaña parece haberles dado fruto. En una de las dos elecciones complementarias, que se realizaron a comienzo de junio para llenar dos escaños dejados vacantes por dos parlamentario liberales, que habían renunciado a sus cargos en dos distritos que han sido históricamente fortines liberales, el primer ministro acaba de perder un importante peón en las urnas.

 

De otro lado el conflicto ya cobró la cabeza de la ministra de educación, que debió abandonar su cargo,  poniéndole fin al mismo tiempo a una carrera política que iba en ascenso. Con la llegada del verano, la pelea parece bajar en intensidad, porque el verano para los quebequenses es sagrado. Pero en otoño, cuando los estudiantes regresen a clases, el pulso entre las partes continuara. Así lo aseguran los estudiantes.

 

Según los profesores Piroska Nagy y Martin Petitclerc, la actual huelga estudiantil representa el cuestionamiento más duro, que un sector de la sociedad le haya hecho al proyecto neoliberal, que una parte de la élite política y económica le han venido imponiendo poco a poco a los quebequenses. Otros analistas afirman que esta huelga pone en evidencia un conflicto intergeneracional. De un lado están los baby-bumer, afanados por pagar la deuda que su estilo de vida generó, queriendo arrebatarle a sus hijos y nietos las prerrogativas que ellos tuvieron. Por el otro lado se encuentra una nueva generación reclamando su derecho a tener las mismas oportunidades, que tuvo la pasada generación, y negándose a pagar las deudas que ésta contrajo.  

 

Comic sobre la realidad sociopolítica quebequense de los últimos meses. Imagen tomada de la línea del tiempo de facebook  de Francisco Angulo

 

Una mirada al debate generado por las huelgas estudiantiles en los medios

 

Las huelgas estudiantiles han generado en los medios un debate de cierta intensidad. Para sus partidarios, los estudiantes están poniendo al descubierto las fallas de un modelo de gestión del Estado y la sociedad, que no es viable y ha agotado su repertorio. Para los partidarios más radicales de las ideas conservadoras, los movimientos estudiantiles y sus huelgas, que denuncian el alza de los costos de la educación superior, son la última bandera que le queda a los sectores anticapitalistas, para llamar la atención de una sociedad que dejó de tomarse en serio sus proyectos utópicos. De acuerdo a la percepción que tienen sobre las cosas los partidarios del statu quo, los sectores anticapitalistas han podido captar la atención del estudiantado porque los jóvenes –en todas partes- son idealistas y se dejan embaucar por la palabrería florida de los agitadores profesionales.


La caricatura, una herramienta pedagógica de los sectores académicos para difundir su punto de vista sobre la sociedad y mostrar de manera cómica, con pocas palabras las aristas invisibles del malestar social en los momentos de crisis. Imagen tomada de la línea del tiempo de facebook  de Francisco Angulo

 

En opinión de André Gagnon, el alza exagerado de matrículas ha conducido, allí donde se ha impuesto, a un proceso de elitización social de las universidades, que se va a traducir en el largo plazo en un proyecto de elitización de la sociedad. Según su punto de vista, la apertura de las puertas de las universidades a todas las capas de la sociedad, a partir de la década de 1950, se convirtió en una correa efectiva de ascensión social para un número amplio de personas, que de otro modo hubiesen permanecido en las filas de la marginalidad o en los bordes de ella. Para aquellos que razonan como Gagnon, el interés de los sectores más conservadores de la sociedad de incrementar los costos de los estudios universitarios obedece a una posición ideológica, que tienen dichos sectores frente a la masificación progresiva de la educación universitaria. Para los ultra-conservadores es evidente que el acceso masivo a la educación es la causa principal del retroceso en el campo electoral de las ideas conservadoras, pues de la mano de la educación ha aumentado la concientización del ciudadano común, que ahora se muestra más dispuesto a hacer valer sus derechos y se interesa por participar en los asuntos de la vida pública, lo que se ha traducido en disminución de los privilegios de las élites sociales.

 

Desde la otra frecuencia, el discurso de la universidad para la élite se encuentra subjetivamente bien estructurado en un escrito de Lise Ravary, una periodista independiente y feminista quebequense. Ravary nos libra en su blog del Huffington Post Québec una suerte de manifiesto contra la huelga de los estudiantes en esta provincia canadiense, que es al mismo tiempo una proclama a favor del alza de los costos de las matrículas. Según su percepción de las cosas es claro que el alza de los costos universitarios es la vía que hará de la universidad un lugar reservado a un público selecto. De acuerdo a su visión, ‘‘si la universidad quiere conservar su pertinencia social debe continuar siendo una institución reservada a la élite y de élite. No para la élite social, sostiene ella, ‘‘sino para la élite del espíritu, para la élite del esfuerzo’’, que sería la única capaz de devolverle ‘‘sus títulos de nobleza y su independencia’’.

 

Ravary afirma que, en aras de restituirle a las universidades ese aire exclusivo que ostentaron en el pasado, ‘‘debemos aceptar que la universidad no es un derecho, sino un privilegio’’. Por eso frecuentarla debe ‘‘tener un costo’’. Sin embargo, la visión elitista –de corte social- de madame Ravary sobre la universidad se deja ver de cuerpo en entero en solo una frase, que escapó a su retórica cuidadosamente elaborada. Según ella los estudiantes deben sacarse de la cabeza de que no hay futuro posible si no se pasa por la universidad, pues ‘‘la sociedad tendrá siempre necesidad de choferes de autobuses, sobre todo con el auge del transporte en común, y los choferes de autobuses no se reclutan necesariamente entre los intelectuales’’.

 

La caricatura, una herramienta básica en la agitación estudiantil quebequense en la huelga de 2012. Imagen tomada de facebook

 

Otro punto, que es materia de debate, está relacionado con la idea de que las alzas de los costos universitarios favorecen el aumento de la calidad de la formación que estos centros ofrecen. Sin embargo lo que algunos entendidos sacan a relucir es que la mayoría de universidades costosas no ofrecen una formación de mejor calidad, que aquellas universidades que dependen de la financiación pública. En revancha, las universidades públicas han permitido el acceso de los grupos menos favorecidos de la sociedad a carreras liberales, como medicina, ingeniería, economía, administración y negocios, que permiten a los titulares de dichos diplomas de enriquecerse a partir de la formación recibida (tagtele).

 

Quienes defienden la idea del alza sostienen que en la medida en que las cosas cuestan la gente las valora más. De otra parte sostienen que si está probado que la educación universitaria abre las puertas del enriquecimiento, porque aquellos que serán los primeros beneficiados de dicho proceso formativo, no consideran el pago de los costos de la formación universitaria como una inversión. Según ellos, no tiene sentido que las personas más ricas de la sociedad financien con sus impuestos un servicio que va a facilitar principalmente la creación de riqueza individual. En lo que toca al punto del aumento de los impuestos a las ricos para financiar la educación de los pobres, Lise Ravary sugiere que los ricos son un bien bastante escaso en toda sociedad y agobiarlos con más impuestos, como la « taxe » Buffett, lo que haría sería espantarlos y empujarlos a llevarse sus fortunas a los paraísos fiscales, lo cual contribuiría al empobrecimiento de aquellas sociedades que acojan dicho camino, porque se cerrarían muchas empresas y se perderían muchos empleos.

 

Quienes se oponen a dicha tesis consideran que con dicho discurso lo que se busca es disminuir los impuestos al segmento más rico de la sociedad, descargando todo el peso de la construcción y reproducción de la sociedad sobre los hombros de la clase media, que sería la mayor afectada por el alzas, como quiera que los sectores más pobres terminarían siendo subsidiados –a la larga- por el Estado. De otra parte, el número de estudiantes universitarios provenientes de los sectores pobres es bastante bajo, mientras que la educación universitaria se ha convertido en un servicio indispensable para la clase media.

 

El debate sobre la financiación de la educación superior y el modelo de gestión del sistema universitario, no es un debate de poca monta. La importancia del debate radica en un aspecto: la educación universitaria se ha convertido en un recurso importante para la estabilidad política y el desarrollo económico de las naciones contemporáneas. En general, como se advierte en los trabajos de Karl Polanyi, Robert Castel, Francis Fukuyama y de Richard Florida, después de los años 1930 ha habido cuatro pasarelas que han favorecido el enriquecimiento masivo de la gente: los subsidios a los sectores más necesitados, que le han permitido a mucha gente acceder a ciertos servicios, que han mejorado su calidad de vida o la de sus hijos; los salarios, que le han permitido a los obreros calificados abandonar la clase popular e instalarse en la clase media de manera progresiva; la universalización de los servicios sociales y la construcción de infraestructura de uso público y, finalmente, la masificación de la educación. 

 

Segun Fukuyama, las sociedades que han llegado a consolidar a la clase media como su principal segmento social, lo han logrado gracias a la universalización de la educación, pues la masificación de la educación ha favorecido una mejor formación de los obreros, la diversificación del origen de los dirigentes políticos y empresariales, así como de los técnicos y científicos, que representan el principal recurso que una sociedad de capitalismo avanzado necesita para mantenerse competitiva. La masificación de la educación –particularmente de la educación universitaria- ha permitido en este tipo de sociedades la supresión progresiva de las diferencias de clases en el seno de la sociedad, pues existen pocos obstáculos que limiten la promoción social de un individuo con una sólida formación académica, mientras que los individuos que carecen de formación académica están generalmente condenados a ser ciudadanos de segunda categoría.

 

En conclusión, el debate que hoy enfrenta en varios países del globo a estudiantes y gobernantes por el tema de los costos de las matrículas universitarias pone sobre el tapete una profunda diferencia generacional en materia de gestión de aspectos sensibles en el campo social. Con sus protestas y sus arengas el estudiantado parece ser el grupo con mayor capacidad de respuesta conceptual y organizacional, que  han encontrado en el último quinquenio los partidarios del proyecto neoliberal en el camino que los ha venido conduciendo al desmonte del aparato social, que se construyó al amparo de la teoría del Estado de bienestar. El debate es un debate de fondo y pone sobre la mesa una variedad de elementos de carácter ideológicos.

 

La educación es un servicio que el estado no puede abandonar a libre juego del mercado de manera olímpica, como sucedió en Chile durante la era Pinochet. Parafraseando a Fukuyama se podría decir que el mercado por sí sólo no puede entrar a determinar los niveles apropiados de formación de la gente, la destinación de los recursos o las prioridades sociales en materia educativa. Determinar la orientación del sistema educativo de una sociedad es hoy en día un asunto, que invoca el desarrollo de un acuerdo sobre lo fundamental entre los diferentes actores que componen la sociedad. Dentro de esa lógica, es importante tener en cuenta, que a pesar de su parsimonia y de su ritualidad, el Estado es el único agente capas convocar a dichos atores, de regular sus intereses, de vigilar el cumplimento de los pactos y de coordinar el funcionamiento del sistema.

 

Sin negar que hay aspectos de la protesta estudiantil que son condenables, como las batallas campales con los policías, hay que sostener también que mientras los gobernantes de talante conservador se obstinen en reducir el gasto social en el sector educativo y en obligar a los estudiantes universitarios a asumir los costos de su educación, no queda otra alternativa que tomar la guitarra y desempolvar el célebre poema de Violeta Parra, inmortalizado por Mercedes Sosa y salir a cantar: ‘‘que vivan los estudiantes/ pajarillos libertarios / que marchan sobre las ruinas con las banderas en alto

 

Caricatura sobre la revuelta estudiantil de mayo de 1968 en Francia y las elecciones que siguieron a la protesta.  El caricaturista nos quiere transmitir la idea de que el descontento estudiantil de mayo contra el statu quo no se tradujo en rechazo político al statu quo en las urnas en las elecciones de octubre. Imagen tomada de planet.fr


Postcriptum: Dedico esta nota a la memoria de los estudiantes Marly de la Ossa Quiñones, Pedro Manotas Oláscaga, Sheila María Oláscaga, Luis Alberto Bello Cabadía y Francisco Ayazo, asesinados en la universidad de Córdoba por grupos paramilitares en los años 2000 y 2001.


[i]Bergquist, Charles. 2005. « Eduardo Posada Carbó. La nación soñada. Violencia, liberalismo y democracia en Colombia ». Anuario colombiano de historia social y de la cultura, N35, p. 472-475http://www.revista.unal.edu.co/index.php/achsc/article/viewFile/18310/19230

[ii] Martin, Gerald. 2009. Gabriel García Márquez : une vie. Paris: Grasset & Fasquelle, 701 p.  La percepción de Martin sobre la historia sociopolítica de Colombia puede ser consultada en la página 29 de la edición en francés de su libro.

[iii]Auzias, Dominique, Romain Viguier, Jean-Paul Labourdette. 2007. Colombie : Country Guide. Paris : Petit futé. 357 p.

[iv] Minotti-vu Ngoc, Delphine. 2002. Marginalité et répression en Colombie : le cas du « nettoyage social ». Thèse de doctorat, Université Stendhal-Grenoble III, 695 p. http://delphine.minotti.free.fr/these/tout2.pdf

[v] Camilo Sánchez Meertens y María Lucía Guerrero Farías, ‘‘Posada, Eduardo. La nación soñada. Bogotá: Grupo Editorial Norma, 2006, 383 pp’’ Historia Crítica, no.35 Bogotá Jan./June 2008

[vi] O.N.U., Rapport de la Haut-Commissaire des Nations Unies aux Droits de l’homme pour la Colombie-1997, Genève : O.N.U., 1998, p.19.