Resultado de las elecciones canadienses: gobierno para los conservadores y oposición oficial para los socialdemócratas
Un armario en la historia para Stephen Harper y un folder para Jack Leyton
En las elecciones canadienses del dos de mayo pasado sucedieron una serie de incidentes de gran importancia histórica. Los resultados electorales de ese día van a marcar la vida de Canadá en los próximos dos decenios. En gracia de síntesis podríamos decir que los electores le otorgaron un armario en la historia nacional a Stephen Harper, sentaron a Jack Leyton en el escaño de la oposición oficial, castigaron sin piedad a los Liberales, desmoronaron al Bloque y plantaron un árbol en el campo del Partido Verde.
En mi crónica pasada apoyándome en las tendencias que proyectaban las encuestas en Québec y en el comportamiento histórico que siempre ha mostrado Alberta a la hora de votar, me atreví a predecir un nuevo gobierno minoritario. Según mis cábalas el nuevo gobierno sería minoritario Liberal o Conservador, pero minoritario. En mis cálculos, los conservadores perderían un gran número de diputados tanto en Québec como Ontario, los liberales recuperarían parte del espacio perdido en el territorio quebequense, y volverían a recuperar el terreno perdido en otras provincias. En cuanto al N.P.D. de Jack Leyton yo apostaba que aumentaría su número de diputados en dos o tres y que sus mayores logros los obtendría en Québec a expensa de su primo ideológico el Bloque quebequense. En cuanto al bloque, nunca pensé que este partido fuese a desaparecer de la carta electoral. En mis cuentas lo veía perdiendo entre ocho y diez curules, pero arrebatándole dos o tres escaño en los alrededores de la ciudad de Québec a los conservadores de Harper.
Mis predicciones las basé en varios eventos que eran perceptibles a simple vista. La impopularidad de Harper en un vasto sector de la opinión pública a lo largo y ancho de Canadá y los escándalos que salpicaron a algunas personas de su entera confianza, como Dimitri Soudas, antes y durante la campaña. La campaña dinámica que adelantaba Michael Ignatieff y la calidad de algunas propuestas del programa liberal, como los bonos de ayuda a los estudiantes universitarios durante cinco años. El rápido asenso de los socialdemócratas en las encuestas en Québec, que contrastaba con el leve interés que habían despertado en otras provincias y la campaña tenaz que adelantaba el líder del Bloque de Québec, Gilles Duceppe, en procura de arrebatarle algunos distritos estratégicos a los liberales y conservadores en la bella provincia.
Las cosas pasaron de Manera completamente distinta. Hoy tenemos un gobierno conservador mayoritario, los liberales reducidos a su mínima expresión, los social demócratas sentados en el banco de la oposición y el bloque en vía de desaparición.
¿Por qué ganaron los conservadores si la mayoría de los canadienses no se siente a gusto con ellos?
La victoria conservadora fue contundente. Ni los mismos estrategas conservadores la esperaban. El 28 de abril, en entrevista con Céline Galipeau, Harper se mostraba resignado frente a la imposibilidad de hacer realidad su sueño de obtener la mayoría que tanto había demandado. Sus respuestas daban a entender que en su cabeza la idea de dirigir un nuevo gobierno minoritario comenzaba a ser una realidad, que se instalaba en la medida que la campaña avanzaba. En ese momento era evidente que la intención de voto por los conservadores se había estancado. Así lo atestiguaban los resultados de las últimas encuestas. Por eso los primeros sorprendidos con los resultados fueron ellos mismos, que al comienzo sólo soñaban con conseguir el número mágico de 13 curules, para obtener el derecho de gobernar con las manos libres.
Sin haber obtenido un avance significativo en las urnas, los conservadores terminaron ganando en estos comicios 24 escaños más que en los comicios de 2008. A pesar de que su votación ascendió solamente 1.95%, pues pasó de 37.65% à 39.60%, el equipo conservador dio el salto de 143 a 167 curules. Como lo sostiene Vincent Marissal, cronista político del journal La Presse, Harper dejó regado a sus adversarios y ganó la carrera sobrado.
Lo que resulta increíble, cuando se analiza el éxito electoral de los conservadores, es que su gesta haya sido posible a pesar del talante antipático de su líder, así como de mucha de la gente que lo rodea. La manera como el líder conservador y sus estrategas manejaron la campaña: sólo concedían entrevistas a medios conservadores y organizaban reuniones a puerta cerrada, en las que sólo se aceptaba la entrada de personas que hubiesen probado su fidelidad al partido, puso en escena el talante despótico y excluyente de los conservadores.
La prevención de los conservadores frente a la gente ajena a su línea de pensamiento, los llevó incluso a expulsar de sus reuniones a personas que consideraron de militancia dudosa. El caso más sonado sucedió en la ciudad de London Ontario, donde los responsables de la seguridad del candidato conservador sacaron de una de sus reuniones a la estudiante Awish Aslam y su amiga, porque husmeando en su cuenta de Facebook encontraron una foto de ellas con el líder liberal Michael Ignatieff. Los pocos contactos de Harper con el público común y corriente se dieron sólo en aquellos lugares, donde sus estrategas de campaña estaban completamente seguros de que la audiencia le era absolutamente favorable y que por ende nadie le tenía preparada una pregunta capciosa.
El temor de Harper y sus estrategas de foguearlo en escenarios que escapaban a su control se evidenció con su negativa a participar en Tout le monde en parle, el talk show mas popular de la televisión francesa de Canadá. Por allí pasaron todos los otros jefes de partidos fuertes, salvo Harper, que siempre se ha negado a participar en dicho programa, porque sus animadores son reconocidos por hacer comentarios y preguntas irreverentes. Además de lo anterior, los invitados suelen trenzarse entre ellos en pequeños debates sobre temas sensibles.
En mi opinión la victoria conservadora es atribuible a dos hechos. De un lado está la ola naranja que desató Jack Leyton en Québec y en algunas regiones de Ontario. Del otro se encuentra el trabajo de relojero, que hicieron los conservadores para movilizar única y exclusivamente al electorado conservador. Vincent Marissal describe la campaña conservadora, como una campaña que se desarrolló a la defensiva y sobre la base del ataque directo a los adversarios. Sabedores de que aquí, allá y acullá los conservadores salen siempre a votar y que aunque sus candidatos tengan poco chance de salir elegidos, los electores conservadores los apoyan incondicionalmente, los estrategas conservadores se dedicaron a trabajar única y exclusivamente al electorado conservador. Su objetivo principal era conservar el control del gobierno, aunque éste fuera un gobierno minoritario.
Para movilizar al electorado conservador desarrollaron esencialmente tres estrategias. Las campañas sucias, el uso del miedo y la repetición, hasta el cansancio, de los tres elementos que querían posesionar en la mente de sus electores. Eso explica la estrategia burbuja de la campaña conservadora y el manejo selectivo de los medios. Delante esa clientela fiel y en esos medios obsecuentes, Harper no paró de decir que era necesario elegir un gobierno conservador mayoritario para asegurar la buena marcha de la economía, elegir un gobierno conservador mayoritario para devolverle la estabilidad política al país y evitar un gobierno de coalición de los partidos de oposición y elegir un gobierno conservador mayoritario para trabajar por mejorar la seguridad del país y luchar de manera más eficiente contra el crimen.
En ese tipo de escenarios nadie iba a preguntarle por las suspicacias que ha había generando su último gobierno en materia de ética y transparencia. Ni por la politiquería, denunciada por amplios sectores de la sociedad civil, en lo que respecta a la designación de representantes gubernamentales en puestos claves, en los que antes sólo se le exigía a los postulados demostrar sus competencias. Allí nadie iba a recordarle los incidentes que condujeron a la caída de su último gobierno por ultraje al parlamento.
En cuanto al ascenso de los socialdemócratas, la Ola naranja –como ahora le llaman- dividió al electorado liberal. Como lo sostiene J.M., un lector de la crónica electoral de Marco Fortier en el journal Rue Frontenac, un amplio sector del electorado canadiense no perdona aún a los liberales por el escándalo de las Comanditas. Esto llevó a que los sectores más a la izquierda de los liberales se fueran a las toldas de los socialdemócratas, esperanzados en que la Ola naranja fuese lo suficientemente fuerte para arrasar a los conservadores. Por su parte los sectores más conservadores del Partido Liberal, asustados por el asenso de los socialdemócratas, se refugiaron bajo el paraguas conservador. Temerosos de que la profundidad de la Ola naranja fuese aún mayor de lo que parecía, esos liberales votaron por los conservadores para evitar un gobierno socialdemócrata.
Sin ser un líder convincente y a pesar de sus ideas retrogradas en una variedad de temas: procreación, unión de parejas del mismo sexo, medioambiente y tratamiento de la criminalidad, sin implementar el gobierno trasparente que nos prometió cuando explotó el escóndalo de las comanditas y apelando a los trucos sucios para minar la fuerza de sus adversarios, Stephen Harper se ha ganado por fin el derecho a tener un armario para él sólo en el salón central de la historia política canadiense. En adelante nadie está autorizado a recordarlo como un político gris, que entró en la historia por la puerta trasera de los gobiernos minoritarios.
Un folder en la historia canadiense para Jack Leyton
Según un reportaje de Radio Canadá, en los cables revelados por Wikileak, los diplomáticos estadounidenses describen al jefe del partido N.P.D. como un ratón que logró atraer la atención de un león. Esa metáfora parece haber sido confirmada por las elecciones del pasado dos de mayo. El partido de Jack Leyton pasó del cuarto puesto –en la escena federal- al segundo. De 37 escaños en las elecciones de 2008 los socialdemócratas pasaron a 102 en las de 2011. El fulgurante salto del N.P.D. se dio gracias a un asenso del 12.60% en su votación. Los socialdemócratas, que recolectaron el 18.20% de los sufragios en el 2008, se quedaron en estas elecciones con el 30.80% del total de la cosecha. Ese es su mejor resultado en sus 50 años de vida política.
En Québec el N.P.D. pasó de un diputado, Thomas Mulcair, a 59. En definitiva el ascenso socialdemócrata se jugó en los distritos quebequenses, pues ese partido pasó en esta provincia de tener una intención de voto de 18%, al comienzo de las elecciones, a capitalizar el 40% del voto el día de los escrutinios. La victoria fulgurante del N.P.D. en Québec ha llevado a algunos analistas conservadores a afirmar que los quebequenses cambiaron un partido socialdemócrata: el Bloque quebequense, por otro partido socialdemócrata, el N.P.D. En síntesis en Québec hubo un cambio político profundo, pero los quebequenses conservaron su tradición de izquierda.
Como la mayoría de los elegidos del N.P.D. son personas desconocidas, sus detractores no han dudado en llamarlos postes. Otros han echado mano de la juventud de la mayoría de los elegidos para criticar la victoria del N.P.D. En la ciudad de Sherbrook el diputado elegido sólo tiene 19 años y se encuentra en su primer año de universidad. En una circunscripción de Montreal, la elegida, una muchacha de origen asiático, apenas alcanza los 20 años y tres meses. En el distrito de Berthier-Maskinongé, el debate ha comenzado porque la candidata del N.P.D., Ruth Ellen Brosseau, no puso pancartas, no hizo campaña y durante la mayor parte del debate electoral estuvo de vacaciones en Las Vegas. Otro candidato de un distrito cercano, ausente también del debate, fue criticado por que se encontraba de vacaciones en Republica Dominicana.
Como lo manifestaron los analistas políticos Marc Laurendeau e Yves Boisvert en la emisión de radio de Cristiane Charette, el elemento que contribuyó fundamentalmente a la victoria del N.P.D. fue la personalidad de su jefe. Jack Leyton es un hombre que esboza de manera permanente una sonrisa agradable, que expresa de manera clara sus ideas, que usa de manera efectiva el sentido del humor y que a través de su carrera política, que se ha desarrollado desde la esquina de la oposición, no solamente ha jugado como simple crítico de los gobiernos de turno. Todo lo contrario, su capacidad de identificar los problemas, de presentar soluciones y de tomar la iniciativa en las negociaciones, han hecho de Leyton un político exitoso, a pesar de liderar un partido secundario.
En lo que concierne a la elección de los postes, la mejor respuesta a esa crítica la dio el analista Marc Laurendeau: “si en Québec hemos elegido postes a nombre del N.P.D. eso se debe a la confianza que nos genera el señor Leyton, como jefe de partido”. Sempai G, un lector de la crónica electoral de Marco Fortier en el journal Rue Frontenac, sintetiza la situación de manera contundente: “Yo voté por los Socialdemócratas, para animar al viejo Jack. […] Con eso quiero decirles que yo no sé si el candidato del N.P.D elegido en mi circunscripción, Verchères-Les Patriotes, es un hombre o una mujer. Ninguna foto, ninguna entrevista, nada, nada”. Otros atribuyen el éxito electoral de Jack Leyton a su paso por el celebre Talk Show Tout le monde en parle, la misma emisión de T.V. que siempre se ha negado a visitar el primer ministro Stephen Harper.
En mi opinión el asenso de Jack Leyton en Québec es el resultado de varias cosas. El deseo de cambiar de aire de la gente y su voluntad de mandarle un mensaje fuerte al conservadurismo de Harper. El agotamiento del discurso del Bloque Quebequense y el desprestigio generalizado de los liberales. La personalidad seductora Leyton y la capacidad de acercarse a la gente, de escucharla y de darle importancia a lo que ella le dice. Durante la campaña, mientras Stephen Harper visitaba una escuela de Karate Infantil y una guardería, Jack Leyton y su equipo asistían al estadio en Montreal, a un partido clave de los Canadian de Montreal, vistiendo la camiseta del equipo, y visitaban las universidades.
Otro aspecto positivo de Leyton es su capacidad de leer la realidad y expresar de manera coherente las soluciones que visiona para los problemas que identifica. Su decisión de reciclar el programa de la campaña anterior y de repetirlo sin pena, a pesar de las críticas de la prensa, así como la serenidad con la que manejó el asenso en las encuestas son otras de las claves de su éxito. Otro punto a su favor fue su capacidad para conformar un equipo político, integrado con gente de todos los orígenes sociales: indígenas, estudiantes, profesores, sindicalistas, jubilados, pequeños empresarios, trabajadores independientes, inmigrantes y gente ligada a la vida comunitaria.
Algunos sostienen que con el ascenso del N.P.D, a nivel federal, puede volver a pasar lo mismo que sucedió, a nivel provincial, con la Acción Democrática de Québec (ADQ) en las elecciones del 26 de marzo de 2007. En esa ocasión ese partido de derecha pasó de 4 a 41 sillas en el parlamento provincial. En las elecciones del 8 de diciembre de 2008 la A.D.Q. se desinfló y solamente alcanzó a sacar 7 escaños. En mi opinión las cosas no pasarán del mismo modo, porque el fenómeno A.D.Q. benefició de la oleada de xenofobia, que rodeó el debate sobre el tema del acomodamiento razonable de los inmigrantes en el seno de la sociedad Quebequense. Cuando el debate sobre el tema pasó, la ADQ se Quedó sin programa y los electores conservadores se dieron cuenta que sus intereses podían ser defendido, de manera más eficiente, por el partido liberal provincial.
Lo que ha sucedido en estas elecciones federales refleja otro asunto. En general podría decirse que Canadá entra en la dinámica en la que entraron hace rato las democracias más antiguas y consolidadas de Europa, así como Israel: la desaparición de los partidos liberales y la articulación del debate político entorno al eje Izquierda-Derecha. La Izquierda organizada alrededor de la socialdemocracia y la derecha alrededor de los partidos conservadores.
A diferencia de la A.D.Q. que se quedo sin programa un año y medio después de haberse convertido en oposición oficial, los socialdemócratas del M.P.D. tienen mucha tela de donde cortar. A eso hay que agregarle que muchos de los diputados que acaban de ser electos, son personas que tienen un largo recorrido en la actividad comunitaria, sindical y estudiantil. Quizá muchas de esas personas habían soñado desde siempre con encontrarse algún día en los centros de poder, para hacer avanzar las causas por las que han peleado siempre. Dentro de esa lógica, las elecciones de este dos de mayo terminaron por ofrecerles la oportunidad que tanto habían esperado. Considero que muchos van a aprovechar su cuarto de hora, para desarrollar un trabajo serio en Ottawa.
En cuanto a los liberales, la exdiputada liberal Liza Frulla lo dijo todo en la mesa de análisis electoral de Céline Galipeau: “superar el escándalo de corrupción de las comanditas le va a costar al Partido Libera una generación”. Parece que Michael Ignatieff, un científico social brillante, no percibió ese detalle. Eso explica porque al final de la campaña sacó de su retiro a dos ex-primer ministros, que la gente asocia con dicho affaire: Jean Chrétien et Paul Martin, para que abogaran por su causa. Como bien lo sostiene J.M., el comentador de periódico que mencionamos atrás, ese fue el único error de su campaña, pero fue a la vez su peor error.
Para finalizar una simple constatación de lector de periódicos, que tiene poco que ver con el asunto. Resulta sorprendente que ninguno de los diarios y publicaciones importantes de Colombia le hayan dedicado una simple nota a los resultados electorales canadienses. Pareciera que para los responsables de las noticias internacionales, en las salas de redacción de los medios colombianos, Norteamérica se redujera sólo a los Estados Unidos, pero sobre todo a Nueva York, Washington y Miami.
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DAVID PALMET BONILLA -