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La Barca de Enoïn

La corrupción: un demonio que ataca aquí, allá y acullá

La corrupción: un demonio que ataca aquí, allá y acullá

El periodista Alain Gravel, director del programa de televisión Enquête, le pregunta delante de cámaras al Alcalde de Mascuch, Richard Marcotte, si es verdad que viajó a Suiza en noviembre pasado con gastos pagados por la compañía inmobiliaria 6610048 Canada Inc. Según las investigaciones del equipo de Gravel, la compañía 6610048 Canada Inc, se ha enriquecido durante el mandato del alcalde Marcotte, comprando a precio de huevo –como dirían los campesinos del Sinú- varios terrenos de la municipalidad, que luego ha vendido a precio de ganado gordo. Enojado, el alcalde se rehúsa a responder la pregunta aduciendo que el asunto hace parte de su vida privada.

El reportaje de Enquête hace parte de una serie de reportajes sobre la corrupción a nivel municipal en la provincia de Québec, que el periodista Gravel ha venido difundiendo en el último año. Del escrutinio que realiza su programa, que se emite todos los jueves a las ocho de la noche, no se ha escapado nadie. Gracias al olfato de sabueso de sus reporteros, este programa ha abierto el debate sobre los lazos estrechos entre el crimen organizado, eso que vulgarmente se conoce bajo el nombre de mafia, y los empresarios de la construcción.

Los periodistas han ido debelando, prueba en mano, los nexos que hay en varias municipalidades quebequenses entre políticos locales, syndicats du crime organisé y ciertos empresarios, que se han hecho con los contratos más jugosos del sector público en los últimos años. Gracias al espíritu incisivo de los periodistas, la opinión pública se ha enterado que la gestión de la cosa pública no es muy transparente en Mascouche, Terrebonne, Saint-Jérôme, Laval y Montréal.

La desconfianza de los quebequenses en la honestidad de los gobernantes locales aumentó, después que el magazín anglófono Maclean’s afirmara que Québec es la provincia más corrupta de Canadá. Según el analista Denis Lessard, del periódico La Presse, en diciembre pasado 75% de los quebequenses consideraban que los mandatarios locales están cometiendo o han cometido actos de corrupción en el manejo de la cosa pública. Y las investigaciones policiales comienzan a darles la razón.

A comienzos de febrero Denis Morin, jefe de la unidad especial contra la corrupción de la Seguridad de Québec, reportó a los medios la detención de la anterior alcaldesa de Boisbriand, Sylvie St-Jean. En la misma operación fueron detenidos los dirigentes de una firma de ingenieros. Según el jefe de la unidad anticorrupción, hay fuertes indicios que muestran que estas personas complotaron para crear un cartel de la contratación, cuyo objetivo principal era hacerse con la mayoría de los contratos municipales en el campo de las obras públicas. 

Los reporteros de l’Émission Enquête no se han limitado sólo a debelar los posibles favorecimientos de ciertos alcaldes a empresarios de la construcción y del sector inmobiliario, que han resultado ser además muy cercanos a sus partidos políticos. Uno de los mayores hits –para ponerlo en términos beisboleros-, que se han anotado en los últimos tiempos Alain Gravel y su equipo periodístico consistió en debelar la conexión estrecha, que había entre los altos dirigentes de un sindicato de trabajadores del sector de la construcción y empresarios del sector inmobiliario, vinculados con la pègre (mafia). 

Lo interesante en todo esto es que el ojo avizor de los periodistas está resultando más hábil para detectar la corrupción, que los filtros de los organismos judiciales y de control estatal. Estos organismos, al igual que los dirigentes de los partidos de oposición, en todos los niveles gubernamentales, sólo han reaccionado cuando los periodistas han puesto sobre la mesa un montón de pruebas, que si bien en muchos casos no son irrefutables, si muestran que algo raro está pasando.

Un vistazo a las noticias internacionales nos muestra que el demonio de la corrupción acosa los recursos públicos, en todas las esquinas del mundo. Pero las mismas noticias, tanto aquí, como allá y acullá, comienzan a dar cuenta del cansancio de los ciudadanos frente a la privatización obscena, que hacen de los recursos públicos los gobiernos corruptos. La prueba más elocuente podría ser el Medio Oriente. Según CNN, La Red Árabe por los Derechos Humanos considera que la cólera popular contra los cuasi-vitalicios presidentes de Tunes y Egipto, tuvo su origen en el cansancio generado entre los ciudadanos por los altos niveles de corrupción y de violencia policial.

La cólera de los tunecinos contra los miembros del régimen caído es tal, que la comunidad tunecina de Canadá le está pidiendo al gobierno canadiense que congele las cuentas y bloqué cualquier transacción sobre las propiedades de los allegados al presidente Ben-Alí. El propósito es de expropiar esos haberes y devolvérselos al Estado tunecino, si el nuevo gobierno muestra un comportamiento decente.

En América Latina las cosas no son mejores. Un estudio de la Agencia de los Estados Unidos para el desarrollo internacional estableció que entre 2004 y 2009, la corrupción mostró en los países de la región una tendencia expansionista. Según la percepción de la opinión publica, durante ese período el nivel de corrupción en ciertos países se mantuvo estable, mientras que en otros el flagelo se extendido y en algunos mostró un carácter sistémico. Lo grave es que allí nadie se salva, porque del evento corrupto participan tanto los actores del sector público como los del sector privado. Esto hace que la corrupción se convierta en un factor “sumamente negativo para la estabilidad de las instituciones democráticas”, que “puede erosionar el estado de derecho”, debilitar “el crecimiento económico” y frenar “la competitividad”.

Según la percepción de los ciudadanos de la región, los países más corruptos son en su orden: Nicaragua, Paraguay, Honduras, Ecuador, Bolivia, Guatemala, Colombia y Venezuela. Algunos de dichos países son, a su vez, los que ostentan los menores índices de competitividad, los mayores niveles de fragilidad institucional y los más grandes índices de inseguridad ciudadana. Del otro costado se encuentran Chile, Costa Rica, México y Brasil.

En el caso de Colombia, la Organización Transparencia por Colombia, que analizó en el 2005 los índices de transparencia en 252 municipios concluyó que “el 53.4% de los municipios participantes registró niveles bajos y muy bajos de transparencia, mientras que el 46.58% alcanzó un nivel medio y ninguno de los municipios participantes […] se ubicó en el nivel alto de transparencia”. En octubre de 2010 la emisora Caracol informó que un estudio conjunto de la Universidad de Chile y Transparencia por Colombia estableció que en los 29 casos emblemáticos de corrupción de dicho país entre 2002 y 2008, estaban involucrados miembros de los “sectores público y privado”.

Lo anterior hecha por tierra la teoría neoliberal, que predica que los índices de corrupción tenderán a bajar en la medida en que se le permita al sector privado una mayor participación en la gestión pública. Siendo objetivos hay que reconocer que del leviatán de la corrupción no nos protege ni la izquierda ni la derecha. La prueba es Bogotá. En esta ciudad los ciudadanos, que optaron por sancionar a los malos gobernantes con el voto-castigo, terminaron eligiendo consecutivamente dos gobiernos de izquierda, esperanzados en una gestión transparente de lo público.

Lo desmoralizante es que un alcalde y su hermano senador, que pertenecen a un partido de izquierda, que se ganó el respeto de los capitalinos por haber librado los más grandes debates contra la corrupción durante el gobierno Uribe, se encuentren hoy en el ojo del huracán. A los dos se les acusa supuestamente de haber privilegiado a grupo de empresarios de la construcción, que han terminado ganándose todas las licitaciones para construir las obras públicas contratadas por el municipio. Tan grave es el asunto, que el Procurador general de la Nación de Colombia “citó a audiencia pública al Senador Néstor Iván Moreno Rojas” dentro de un proceso en el que le “formuló cargos por concusión”.http://www.procuraduria.gov.co/html/noticias_2011/noticias_197.html

Parece que tanto en Mascuch como en Bogotá, los Alcaldes tienes sus preferidos en el área de la construcción. En Bogotá los medios hablan de los empresarios Emilio Tapia y Julio Gómez. De Mascuch, los periodistas dicen que el preferido del alcalde es un tal Normand Trudel. En Bogotá se rumora que para conseguir el otorgamiento de un contrato hay que darle el 6% al hermano del alcalde. Sobre Mascuch, los reporteros d’Enquête, citando el informe de un ente gubernamental, sostienen que allí se da por hecho que aquellos empresario de la construcción, que quieran obtener un contrato en dicho municipio, “deben pagar el 5% a la caja secreta del partido del alcalde”.

En octubre de 2010 el periodista Ignacio Ramonet, en una crónica periodística, intitulada “La corrupción de la democracia”, que tiene visos de ensayo, nos ofrece un completo inventario de los asombrosos niveles de corrupción, que se han registrado en Europa en el último decenio. Apoyado en las reflexiones del escritor José-Vidal-Beneyto, Ramonet sostiene que en el seno de la democracia la corrupción se produce cuando “las principales fuerzas políticas, en plena armonía mafiosa, se ponen de acuerdo para timar a los ciudadanos”. Dentro de esa lógica el auge de la corrupción “produce –según Ramonet- un descrédito de la democracia, una repulsa de la política, un aumento de la abstención”, que induce un comportamiento social aun “más peligroso”: la “subida de la extrema derecha” y de la izquierda radical –agrego yo-, tal como sucedió en Venezuela, Nicaragua y Bolivia.

Aunque comparto en gran parte esa apreciación de Ramonet, me resulta de mayor valor su conclusión sobre el affaire de Liliane Bettencourt y el partido de gobierno francés. Para él la corrupción, en el caso de Francia, “está reactivando el viejo litigio entre las elites y el pueblo común”. Dentro de ese contexto resulta reveladora la frase del filósofo Marcel Gauchet, que Ramonet cita para ilustrar mejor su punto de vista. Según el filosofo el clima social “se halla hoy impregnado de revuelta latente y de un sentimiento de distancia radical hacia los dirigentes”.

Nada mejor para ilustrar este punto que la agresión de la que fue victima Silvio Berlusconi, en Milan el 12 de diciembre de 2009. Ese día Massimo Tartaglia le lanzó a la cara “un objeto contundente”, que le arrancó varios dientes. Como bien lo señala Ramonet, Berlusconi ha instaurado una atmósfera de corrupción en Italia, que no se veía desde la “operación mane pulite que decapitó a gran parte de la clase política”. El comportamiento de Berlusconi en el manejo de lo público ha despertado la cólera de un sector amplio de la sociedad Italiana.

Otro ejemplo lo constituye el caso de Leyda Delgado, una señora de Barranquilla, Colombia, que le lanzó uno de sus zapatos al precandidato presidencial Andrés Felipe Arias, indignada por los escándalos de corrupción, en los que éste se vio envuelto cuando presidió el Ministerio de agricultura.  

Personalmente no creo que el conjuro contra el leviatán de la corrupción lo tenga la izquierda. Tampoco le creo a aquellos puristas, agitadores de derecha, que sostienen que los mejor equipados para luchar contra ese íncubo son los conservadores, porque son generalmente ricos, de buena familia y están imbuidos de fuertes valores religiosos. Para mí dicho demonio sólo puede mantenerlo a raya la labor de la prensa independiente: la prueba es l’Émission Enquête y la vigilancia permanente e implacable de una ciudadanía activa y organizada.

Tiene que ser así, porque lo que el corrupto se roba es producido con el sudor de nuestra frente.

 

Enoin Humanez Blanquicett

Montreal 19 de febrero 2011

Un fragmento de esta crónica fue publicado en la revista electrónica multilingüe Urbana-Legio, que se edita en Montreal.

2 comentarios

diana gil garcia -

que lástima que los grandes como tú no puedan vivir y menos hablar en este país.

MARIA ANDREA -

EN TODOS LOS ESTADOS HAY CORRUPCION EN UNOS MAS QUE EN OTROS, COLOMBIA ES UNO DE LOS PAISES MAS CORRUPTOS QUE ENCONTRAMOS, HAN LLEGADO AL COLMO DE LA CORRUPCION QUE QUITAN LOS BIENES Y DINEROS DE LOS NARCOS Y ESTOS RESULTAN PERDIENDOSE EN LOS BOLSILLOS DE LOS MISMOS JUSTICIEROS