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Crónica

Asesinato del profesor Alejandro Peñata López: ¡una muerte que me duele!

Asesinato del profesor Alejandro Peñata López: ¡una muerte que me duele!


 

El pasado 21 de junio, cuando revisaba los titulares de la prensa regional de la Costa Norte de Colombia, en la cual casi nunca me detengo, encontré una noticia que me revolvió el espíritu. La víspera en el corregimiento de Campanito, localizado entre los municipios de San Pelayo y Cotorra, “había sido ahorcado con alambre de púas, por personas desconocidas”, el docente Alejandro Peñata López. El asesinato de Alejandro Peñata López me conmociona por dos razones. En primera instancia, porque Alejandro Peñata López fue mi condiscípulo en la carrera de Ciencias Sociales, la cual cursamos juntos hasta el séptimo semestre. En segundo lugar, su asesinato me conmueve porque denota un grado de salvajismo y falta de humanidad, del que no se tenía antecedentes en la historia de la criminalidad a sueldo –y selectiva- en el departamento de Córdoba.


Hasta mediado de los años ochenta el departamento de Córdoba fue una tierra bastante tranquila, donde la noticia de un asesinato generaba conmoción social durante varias semanas. Todavía me acuerdo, como si fuera ayer, del revuelo causado por un tiroteo –quizá el primero- cometido, a mediados del año 1986, por sicarios de la moto en pleno centro de Montería. En esa época yo trabajaba cuidando carros, los fines de semana, en la discoteca Video Estudio 54, que quedaba en la 29 con carrera tercera. Un sábado, cuando iba para la discoteca, escuché varios tiros a la altura de la calle 34 con primera. Como en ese tiempo hacer tiros al aire era un deporte favorito de ciertos borrachos de clase alta, no le puse mucha atención al asunto. A las ocho y media de la noche, cuando los primeros clientes de la discoteca empezaron a llegar, nos enteramos que desconocidos había matado, a tiros, en la entrada de su negocio, a un comerciante antioqueño, que hacía poco había abierto un comercio en la ciudad. El lunes, el periodista William Bendeck Olivella dijo en su noticiero de las seis de la mañana, en La Voz de Montería, que el comandante de la policía había dicho que se presumía que el crimen obedecía “a móviles ligados a venganzas personales” y para esclarecer los hechos prometía “una investigación exhaustiva”. Sin embargo, todo quedó allí y el polvo del tiempo sepultó el asunto.

 

Tres años más tarde, el 13 de octubre de 1989, dos hombres armados llegaron hasta la puerta de la casa del periodista William Bendeck Olivella y le dispararon en varias oportunidades. En la insalubre calle del mercado publicó: la célebre 36, los jugadores de dominó comentaban, en sus partidas cotidianas a la caída del sol, que a Bendeck Olivella lo mataron por ser “un tipo lengua larga, que hablaba mucha mierda sobre los políticos”. Una vez, en una parranda, le escuché decir a alguien muy bien posicionado socialmente en Montería, que a Bendeck Olivella no lo habían matado “por hablar mucha mierda sobre los políticos, si no porque él había trabajado para el régimen de Anastacio Somoza y los sandinistas había decidido ir a Montería a ajustarle las cuentas”. Pero la cosa no paso a mayores, por eso  todo quedó allí y el polvo del tiempo sepultó el asunto. 

 

Un año antes de la muerte de Bendeck Olivella, el 11 de noviembre de 1988, había sido asesinado Oswaldo Regino Pérez, corresponsal del diario El Universal en Montería. El rumor que corrió por la época fue que a Regino Pérez lo habían baleado por “haber cubierto unas masacres de campesinos y casos de violencia perpetrados por grupos, que se dedicaban al negocio de la droga”. Sin embargo en las calles de la ciudad corrió otro rumor. En baja voz la gente decía que a Oswaldo Regino Pérez lo mataron por ser “un marxista, que leía a Lenin, escuchaba música de Mercedes Sosa, Facundo Cabral y Pablo Milanés, además de colaborar con la guerrilla”. En ese tiempo ya había cogido vuelo en Córdoba la teoría que sostiene “que matar comunistas es lícito, porque se salva a la patria de las garras del demonio y se le hace un favor al pueblo, protegiendo sus buenas tradiciones”. Nadie se preocupó de esclarecer los hechos y por eso todo quedó allí y el polvo del tiempo sepultó el asunto.

 

Amparados por la zozobra masiva que genera el terror y la confianza que produce en el criminal la impunidad, el temido grupoLos Magníficos” hacía circula de tiempo en tiempo un volante tenebroso titulado “OJO POR OJO”. Esa chapola macabra anunciaba, sin tapujos, como si se tratase de las presentaciones futuras de una banda pelayera o de un grupo de gaiteros sabaneros, las acciones criminales que dicho grupo proyectaba realizar en el corto plazo. Fue así como circuló, de mano en mano, en abril de 1988, la víspera del sepelio del profesor Duque Perea, un ejemplar de dicho volante, en el que se le anunciaba, sin ambages, “a los distinguidos camaradas Alejandro Cortés y Geminiano Pérez”, que los visitarían “para felicitarlos por haber sido designados integrantes de la Junta Nacional de la “Unión Patriótica”. Meses más tarde atentaron, en su casa, en Cereté, a plena luz del día, contra el profesor Geminiano Pérez. La gente se escandalizó con el hecho, pero finalmente todo quedó allí y el polvo del tiempo sepultó el asunto.

 

Sin embargo cuando las muertes de los periodistas Regino y Bendeck se produjeron, ya la tradicional calma –o al menos la aparente calma- del departamento de Córdoba había desaparecido, pues en Montería se habían hecho estallar dos bombas: una en la sede política de Camilo Jiménez Villalba y otra en la sede del candidato del Partido Conservador. El hallazgo de muertos, generalmente decapitados o ejecutados, con un tiro de gracia, en las carreteras principales y marginales era un asunto frecuente. Dichas acciones eran los coletazos –menores, si se puede decir- de una ola de violencia bien articulada, que recorría –y hacía correr la sangre por doquier- en el territorio cordobés, la cual se escenificaba ante la mirada impotente –digámoslo de ese modo, para no decir negligente- de las autoridades y la actitud aterrorizada de la ciudadanía.

 

Los actos de terror colectivo contra la población cordobesa habían comenzado el tres de abril de 1988. Ese día, en el caserío de La Mejor Esquina, Los Magníficos interrumpieron el fandango ritual del sábado de gloria y acribillaron, a balazos, a 27 campesinos, incluyendo varios menores. Las circunstancias que rodearan el ataque nunca se esclarecieron, todo quedó en rumores y el polvo del tiempo sepultó el asunto.

 

Luego vinieron otras masacres como la de El Rincón de las Viejas, un caserío paupérrimo y bucólico, que queda entre Pueblo Bujo o Chifla’ó y Loma Verde. Esta masacre nadie la recuerda hoy, ni tiene dolientes porque no se mencionó en los periódicos nacionales y los muertos de El Rincón de las Viejas fueron los muertos de un pueblo, cuyo nombre sólo puede hacer parte de una toponimia digna de la geografía del absurdo y la jocosidad. Lo único que puedo decir es que la masacre de El Rincón de las Viejas fue antes que la masacre del caserío de El Tomate, perpetrada el 30 de agosto de 1988, donde “murieron 16 campesinos, entre ellos un niño de 3 años, calcinado en su propia residencia, incendiada por los forajidos”. Al igual que la Masacre de El Tomate, la masacre de El Rincón de las Viejas “quedó impune”, pues “nadie investigó lo sucedido” y el polvo del tiempo sepultó el asunto.

 

Después de esas tres masacres, que no fueron las únicas, y de una silenciosa campaña de limpidaza social y de desaparición de jóvenes en los caseríos ribereños del alto Sinú, la gente, sobre todos los muchachos, fue perdiendo la costumbre atávica de ir a pasar Semana Santa y fin de año al Monte –así se le dice en Córdoba a la región rural-, porque, (particularmente en el alto Sinú), circular en la región rural sin la compañía de un lugareño se volvió un acto osado, que se pagaba generalmente con la vida.

 

Uno de mis compañeros de universidad me cotaba que un p rimo suyo, que era aficionado a la casería de canarios, se fue una vez a capturar sus pájaros por la vía a Tierralta. Cuando se encontraba en las inmediaciones de una finca cercana a San Anterito, montando sus trampas, fue rodeado por un grupo de hombres fuertemente armados, que lo golpearon sin piedad. Después de propinarle su golpiza, el jefe del grupo, antes de partir con su pelotón, le encomendó al  miembro más joven del escuadrón que lo matara y lo enterrara. El hombre puso al muchacho a cavar su propia tumba y mientra este cavaba el hoyo donde iba a ser enterrado, el hombre al verlo llorar inconsolablemente comenzó a hacerle preguntas, porque él también era aficionado a la captura de canarios cuando adolescente. En la conversación salió a relucir el nombre de un conocido de los dos que compraba canarios en Montería. Gracias a esa coincidencia el muchacho se salvó. Historias de altercados con grupos armados en las veredas cercanas a Montería les escuché contar a muchos muchachos de los barrios populares de esa ciudad, que tenían el hábito de ir a recoger leña o excremento de ganado, para vender entre sus vecinos.   

 

Los profesores de Córdoba en la mira de los gatilleros

 

No puedo señalar con precisión cuando asesinaron al primer profesor en el departamento de Córdoba, ni quien fue la victima. Desafortunadamente el magisterio cordobés no ha elaborado, ni el colombiano tampoco, una reseña de cada caso, que nos permita conocer los nombres de las victimas, la fecha de los asesinatos y el resultado de las investigaciones judiciales de manera expeditan, como medianamente lo han hecho los periodistas. Si lo han hecho, dicho documento no se encuentra en línea. Ante la ausencia de un documento de tal catadura, que sería de gran ayuda para aquellos que intentemos aproximarnos al fenómeno del exterminio del magisterio en Córdoba, desde la perspectiva histórica o desde la crónica periodística, tendré que aventurarme en los laberintos de mi memoria, para evocar ciertos hechos que considero significativos.

 

La primera vez que tuve noticias de un atentado contra un profesor fue en el año 1987, cuando estaba en séptimo grado. Ese año, sin ninguna explicación desapareció de la Normal de varones Guillermo Valencia el profesor José María Durango, un profesor bastante dinámico y carismático, que me dictaba historia. Un día alguien, que estaba mejor informado que los demás, comentó que la ausencia del profesor Durango se debía a que habían intentado matarlo. El profesor Durango había llegado a remplazar al profesor Horacio Garnica Díaz, que había tenido que dejar la ciudad meses antes, porque lo habían amenazado de muerte. Sin embargo, el primer asesinato de profesor ampliamente comentado en los medios, que generó gran movilización del sector profesoral fue el del profesor Alfonso Cujavante Acevedo, el 15 de marzo de 1988. A éste se le sumaron después los asesinatos de los profesores Rafael Duque Perea y Orlando Manuel Colón Hernández.

 

La víspera del sepelio de los profesores Duque Perea y Colón Hernández circuló una edición del susodicho pasquín “OJO POR OJO”, en la que se anunciaba, de manera escueta que:

El pasado 15 de marzo fue ajusticiado ALFONSO CUJAVANTE. Ahora les tocó el turno a RAFAEL DUQUE PEREA y ORLANDO MANUEL COLÓN HERNÁNDEZ. [...] Fueron ajusticiados porque como militantes del movimiento “Frente Popular” aprovecharon su máscara de educadores para concientizar a la juventud, para engañarla y hacer apología al comunismo. [...] Sus camaradas hablan de ellos como “ilustres educadores” porque servían de títeres al partido y lo cierto es que además eran una escoria, con malos ejemplos para la juventud y la sociedad monteriana. [...] Muchos son los que están en la lista; pero también hay muchos que no están pero que podrían ser ajusticiados en masa, si asisten al sepelio de Rafael Duque Perea y Orlando Manuel Colón Hernández.

 

Después de la circulación de ese pasquín se volvió común en Córdoba el asesinato y la amenaza a profesores. Con ocasión del asesinato de Alejandro Peñata, el diario El Heraldo (25/6/2011) rememoró un hecho que en 1988 se comentó en baja voz, pero que no pasó a mayores. En el municipio de Valencia, “en un hecho sin precedentes en Córdoba y el país, 200 profesores abandonaron sus plazas [...], por la presión armada de grupos de ultraderecha”. Pero eso no era todo, algunos profesores de ciencias sociales, que trabajaban en los colegios del Alto Sinú, particularmente en el municipio de Valencia, manifestaban –en baja vos- que en esa región, el pensum de dicha materia se determinaba en la celebérrima hacienda Las Tangas, de los epónimos hermanos Castaño Gil

 

En los últimos 20 años, en Córdoba, la amenaza y la matanza de docentes ha sido un hecho continuo y sostenido en el tiempo. Y no hay esperanza de que las cosas cambien. Según directivos del sindicato de profesores, desde diciembre de 2008 hasta la fecha, 20 docente han sido asesinados en el territorio departamental. Lo interesante de todo esto –por utilizar un adjetivo calificativo neutro- es que el comandante de la policía departamental, afirme; así lo informó Radio Caracol (junio 21 de 2011), “que estas personas no han sido asesinadas por su calidad de maestros” y por eso “no se puede afirmar que se trate de una acción de exterminio contra los profesores”. Por su parte Aurelio Ordóñez, segundo comandante de la policía en Córdoba y oficial responsable de la parte operativa, sostiene que los asesinatos de los profesores en el departamento “son hechos que se presentan por situaciones personales”. En su opinión “cada caso es materia de investigación por parte de los organismos de seguridad del Estado”. Lo curioso es que las investigaciones policiales nunca den frutos. De allí que no sepamos –a ciencia cierta- si a los maestros los están matando por líos de faldas, por robo de ganado mayor, por deudas que no han pagado a los tenderos de barrios, por haberse atrevido a develar la ubicaci ón exacta de las calderas de Piero Botero[i], o bien para facilitar el nombramiento de un nuevo docente en el cargo del difunto o simplemente porque le pusieron mala nota al hijo del ciudadano gatillo fácil del pueblo, que no acepta las malas notas para su retoñito.

 

Por causa de la matanza –permanente y sostenida- de profesores en Córdoba, todo aquel que haya asistido a los planteles de secundaria públicos en dicho departamento, después del final de los años ochenta, debe tener la sensación de que recibió clases o se cruzó alguna vez, en algún pasillo, con un profesor que luego fue abatido a valazos por un sicario. Matar profesores en Córdoba se ha convertido en una cosa tan común, que a veces tengo la impresión que es una afición similar a la casería de pisingos y otros patos ciénagueros, actividad que fuera el pasatiempo preferido del Mono Mancuso, en los meses de enero, febrero y marzo en las ciénagas de la región.

 

“Maestro: profesión peligro en Córdoba”

 

Tienen toda la razón los redactores de El Heraldo cuando afirman que la de “Maestro” es en Córdoba una “profesión peligro”. Según el diario El Universal (22 junio de 2011) “la ola de violencia que atraviesa el Departamento de Córdoba [...] está afectando directamente al gremio docente”, pues éste es “uno de los más azotados por asesinatos, extorsiones, fleteos y todo tipo de actos delictivos en los últimos años”. Por su parte El Heraldo resalta que en marzo del presente año las “autoridades gubernamentales revelaron que alrededor de 70 maestros en Córdoba estaban siendo víctimas de algún tipo de extorsión o amenazas”. Según dicho diario, “el 13 de octubre de 2010 se hizo pública la amenaza colectiva contra los 12 profesores que laboraban en la escuela del corregimiento Los Córdobas, Montelíbano”, que “encontraron en los pizarrones mensajes intimidatorios de una de las bandas criminales” que operan en la región, lo cual motivó la dimisión automática del personal docente del plantel.

 

Según Zenen Niño, presidente de FECODE, el departamento de Córdoba es el más afectado “por la ola de violencia contra los docentes en diferentes regiones de Colombia”. Lo que más desconcerta de todo esto es que la aguda situación de seguridad por la que hoy atraviesa el magisterio cordobés sea ampliamente conocida por las autoridades educativas a nivel nacional y que el Estado –en todos los niveles- no haga mucho para superarla. En el website de El Ministerio de educación de Colombia (mineducacion) aparece colgado un reporte de prensa del diario El Heraldo de Barranquilla, fechado 25 de Septiembre de 2010, que a la sazón dice:  “En lo que va corrido de este año han sido amenazados en Córdoba un total de 66 educadores”. De acuerdo con dicho reporte, el mayor número de agresiones “se presentan en la subregión del San Jorge que la conforman los municipios de Ayapel, La Apartada, Montelíbano y Puerto Libertador”. Según dicha nota, los autores de las amenazas “se identifican como miembros de las bandas criminales al servicio del narcotráfico”.  

 

La inseguridad crónica que padece el departamento de Córdoba acabó con la vida del joven educador Alejandro Peñata López. El salvajismo que los criminales pusieron en escena es repugnante y debe ser condenado  -sin tapujos y de frente- por toda persona civilizada y mentalmente sana. La ciudadanía cordobesa, otrora pacifica y respetuosa de la vida, debe entender, como bien lo señala Héctor Abad Faciolince en su columna de El Espectador (elespectador), que “Hay una sola cosa peor que matar, y es dejarse matar”. Por eso todo aquel cordobés, que se considere persona de bien, debe pedir la ayuda de la “parte sana y valiente del Estado y de la autoridad”, para que ésta, haciendo “un uso legítimo de la fuerza”, enfrente a “la mano negra de la mafia” y de la criminalidad política, con la “mano limpia de la verdad y la justicia”, que es la única que puede garantizar una paz y cohesión social durables.

 

A Alejandro lo voy a recordar siempre como un chico juicioso y pacifico, que trató de tener el menor número posible de problemas en la vida. Gracias a su apariencia física, en la que sobresalían “rasgos masculinos” bien marcados: “quijada grande, cejas prominentes, voz gruesa y pelo en pecho”, siempre fue el preferido de las compañeras de clase, que lo apreciaban también porque era un hombre respetuoso, colaborador y agradable. Frente a su muerte no me queda más que decir que "Un país que asesina a sus maestros es un país que asesina la democracia, es un país que asesina su futuro".

 

Eso no lo digo yo. Lo dijo Álvaro Uribe Velez, el 23 de octubre de 2002, en la clausura del foro educativo "Evaluar es valorar". Lo doloroso es que durante sus ocho años de gobierno, en los que se exhaló sin descaso el mantra de “La seguridad democratica”, no se hizo mucho por aumentar la seguridad de los educadores, pues un reporte de Radio RCN (rcnradio), difundido el 28 de marzo de 2011 nos informa que “Más de 4 mil profesores están amenazados en el país por las Bacrim”.


Nota: cuando terminaba la redacción de esta crónica, una banda de sicario acribillaba a balazos en la ciudad de Guatemala, en la vía al aeropuerto, a Facundo Cabral, un cantor que me incitó a ser irreverente a través del discurso. Yo que me he salvado –por poco- de correr una suerte similar a la de él y a la de Alejandro, deseo paz en sus tumbas y a sus deudos solo me queda acompañarlos en su dolor.



[i] No hay un origen claro para la expresión «Las calderas de Pedro Botero». Pedro Botero es uno de los nombres que varios literatos, en el siglo de Oro español, dieron al Demonio en varias obras literarias. También lo llamaron Pero Gotero, Pedro Botello o Piero Botero. De allí la expresión “Las calderas de Pedro Botero”, que hace referencia a un infierno flamígero, físico y real.

La corrupción: un demonio que ataca aquí, allá y acullá

La corrupción: un demonio que ataca aquí, allá y acullá

El periodista Alain Gravel, director del programa de televisión Enquête, le pregunta delante de cámaras al Alcalde de Mascuch, Richard Marcotte, si es verdad que viajó a Suiza en noviembre pasado con gastos pagados por la compañía inmobiliaria 6610048 Canada Inc. Según las investigaciones del equipo de Gravel, la compañía 6610048 Canada Inc, se ha enriquecido durante el mandato del alcalde Marcotte, comprando a precio de huevo –como dirían los campesinos del Sinú- varios terrenos de la municipalidad, que luego ha vendido a precio de ganado gordo. Enojado, el alcalde se rehúsa a responder la pregunta aduciendo que el asunto hace parte de su vida privada.

El reportaje de Enquête hace parte de una serie de reportajes sobre la corrupción a nivel municipal en la provincia de Québec, que el periodista Gravel ha venido difundiendo en el último año. Del escrutinio que realiza su programa, que se emite todos los jueves a las ocho de la noche, no se ha escapado nadie. Gracias al olfato de sabueso de sus reporteros, este programa ha abierto el debate sobre los lazos estrechos entre el crimen organizado, eso que vulgarmente se conoce bajo el nombre de mafia, y los empresarios de la construcción.

Los periodistas han ido debelando, prueba en mano, los nexos que hay en varias municipalidades quebequenses entre políticos locales, syndicats du crime organisé y ciertos empresarios, que se han hecho con los contratos más jugosos del sector público en los últimos años. Gracias al espíritu incisivo de los periodistas, la opinión pública se ha enterado que la gestión de la cosa pública no es muy transparente en Mascouche, Terrebonne, Saint-Jérôme, Laval y Montréal.

La desconfianza de los quebequenses en la honestidad de los gobernantes locales aumentó, después que el magazín anglófono Maclean’s afirmara que Québec es la provincia más corrupta de Canadá. Según el analista Denis Lessard, del periódico La Presse, en diciembre pasado 75% de los quebequenses consideraban que los mandatarios locales están cometiendo o han cometido actos de corrupción en el manejo de la cosa pública. Y las investigaciones policiales comienzan a darles la razón.

A comienzos de febrero Denis Morin, jefe de la unidad especial contra la corrupción de la Seguridad de Québec, reportó a los medios la detención de la anterior alcaldesa de Boisbriand, Sylvie St-Jean. En la misma operación fueron detenidos los dirigentes de una firma de ingenieros. Según el jefe de la unidad anticorrupción, hay fuertes indicios que muestran que estas personas complotaron para crear un cartel de la contratación, cuyo objetivo principal era hacerse con la mayoría de los contratos municipales en el campo de las obras públicas. 

Los reporteros de l’Émission Enquête no se han limitado sólo a debelar los posibles favorecimientos de ciertos alcaldes a empresarios de la construcción y del sector inmobiliario, que han resultado ser además muy cercanos a sus partidos políticos. Uno de los mayores hits –para ponerlo en términos beisboleros-, que se han anotado en los últimos tiempos Alain Gravel y su equipo periodístico consistió en debelar la conexión estrecha, que había entre los altos dirigentes de un sindicato de trabajadores del sector de la construcción y empresarios del sector inmobiliario, vinculados con la pègre (mafia). 

Lo interesante en todo esto es que el ojo avizor de los periodistas está resultando más hábil para detectar la corrupción, que los filtros de los organismos judiciales y de control estatal. Estos organismos, al igual que los dirigentes de los partidos de oposición, en todos los niveles gubernamentales, sólo han reaccionado cuando los periodistas han puesto sobre la mesa un montón de pruebas, que si bien en muchos casos no son irrefutables, si muestran que algo raro está pasando.

Un vistazo a las noticias internacionales nos muestra que el demonio de la corrupción acosa los recursos públicos, en todas las esquinas del mundo. Pero las mismas noticias, tanto aquí, como allá y acullá, comienzan a dar cuenta del cansancio de los ciudadanos frente a la privatización obscena, que hacen de los recursos públicos los gobiernos corruptos. La prueba más elocuente podría ser el Medio Oriente. Según CNN, La Red Árabe por los Derechos Humanos considera que la cólera popular contra los cuasi-vitalicios presidentes de Tunes y Egipto, tuvo su origen en el cansancio generado entre los ciudadanos por los altos niveles de corrupción y de violencia policial.

La cólera de los tunecinos contra los miembros del régimen caído es tal, que la comunidad tunecina de Canadá le está pidiendo al gobierno canadiense que congele las cuentas y bloqué cualquier transacción sobre las propiedades de los allegados al presidente Ben-Alí. El propósito es de expropiar esos haberes y devolvérselos al Estado tunecino, si el nuevo gobierno muestra un comportamiento decente.

En América Latina las cosas no son mejores. Un estudio de la Agencia de los Estados Unidos para el desarrollo internacional estableció que entre 2004 y 2009, la corrupción mostró en los países de la región una tendencia expansionista. Según la percepción de la opinión publica, durante ese período el nivel de corrupción en ciertos países se mantuvo estable, mientras que en otros el flagelo se extendido y en algunos mostró un carácter sistémico. Lo grave es que allí nadie se salva, porque del evento corrupto participan tanto los actores del sector público como los del sector privado. Esto hace que la corrupción se convierta en un factor “sumamente negativo para la estabilidad de las instituciones democráticas”, que “puede erosionar el estado de derecho”, debilitar “el crecimiento económico” y frenar “la competitividad”.

Según la percepción de los ciudadanos de la región, los países más corruptos son en su orden: Nicaragua, Paraguay, Honduras, Ecuador, Bolivia, Guatemala, Colombia y Venezuela. Algunos de dichos países son, a su vez, los que ostentan los menores índices de competitividad, los mayores niveles de fragilidad institucional y los más grandes índices de inseguridad ciudadana. Del otro costado se encuentran Chile, Costa Rica, México y Brasil.

En el caso de Colombia, la Organización Transparencia por Colombia, que analizó en el 2005 los índices de transparencia en 252 municipios concluyó que “el 53.4% de los municipios participantes registró niveles bajos y muy bajos de transparencia, mientras que el 46.58% alcanzó un nivel medio y ninguno de los municipios participantes […] se ubicó en el nivel alto de transparencia”. En octubre de 2010 la emisora Caracol informó que un estudio conjunto de la Universidad de Chile y Transparencia por Colombia estableció que en los 29 casos emblemáticos de corrupción de dicho país entre 2002 y 2008, estaban involucrados miembros de los “sectores público y privado”.

Lo anterior hecha por tierra la teoría neoliberal, que predica que los índices de corrupción tenderán a bajar en la medida en que se le permita al sector privado una mayor participación en la gestión pública. Siendo objetivos hay que reconocer que del leviatán de la corrupción no nos protege ni la izquierda ni la derecha. La prueba es Bogotá. En esta ciudad los ciudadanos, que optaron por sancionar a los malos gobernantes con el voto-castigo, terminaron eligiendo consecutivamente dos gobiernos de izquierda, esperanzados en una gestión transparente de lo público.

Lo desmoralizante es que un alcalde y su hermano senador, que pertenecen a un partido de izquierda, que se ganó el respeto de los capitalinos por haber librado los más grandes debates contra la corrupción durante el gobierno Uribe, se encuentren hoy en el ojo del huracán. A los dos se les acusa supuestamente de haber privilegiado a grupo de empresarios de la construcción, que han terminado ganándose todas las licitaciones para construir las obras públicas contratadas por el municipio. Tan grave es el asunto, que el Procurador general de la Nación de Colombia “citó a audiencia pública al Senador Néstor Iván Moreno Rojas” dentro de un proceso en el que le “formuló cargos por concusión”.http://www.procuraduria.gov.co/html/noticias_2011/noticias_197.html

Parece que tanto en Mascuch como en Bogotá, los Alcaldes tienes sus preferidos en el área de la construcción. En Bogotá los medios hablan de los empresarios Emilio Tapia y Julio Gómez. De Mascuch, los periodistas dicen que el preferido del alcalde es un tal Normand Trudel. En Bogotá se rumora que para conseguir el otorgamiento de un contrato hay que darle el 6% al hermano del alcalde. Sobre Mascuch, los reporteros d’Enquête, citando el informe de un ente gubernamental, sostienen que allí se da por hecho que aquellos empresario de la construcción, que quieran obtener un contrato en dicho municipio, “deben pagar el 5% a la caja secreta del partido del alcalde”.

En octubre de 2010 el periodista Ignacio Ramonet, en una crónica periodística, intitulada “La corrupción de la democracia”, que tiene visos de ensayo, nos ofrece un completo inventario de los asombrosos niveles de corrupción, que se han registrado en Europa en el último decenio. Apoyado en las reflexiones del escritor José-Vidal-Beneyto, Ramonet sostiene que en el seno de la democracia la corrupción se produce cuando “las principales fuerzas políticas, en plena armonía mafiosa, se ponen de acuerdo para timar a los ciudadanos”. Dentro de esa lógica el auge de la corrupción “produce –según Ramonet- un descrédito de la democracia, una repulsa de la política, un aumento de la abstención”, que induce un comportamiento social aun “más peligroso”: la “subida de la extrema derecha” y de la izquierda radical –agrego yo-, tal como sucedió en Venezuela, Nicaragua y Bolivia.

Aunque comparto en gran parte esa apreciación de Ramonet, me resulta de mayor valor su conclusión sobre el affaire de Liliane Bettencourt y el partido de gobierno francés. Para él la corrupción, en el caso de Francia, “está reactivando el viejo litigio entre las elites y el pueblo común”. Dentro de ese contexto resulta reveladora la frase del filósofo Marcel Gauchet, que Ramonet cita para ilustrar mejor su punto de vista. Según el filosofo el clima social “se halla hoy impregnado de revuelta latente y de un sentimiento de distancia radical hacia los dirigentes”.

Nada mejor para ilustrar este punto que la agresión de la que fue victima Silvio Berlusconi, en Milan el 12 de diciembre de 2009. Ese día Massimo Tartaglia le lanzó a la cara “un objeto contundente”, que le arrancó varios dientes. Como bien lo señala Ramonet, Berlusconi ha instaurado una atmósfera de corrupción en Italia, que no se veía desde la “operación mane pulite que decapitó a gran parte de la clase política”. El comportamiento de Berlusconi en el manejo de lo público ha despertado la cólera de un sector amplio de la sociedad Italiana.

Otro ejemplo lo constituye el caso de Leyda Delgado, una señora de Barranquilla, Colombia, que le lanzó uno de sus zapatos al precandidato presidencial Andrés Felipe Arias, indignada por los escándalos de corrupción, en los que éste se vio envuelto cuando presidió el Ministerio de agricultura.  

Personalmente no creo que el conjuro contra el leviatán de la corrupción lo tenga la izquierda. Tampoco le creo a aquellos puristas, agitadores de derecha, que sostienen que los mejor equipados para luchar contra ese íncubo son los conservadores, porque son generalmente ricos, de buena familia y están imbuidos de fuertes valores religiosos. Para mí dicho demonio sólo puede mantenerlo a raya la labor de la prensa independiente: la prueba es l’Émission Enquête y la vigilancia permanente e implacable de una ciudadanía activa y organizada.

Tiene que ser así, porque lo que el corrupto se roba es producido con el sudor de nuestra frente.

 

Enoin Humanez Blanquicett

Montreal 19 de febrero 2011

Un fragmento de esta crónica fue publicado en la revista electrónica multilingüe Urbana-Legio, que se edita en Montreal.

En todas las latitudes el clima “hace de las suyas”

En todas las latitudes el clima “hace de las suyas”

Ante las cámaras de la televisión francesa de radio Canadá, una pareja rolliza de cincuentones rubios de las Islas de la Madeleine muestran los estragos causados a su chalet por la furia de la mar embravecida. El reportero, en un corto paseo que va dejando a la vista las imágenes de los daños, nos informa que las playas de este archipiélago bucólico podrían recular cinco metros este invierno, por causa de la erosión. Para el alcalde de una municipalidad afectada y los meteorólogos los inviernos suaves, particularmente éste que ha sido bastante cálido, son los principales responsables del problema.

Cuando llega el invierno, las bajas temperaturas hacen que el mar se embravezca. Furioso, éste arremete contra la costa. Siempre ha sido así. Lo novedoso es que últimamente en la costa norte canadiense, por causa del calentamiento global, los niveles de frío durante el invierno han disminuido y las aguas dulces del estuario del río San Lorenzo a veces no alcanzan a congelarse. La ausencia de hielo en el estuario deja a las islas expuestas a la furia de las olas. En ausencia del hielo –su escudo durante milenios-, el archipiélago recibe el castigo inclemente del rebenque de Poseidón, la deidad mitológica que gobierna los caprichos del mar. Desguarnecidas de su armadura natural, las islas quedan expuestas durante cinco meses al azote incesante de su látigo. Cada golpe sobre la playa y las paredes de los cantiles, le roba a estas islas un grano de arena fundamental para su existencia.

De seguir las cosas como han sido en este invierno, la erosión arrasará en cinco o diez años la superficie, que se había proyectado que devastaría durante los próximos 25 o 50 años. Lo peor es que no hay solución a la vista. Las autoridades y los científicos dicen que ante la furia del mar y los cambios climáticos que se proyectan, no habrá presupuesto que alcance para detener el progreso de la erosión. Afirman que resulta imposible cubrir con rocas más de 200 kilómetros de costas. Entre los comentaristas de noticias de medios electrónicos hay pesimistas, que profetizan la indiscutible desaparición del archipiélago. Por su parte los optimistas confían en que la ciencia y la tenacidad de sus habitantes le harán frente a la fuerza de la naturaleza y terminaran por salvarlo.

Los inviernos suaves, que alteran la dinámica del estuario del San Lorenzo, no sólo afectan los intereses de la especie humana en este paraje. También amenazan el futuro de las focas. Si dejan de formarse allí los habituales bancos de hielo que siempre se han formado, estos mamíferos marinos dejaran de tener un lugar seguro y confortable para tener sus crías. En consecuencia, la supervivencia de dicha especie comienza a estar en peligro en dicho estuario.

De lo que podría pasar con las focas, este invierno dio el primer campanazo. En las primeras semanas de enero de 2011, habitantes de la costa del Labrador encontraron más de 200 focas muertas entre los caseríos de Hopedale St. Anthony. Algunos científicos atribuyen el hecho a la ausencia de bancos de hielo sobre la costa, lo cual expone a las focas a la cólera de las holas.

Por causa del calentamiento global, ya se avizora otro problema social en la región. Mucha gente en la costa de Québec y Labrador vive de la presencia de las focas en la boca del San Lorenzo. La economía local, que en gran parte depende durante el invierno de la temporada de caza de focas, se verá fuertemente afectada. Si desaparecen las focas no llegaran los turistas cazadores de focas, ni los ambientalistas que se oponen a su caza. Tampoco habrá trabajo para los obreros cazadores de focas, ni para los comerciantes de pieles y carne, ni para los industriales y comerciantes de países lejanos, que se ocupan de procesar y expender en el mercado mundial los productos derivados de la foca.

La furia marina, desatada por los cambios climáticos globales, no solo causa estragos en las Islas de la Madeleine. En Cartagena de Indias, en el Caribe colombiano, los fuertes mares de leva, cuya frecuencia ha aumentado en los últimos tiempos por causa de las corrientes frías, que visitan el caribe con mayor asiduidad, destruyen decenas de kilómetros de playa cada año. La furia marina está poniendo en riesgo la infraestructura vial y residencial de sectores tradicionales de la ciudad, como el Barrio de Crespo, la isla de Tierra Bomba y el sector de Los Alcatraces. En los últimos 15 años, en la isla de Tierra Bomba, las olas se han comido alrededor de 200 metros cuadrados de suelo, han echado por tierra 20 casas, amenazan con tragarse 80 más y han destruido uno de los depósitos de agua potable del caserío.

Al tiempo que da cuenta de los caseríos de pescadores de las islas vecinas y de las playas de la ciudad, la erosión marina se constituye en la principal amenaza para la industria que le ha dado lustre a Cartagena en los últimos 60 años: el turismo. Si se acaban las playas, por muchas ruinas coloniales que haya allí, el interés de los turistas por Cartagena disminuirá.

En Colombia las corrientes frías del Atlántico no sólo impactan con fragor a Cartagena. Un reportaje del diario El Heraldo de Barranquilla, intitulado “La Costa Caribe está siendo borrada por el mar”, nos abre una ventana sobre los embates de Poseidón a lo largo de este litoral nacional. Su furia está poniendo en ascuas no sólo un amplio número de pueblos y ciudades costeras. También amenaza las tierras cultivables, la infraestructura vial y la industria turística, desde la península de la guajira hasta el golfo de Urabá.

El panorama desolador que han ido construyendo los mares de leva de los meses de enero, febrero y marzo, así como los fuertes oleajes que acompañan el paso de los huracanes entre junio y septiembre, se puede ver con lujo de detalles en el “Diagnostico de la erosión en la zona costera del caribe colombiano”, elaborado por Blanca Olivia Posada y William Henao Pineda. Un informe del departamento de Antioquia, sobre el estado de las costas en el Urabá, sostiene que el “Mar Caribe destruye cada año 14 metros de las playas […] en jurisdicción de los municipios de Arboletes, Necoclí y Turbo”.

Los frentes fríos, que llegan durante los inviernos en el norte, y los frentes calidos, que dan origen a los huracanes de mitad de año, han ido cambiando secretamente toda nuestra geografía costera. Tanto las noticias aparecidas en los medios, como los informes científicos consultados y las visitas realizadas a varios balnearios del caribe colombiano, en diferentes departamentos, nos muestran que en Colombia la erosión marina está destruyendo, de manera acelerada, la plataforma continental.

Paradójicamente, mientras los científicos del servicio meteorológico y los responsables del servicio portuario y de guarda costa de la marina nacional, coinciden en atribuir el fenómeno “al aumento de las mareas”, por causa de los frentes fríos generados por el “cambio climático”, los ciudadanos afectados y los medios de prensa costeños coinciden en afirmar que “el Gobierno Nacional” y los gobiernos locales “no responden ante tal emergencia”.

Los problemas generados por el clima no sólo se originan en el mar. También nos caen del cielo. En 2010 y en lo que va de 2011, los aguaceros han sacado de cause a decenas de ríos en Francia, Pakistán, Colombia, Brasil, Venezuela, Ecuador y Australia. En esos países, las inundaciones han dejado varios  millones de dagnificados y centenas de muertos.

En Colombia el Canal del Dique, que une al río Magdalena con la bahía de Cartagena, se salio de madre e inundó medio departamento del Atlántico. Las aguas cubrieron varias ciudades y en algunos de esos lugares sólo quedó visible la torre de la iglesia.

En Brasil, el gobierno tuvo que declarar la emergencia en más de 60 ciudades de cuatro Estados. En Río de Janeiro, donde las lluvias, provocaron masivos aludes de tierras, cerca de 18.000 casas en 117 favelas fueron declaradas en estado de alerta.

En Francia, en las regiones de Provence-Alpes-Côte d’Azur y Córcega, así como en el departamento del Var, durante el 14 y el 15 de junio de 2010, se desgajaron unos aguaceros, que no se habían visto durante los últimos 60 años. Según el servicio meteorológico francés, los aguaceros de esa fecha arrojaron entre 150 y 300 litros de agua por metro cuadrado. En Pakistán, la temporada de monzones de 2010 causó unos aguaceros sin parangón histórico, generando inundaciones que dejaron tres millones de dagnificados.  

A finales de 2010, mientras en Colombia, Brasil y Australia se registraba una temporada de lluvias atípicas, en Europa y Norte America caían fuertes nevadas en regiones caracterizadas por inviernos secos y de escasa precipitación. Al contrario, en las regiones caracterizadas por fuertes nevadas, como Québec y las provincias marítimas de Canadá, se han venido registrando inviernos con escasa precipitación de nieve en los últimos 6 años. El clima está tan descontrolado, que en la última década hemos tenido semanas con temperaturas inferiores a cero en la Florida y nevadas espectaculares en el norte de México, mientra en Montreal el termómetro marca tres grados y la nieve escasea.

En este invierno las fuertes nevadas han impedido que millares de viajeros lleguen a sus destinos dentro del tiempo previsto. El 12 de enero, cuando regresaba de Colombia, los vuelos Bogotá-Boston habían sido cancelados porque el aeropuerto de Boston estaba cerrado por causas de fuertes nevadas. Los vuelos Bogotá-Nueva York estaban en suspenso. Exasperados los pasajeros oraban para que el Todo Poderoso permitiera la partida de sus aviones.

El vuelo Bogota-Atlanta, en el que yo viajaba, estuvo en vilo porque las condiciones meteorológicas en esa ciudad estadounidense no habían sido las mejores en los días anteriores. Cuando llegué allí pude constatar que había llovido literalmente hielo sobre la ciudad. Varios centímetros de cristal espeso cubrían los corredores de algunas de las avenidas vecinas al aeropuerto. En Bogotá mientras esperaba, no sólo hacia votos para que mi vuelo saliera a tiempo. También oraba para que bajara la creciente del río Sinú, que amenazaba con inundar la casa de mis padres en Montería.

Cuando llegué a Montreal encontré un email de mi hermana. Me informaba que en Montería el riesgo de inundación se había disipado. El barrio donde viven mis padres estaba a salvo. En la noche las noticias sobre las Islas de la Madeleine, me hicieron caer en cuenta que los problemas originados por los cambios climáticos en todas partes están tocando a nuestra puerta.

 

Montreal, 26 de enero de 2011.

Un fragmento de esta crónica fue publicado en la revista electrónica multilingüe Urbana-Legio, que se edita en Montreal.